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el-capital-ii

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inherentes a él) la imposibilidad o <strong>el</strong> carácter regresivo d<strong>el</strong> régimen <strong>capital</strong>ista en<br />

comparación con otros sistemas económicos anteriores (como gustan de hacerlo nuestros<br />

populistas. El desarrollo d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>ismo sólo puede concebirse a través de una serie de<br />

contradicciones, y <strong>el</strong> señalamiento de estas contradicciones no hace sino esclarecernos <strong>el</strong><br />

carácter histórico transitorio d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>ismo, las condiciones y las causas de su tendencia a<br />

transformarse en una forma superior.<br />

Resumiendo todo lo que llevamos dicho, llegamos a la siguiente conclusión: la solución<br />

que <strong>el</strong> señor Tugan–Baranowski da al problema de la función d<strong>el</strong> mercado exterior está<br />

tomada precisamente de Marx; entre <strong>el</strong> tomo II y <strong>el</strong> III de El Capital no existe<br />

contradicción alguna en lo que se refiere al problema de la realización (y a la teoría de los<br />

mercados).<br />

Prosigamos. El señor Bulgakov acusa al señor Tugan–Baranowski de no valorar<br />

exactamente las doctrinas sobre los mercados establecidas por los economistas anteriores a<br />

Marx. El señor Tugan–Baranowski acusa al señor Bulgakov de desgarrar las concepciones<br />

de Marx de la base científica sobre la que surgieron, de exponer la cosa como si las<br />

concepciones de Marx no tuviesen la menor conexión con las ideas de sus predecesores”.<br />

Este último reproche es completamente infundado, pues <strong>el</strong> señor Bulgakov no sólo no ha<br />

expresado semejante absurda opinión, sino que por <strong>el</strong> contrario cita las concepciones<br />

mantenidas por los representantes de las diversas escu<strong>el</strong>as anteriores a Marx. A nuestro<br />

juicio, tanto <strong>el</strong> señor Bulgakov como <strong>el</strong> señor Tugan–Baranowski, al exponer la historia d<strong>el</strong><br />

problema, han prestado sin razón una atención demasiado pequeña a Adam Smith, cuya<br />

doctrina habrían debido, indiscutiblemente, analizar con <strong>el</strong> mayor detenimiento en su<br />

estudio especial de la “teoría de los mercados”; incuestionablemente, pues, es precisamente<br />

Adam Smith <strong>el</strong> padre y fundador de la errónea teoría según la cual <strong>el</strong> producto social se<br />

descompone en <strong>capital</strong> variable y plusvalía (salario, ganancia y renta d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, según la<br />

terminología empleada por Adam Smith, la cual se mantenía tenazmente antes de Marx y<br />

no permitía, no ya resolver, sino ni siquiera plantear en sus debidos términos <strong>el</strong> problema<br />

de la realización). El señor Bulgakov declara con absoluta razón que “a la vista de la<br />

falsedad de los puntos de partida y de la falsa formulación d<strong>el</strong> problema, estos mismos<br />

litigios” surgidos en la literatura económica en torno a la teoría de los mercados “podrían<br />

degenerar fácilmente en sutilezas vacuas y escolásticas sobre palabras” (p. 21 de la citada<br />

obra, nota). Sin embargo, <strong>el</strong> autor sólo dedica una página a toda la obra de A. Smith y pasa<br />

por alto <strong>el</strong> profundo y brillante análisis de la teoría de A. Smith que Marx hace en <strong>el</strong><br />

capítulo XIX d<strong>el</strong> tomo II de El Capital (pp. 341–371), ocupándose en cambio de las<br />

doctrinas de autores de segundo plano y carentes de originalidad como J. St. Mill y von<br />

Kirchmann. Por lo que se refiere al señor Tugan–Baranowski, omite totalmente a Adam<br />

Smith, por cuya razón, al exponer las ideas de los economistas posteriores descarta su<br />

error fundamental (consiste en repetir <strong>el</strong> error de A. Smith señalado más arriba). Hu<strong>el</strong>ga<br />

decir que, en estas condiciones, su exposición dista mucho de ser satisfactoria. Pondremos<br />

solamente dos ejemplos. Después de exponer su esquema núm.1, que ilustra la<br />

reproducción simple, dice <strong>el</strong> señor Tugan–Baranowski: “Pero <strong>el</strong> caso de la reproducción<br />

simple examinado por nosotros no suscita ninguna duda; los <strong>capital</strong>istas consumen, según<br />

<strong>el</strong> supuesto de que aquí partimos, toda su ganancia, debiendo darse por sentado que la<br />

oferta de mercancías no superará a la demanda” (Crisis industriales, p. 409). Esto no es<br />

exacto. No debe darse por sentada tal cosa en lo que se refiere a los economistas anteriores,

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