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el-capital-ii

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Supongamos, además, que la parte constante d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> circulante sea = 1,000 libras<br />

esterlinas. Sí <strong>el</strong> <strong>capital</strong> describe diez rotaciones, <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista venderá diez veces al año su<br />

mercancía, en la que va incluida también, como es lógico, la parte circulante constante de<br />

su valor. La misma parte alícuota de la masa de dinero circulante ( = 1,000 libras esterlinas)<br />

pasa diez veces al año de manos de sus poseedores a manos d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista. Son diez<br />

desplazamientos de este dinero de unas manos a otras. En segundo lugar, <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista<br />

comprará medios de producción diez veces al año, lo que supone otras diez circulaciones<br />

d<strong>el</strong> dinero de unas manos a otras. Con 1,000 libras esterlinas en dinero <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista<br />

industrial vende mercancías por valor de 10,000 y compra otras por la misma cantidad. Y si<br />

la circulación de las 1,000 libras se repitiese veinte veces, haría circular un stock de<br />

mercancías por valor de 20,000 libras.<br />

Finalmente, al ac<strong>el</strong>erarse la rotación circula también con mayor rapidez la parte d<strong>el</strong><br />

dinero que realiza la plusvalía.<br />

En cambio, una circulación más rápida d<strong>el</strong> dinero no implica, a la inversa,<br />

necesariamente, una rotación más ac<strong>el</strong>erada d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> y, por tanto, una rotación más<br />

rápida d<strong>el</strong> dinero; es decir, no implica forzosamente un acortamiento y una renovación más<br />

rápida d<strong>el</strong> proceso de reproducción.<br />

La circulación d<strong>el</strong> dinero se ac<strong>el</strong>era siempre que se efectúa con la misma masa de<br />

dinero una masa mayor de transacciones. Este fenómeno puede darse también con los<br />

mismos períodos de reproducción d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>, por efecto de ciertos cambios efectuados en<br />

la técnica de circulación d<strong>el</strong> dinero. Además, puede aumentar la masa de las transacciones<br />

en que circula dinero sin expresar una circulación real de mercancías (con las llamadas<br />

operaciones diferenciales en bolsa, etc.). Por otra parte, puede ocurrir que desaparezca por<br />

completo la circulación de dinero. Por ejemplo, cuando <strong>el</strong> agricultor sea <strong>el</strong> mismo<br />

terrateniente no se efectuará la circulación de dinero que en otro caso medía entre <strong>el</strong><br />

terrateniente y <strong>el</strong> arrendatario; cuando <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista industrial sea <strong>el</strong> mismo propietario d<strong>el</strong><br />

<strong>capital</strong>, no habrá lugar para la acostumbrada circulación entre <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista y <strong>el</strong> financiero<br />

que le abre crédito.<br />

Aquí no es necesario que entremos a examinar a fondo lo que se refiere a la<br />

formación originaria de un tesoro de dinero en un país y a su apropiación por unos cuantos.<br />

El régimen <strong>capital</strong>ista de producción –que tiene como base <strong>el</strong> trabajo asalariado y,<br />

por tanto, <strong>el</strong> pago de los obreros en dinero y, en general, la transformación de las<br />

prestaciones naturales en prestaciones pecuniarias– sólo puede desarrollarse en gran escala<br />

y a fondo en aqu<strong>el</strong>los países en que exista una masa de dinero suficiente para la circulación<br />

y <strong>el</strong> atesoramiento (fondos de reserva, etc.) condicionado por <strong>el</strong>la. Esta premisa es<br />

histórica, aunque no debe interpretarse la cosa como sí primero se formase una masa<br />

suficiente de dinero y luego se desarrollase la producción <strong>capital</strong>ista. Esta se desarrolla, en<br />

realidad, a la par con <strong>el</strong> desarrollo de sus condiciones, y una de <strong>el</strong>las es la afluencia de<br />

metales preciosos en cantidad suficiente. He aquí por qué, a partir d<strong>el</strong> siglo XVI, la<br />

afluencia cada vez mayor de metales preciosos constituye un momento esencial en la<br />

historia d<strong>el</strong> desarrollo de la producción <strong>capital</strong>ista. Pero si nos fijamos en la afluencia<br />

ulterior de material monetario, ya a base d<strong>el</strong> régimen <strong>capital</strong>ista de producción, vemos que,<br />

por una parte, se lanza a la circulación plusvalía en forma de productos sin que exista <strong>el</strong><br />

dinero necesario para su realización monetaria, y que, por otra parte, se hace lo mismo con<br />

la plusvalía en forma de oro, sin que previamente se transforme <strong>el</strong> producto en dinero.

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