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el-capital-ii

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medio corriente, lo cual le obligará a reducir sus pretensiones, cuando se le presente la<br />

ocasión de vender. El retener la lana de un año causará casi siempre perjuicios, mientras<br />

que los cereales y las semillas oleaginosas pueden guardarse dos años en <strong>el</strong> almacén sin<br />

detrimento para la calidad de la mercancía. Productos expuestos por lo general a grandes<br />

alzas y bajas en períodos cortos de tiempo, como ocurre, por ejemplo, con las semillas<br />

oleaginosas, <strong>el</strong> lúpulo, las cardas y otros semejantes, deberán dejarse almacenadas durante<br />

los años en que <strong>el</strong> precio de venta sea considerablemente inferior al precio de producción.<br />

Los objetos en cuya venta menos se puede titubear son aqu<strong>el</strong>los que suponen un gasto<br />

diario de entretenimiento, v. gr., <strong>el</strong> ganado de ceba, o se hallan expuestos a deteriorarse,<br />

como sucede con las patatas, las frutas, etc. En ciertas comarcas, un producto alcanza en<br />

determinadas épocas d<strong>el</strong> año, por término medio, su precio más alto y en otras desciende<br />

hasta <strong>el</strong> límite más bajo; así, por ejemplo, hacia San Martín los cereales se cotizan en<br />

ciertos sitios, por término medio, a un precio más bajo que entre Navidades y Pascua. Otros<br />

productos, en ciertas regiones, sólo encuentran salida favorable en determinadas épocas,<br />

corno sucede, por ejemplo, con la lana en determinados mercados, en los que además <strong>el</strong><br />

comercio de este género su<strong>el</strong>e paralizarse, etc.” (Kirchhof, p. 302.)<br />

Cuando se examina la segunda parte d<strong>el</strong> tiempo de circulación, en la que <strong>el</strong> dinero<br />

revierte a los <strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo, no hay que fijarse solamente en este trueque<br />

de por sí, ni en <strong>el</strong> tiempo durante <strong>el</strong> cual <strong>el</strong> dinero revierte, según la distancia a que se halla<br />

<strong>el</strong> mercado, en <strong>el</strong> que <strong>el</strong> producto se vende; hay que tener en cuenta también, y sobre todo,<br />

la extensión en que una parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> desembolsado tiene que existir constantemente en<br />

forma de dinero, bajo la modalidad de <strong>capital</strong>–dinero.<br />

Independientemente de toda especulación, <strong>el</strong> volumen de compras de aqu<strong>el</strong>las<br />

mercancías que tiene que existir constantemente como reserva productiva depende de los<br />

períodos de renovación de esta reserva, es decir, de circunstancias que, a su vez, dependen<br />

de las condiciones d<strong>el</strong> mercado y que, por tanto, varían según las distintas materias primas,<br />

etc.; en estos casos, se plantea, pues, la necesidad de desembolsar dinero de una vez en<br />

grandes cantidades. Pero este dinero refluye siempre gradualmente, con mayor o menor rapidez,<br />

según la rotación d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>. Una parte de ese dinero, la que vu<strong>el</strong>ve a invertirse en<br />

salarios, se desembolsa de nuevo, en períodos cortos. Otra parte, la que se destina a<br />

materias primas, etc., se acumula para un período largo de tiempo, como fondo de reserva,<br />

bien para hacer compras, bien para efectuar pagos. Existe, por tanto, bajo la forma de<br />

<strong>capital</strong>–dinero, aunque varíe <strong>el</strong> volumen en que se presenta como tal.<br />

En <strong>el</strong> capítulo siguiente, veremos cómo estas circunstancias, nazcan d<strong>el</strong> proceso de<br />

producción o d<strong>el</strong> de circulación, imponen la existencia en forma de dinero de una<br />

determinada parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> desembolsado. En términos generales, debemos observar que<br />

los economistas propenden a olvidar que una parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> necesario para la industria no<br />

sólo recorre por turno las tres fases de <strong>capital</strong>–dinero, <strong>capital</strong> productivo y <strong>capital</strong>–<br />

mercancías, sino que algunas partes de él revisten constante y simultáneamente estas tres<br />

formas, aunque la magnitud r<strong>el</strong>ativa de estas partes varíe continuamente. Es, sobre todo, la<br />

parte que existe constantemente bajo la forma de <strong>capital</strong>–dinero la que los economistas<br />

olvidan, a pesar de que esta circunstancia es muy necesaria precisamente para poder<br />

comprender la economía burguesa, manifestándose también como tal en <strong>el</strong> terreno práctico.

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