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el-capital-ii

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<strong>capital</strong> constante bajo su forma natural y que, por consiguiente, desde un punto de vista social no se<br />

descompone en <strong>capital</strong> variable ni en plusvalía. De otro lado, la parte de la jornada de trabajo social que<br />

produce medios de consumo no produce ninguna parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> social de reposición. Sólo crea productos<br />

destinados bajo la forma natural a realizar <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> variable y de la plusvalía en I y en II.<br />

Cuando se habla d<strong>el</strong> punto de vista social y, por tanto, se considera la totalidad de la producción<br />

social que incluye tanto la reproducción d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> social como <strong>el</strong> consumo individual, no debe caerse en <strong>el</strong><br />

método que Proudhon copia de la economía burguesa, viendo <strong>el</strong> problema como si una sociedad basada en <strong>el</strong><br />

régimen <strong>capital</strong>ista de producción perdiese, al ser enfocada en bloque, como totalidad, este carácter<br />

económico, específico e histórico. Por <strong>el</strong> contrario, en este caso, nos enfrentamos con <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista colectivo.<br />

Es como si <strong>el</strong> <strong>capital</strong> total de la sociedad fuese <strong>el</strong> <strong>capital</strong> de una gran sociedad por acciones formada por todos<br />

los <strong>capital</strong>istas individuales. En esta sociedad por acciones ocurre, como en tantas otras, que todo accionista<br />

sabe lo que mete en <strong>el</strong>la, pero no lo que ha de sacar.<br />

IX. Ojeada retrospectiva a Adam Smith, Storch y Ramsay<br />

El valor global d<strong>el</strong> producto social asciende a 9,000 = 6,000c + 1,500v + 1,500p; dicho en otros<br />

términos: 6,000 reproducen <strong>el</strong> valor de los medios de producción y 3,000 <strong>el</strong> valor de los medios de consumo.<br />

El valor de la renta social (v + p) sólo representa, pues, 1 /3 d<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> producto total y sólo por valor de este<br />

tercio puede la totalidad de los consumidores, tanto obreros como <strong>capital</strong>istas, sustraer mercancías, productos,<br />

al producto global de la sociedad para incorporarlos a su fondo de consumo. En cambio, 6,000 = 2 /3 d<strong>el</strong> valor<br />

d<strong>el</strong> producto representan <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> constante que debe reponerse en especie. Por tanto, deberán<br />

volver a incorporarse al fondo de producción medios de producción por este valor. Storch sienta esto como<br />

necesario, aunque sin poder demostrarlo: “Es evidente que <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> producto anual se divide en <strong>capital</strong>es y<br />

ganancias y que cada una de estas partes d<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> producto anual sirve para comprar regularmente los<br />

productos que la nación necesita, tanto para mantener su <strong>capital</strong> como para renovar su fondo de consumo...<br />

Los productos que forman <strong>el</strong> <strong>capital</strong> de una nación no son consumibles” (Storch, Considérations sur la<br />

nature du revenu nationale, París, 1824, p. 150).<br />

Sin embargo, Adam Smith establece este fabuloso dogma, que hasta hoy encuentra crédito, no sólo<br />

en la forma ya mencionada según la cual todo <strong>el</strong> valor social d<strong>el</strong> producto se descompone en renta, en salario<br />

más plusvalía o, según su expresión, en salario más ganancia (interés), más renta d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o. Lo establece<br />

también en la forma más popular según la cual los consumidores tienen, en última instancia (ultimat<strong>el</strong>y), que<br />

pagar a los productores todo <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> producto. Esta tesis es hasta hoy uno de los lugares comunes más<br />

acreditados o, mejor dicho, una de las verdades eternas de la llamada ciencia de la economía política. Esta<br />

afirmación se ilustra d<strong>el</strong> siguiente y plausible modo: Tomemos un artículo cualquiera, por ejemplo, camisas<br />

de lienzo. El fabricante de hilados tiene, ante todo, que pagar al labrador que cultiva <strong>el</strong> lino <strong>el</strong> valor íntegro de<br />

este producto, incluyendo, por tanto, la simiente, los abonos, <strong>el</strong> forraje para <strong>el</strong> ganado, etc., además de la parte<br />

de valor que transfiere al producto <strong>el</strong> <strong>capital</strong> fijo d<strong>el</strong> labrador, los edificios, los aperos de labranza (ganancia y<br />

renta d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o contenida en <strong>el</strong> producto), y, finalmente, los gastos de transporte d<strong>el</strong> lino desde su centro de<br />

producción hasta la fábrica de hilados. Luego, viene <strong>el</strong> fabricante de tejidos, <strong>el</strong> cual deberá resarcir al<br />

fabricante no sólo <strong>el</strong> precio d<strong>el</strong> lino sino también la parte de valor de la maquinaria, de los edificios, etc., en<br />

una palabra, d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> fijo, transferida al lino para hilarlo, y además todas las materias auxiliares consumidas<br />

durante <strong>el</strong> proceso de hilados, los salarios de los hilanderos, la plusvalía, etc., y lo mismo <strong>el</strong> industrial que<br />

blanquea <strong>el</strong> lienzo, <strong>el</strong> cual deberá resarcir los gastos de transporte d<strong>el</strong> tejido, hasta llegar finalmente al<br />

fabricante de camisas, quien deberá abonar <strong>el</strong> precio íntegro a todos los productores anteriores a él, los cuales<br />

le entregan simplemente su materia prima. En sus manos, se produce un nuevo incremento de valor, en parte<br />

a través d<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> constante consumido para la fabricación de camisas en forma de medios de<br />

trabajo, materias auxiliares, etc., y en parte por medio d<strong>el</strong> trabajo invertido en esta fabricación, <strong>el</strong> cual añade<br />

<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> salario de los obreros camiseros más la plusvalía d<strong>el</strong> fabricante de camisas. Supongamos que <strong>el</strong><br />

producto terminado cueste, por último, 100 libras esterlinas y que ésta sea la parte que la sociedad invierte en<br />

camisas dentro d<strong>el</strong> valor total d<strong>el</strong> producto anual. Los consumidores de camisas pagan las 100 libras<br />

esterlinas, es decir, <strong>el</strong> valor de todos los medios de producción contenidos en las camisas y, además, los<br />

salarios más la plusvalía d<strong>el</strong> labrador que produce <strong>el</strong> lino, d<strong>el</strong> fabricante de hilados, d<strong>el</strong> de tejidos, d<strong>el</strong><br />

industrial que blanquea <strong>el</strong> lienzo, d<strong>el</strong> fabricante de camisas y de todas las empresas de transporte. Hasta aquí,<br />

todo es absolutamente claro y cualquier niño podría verlo. Pero luego sigue diciendo A. Smith: lo mismo<br />

acontece con <strong>el</strong> valor de todas las demás mercancías. En realidad, debiera decir: lo mismo acontece con <strong>el</strong>

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