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tiene, pues, nada de extraño que sea un alemán quien viene a restablecer los fueros de las<br />

r<strong>el</strong>aciones históricas en <strong>el</strong> campo de la ciencia económica.<br />

V<br />

(Publicado en la “Düss<strong>el</strong>dorfer Zeitung”,<br />

17 noviembre 1867, núm. 316.)<br />

Cualquiera que sea <strong>el</strong> modo como se piense acerca de la tendencia que informa este<br />

libro, creemos poder afirmar que su publicación honra al espíritu alemán. No deja de ser<br />

característico que su autor, aunque prusiano, sea uno de esos prusianos d<strong>el</strong> Rin que, hasta<br />

hace poco, gustaban de llamarse “prusianos a la fuerza”, y además, un prusiano que ha<br />

vivido largos años lejos de Prusia, en <strong>el</strong> destierro. Prusia ha dejado de ser, desde hace ya<br />

mucho tiempo, un país de iniciativa científica; en materia histórica, política o social, la<br />

ciencia no tiene, en Prusia, nada que decir, En realidad, Prusia no representa hoy <strong>el</strong> espíritu<br />

alemán, sino <strong>el</strong> espíritu ruso.<br />

En cuanto a la obra cuya aparición comentamos, cabe perfectamente distinguir en <strong>el</strong>la<br />

dos partes muy distintas: de un lado, las aportaciones positivas y fecundas que se sostienen<br />

en sus páginas; de otro lado las conclusiones tendenciosas que <strong>el</strong> autor deduce de <strong>el</strong>las. Las<br />

primeras representan, en gran parte, una adquisición positiva para la ciencia. El autor, en<br />

<strong>el</strong>las, aplica a las r<strong>el</strong>aciones económicas un método totalmente nuevo, materialista,<br />

histórico. Así, en su estudio d<strong>el</strong> dinero y en la argumentación minuciosa y concienzuda<br />

acerca de cómo las diversas formas sucesivas de producción industrial, la cooperación, la<br />

división d<strong>el</strong> trabajo, enlazada con la manufactura en sentido estricto, y finalmente <strong>el</strong><br />

maquinismo, la gran industria y las combinaciones y r<strong>el</strong>aciones sociales correspondientes a<br />

cada una de estas formas se han ido desarrollando las unas a base de las otras, de un modo<br />

orgánico y natural.<br />

Por lo que a la tendencia d<strong>el</strong> autor se refiere, podemos distinguir también una doble<br />

orientación. Cuando se esfuerza por demostrar que la sociedad actual, económicamente<br />

considerada, lleva en su entraña otro tipo de sociedad superior que pugna por alumbrarse,<br />

no hace otra cosa que pretender proclamar como ley en <strong>el</strong> campo social <strong>el</strong> mismo proceso<br />

gradual de transformación que Darwin ha puesto de r<strong>el</strong>ieve en <strong>el</strong> campo de las ciencias<br />

naturales. Este proceso de gradual transformación ha venido operándose en las instituciones<br />

sociales desde la Antigüedad hasta nuestros días, pasando por la Edad Media, y no creemos<br />

que nadie que aspire a gozar de cierta solvencia y seriedad científica pueda afirmar que<br />

Adam Smith y Ricardo han pronunciado la última palabra acerca de los derroteros futuros<br />

de la sociedad actual. La teoría liberal d<strong>el</strong> progreso entraña también la idea d<strong>el</strong> progreso en<br />

materia social, y <strong>el</strong> hecho de que quienes se llaman socialistas quieren arrogarse <strong>el</strong><br />

monopolio d<strong>el</strong> progreso social no es más que una de esas paradojas arrogantes en que <strong>el</strong>los<br />

su<strong>el</strong>en incurrir. Marx se distingue de los socialistas al uso –y no puede disputárs<strong>el</strong>e este<br />

mérito– en <strong>el</strong> hecho de que reconoce la existencia de un progreso aun allí donde las<br />

instituciones actuales, llevadas al extremo y desarrollándose de un modo unilateral,<br />

conducen a consecuencias rep<strong>el</strong>entes. Tal ocurre, por ejemplo, con <strong>el</strong> sistema fabril en gran<br />

escala, con su séquito de riqueza y miseria, etc. Este punto de vista crítico que <strong>el</strong> autor<br />

adopta ante la materia, hace que nos suministre precisamente –tal vez contra su voluntad–<br />

los mejores argumentos contra todos los socialistas de profesión.

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