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el-capital-ii

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mercancías y <strong>capital</strong>–dinero, en contraste con su forma adecuada al proceso de producción,<br />

que es la d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo. No se trata de distintas clases en que <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista<br />

industrial divida su <strong>capital</strong>, sino de diversas formas que <strong>el</strong> mismo valor–<strong>capital</strong> desembolsado<br />

reviste y abandona sucesivamente y sin cesar, en su curriculum vitae (11). A.<br />

Smith –y esto representa un considerable retroceso con respecto a los fisiócratas– confunde<br />

esto con las diferencias de forma que surgen dentro de la circulación d<strong>el</strong> valor–<strong>capital</strong> en <strong>el</strong><br />

ciclo de sus formas sucesivas, mientras <strong>el</strong> valor–<strong>capital</strong> reviste la forma d<strong>el</strong> <strong>capital</strong><br />

productivo, diferencias que responden, además, al distinto modo como los diversos<br />

<strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo se comportan en <strong>el</strong> proceso de valorización y transfieren<br />

su valor al producto. Más ad<strong>el</strong>ante, veremos cuáles son las consecuencias en que se traduce<br />

esta confusión fundamental entre <strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo y <strong>el</strong> <strong>capital</strong> que se halla en<br />

circulación (<strong>capital</strong>–mercancias y <strong>capital</strong>–dinero), de una parte, y de otra <strong>el</strong> <strong>capital</strong> fijo y <strong>el</strong><br />

<strong>capital</strong> circulante. El valor–<strong>capital</strong> desembolsado en forma de <strong>capital</strong> fijo circula a través<br />

d<strong>el</strong> producto, exactamente lo mismo que <strong>el</strong> desembolsado en forma de <strong>capital</strong> circulante, Y<br />

ambos se convierten d<strong>el</strong> mismo modo en <strong>capital</strong>–dinero, mediante la circulación d<strong>el</strong><br />

<strong>capital</strong>–mercancías. La diferencia estriba simplemente en que <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> primero circula<br />

gradualmente, debiendo, por tanto, ser repuesto, reproducido en forma natural<br />

gradualmente también durante períodos más cortos o más largos.<br />

Que A. Smith sólo entiende aquí por <strong>capital</strong> circulante <strong>el</strong> <strong>capital</strong> de circulación, es<br />

decir, <strong>el</strong> valor–<strong>capital</strong> bajó sus formas pertenecientes al proceso de circulación (<strong>capital</strong>–<br />

mercancías y <strong>capital</strong>–dinero) lo demuestra <strong>el</strong> ejemplo tan torpemente <strong>el</strong>egido por él. Toma<br />

como ejemplo, en efecto, una clase de <strong>capital</strong> que no pertenece en absoluto al proceso de<br />

producción, sino que se mueve exclusivamente en la órbita de la circulación, que es<br />

exclusivamente <strong>capital</strong> de circulación: <strong>el</strong> <strong>capital</strong> comercial.<br />

Cuán absurdo es arrancar de un ejemplo en que <strong>el</strong> <strong>capital</strong> no figura para nada como<br />

<strong>capital</strong> productivo, lo dice <strong>el</strong> propio A. Smith inmediatamente: “El <strong>capital</strong> de un mercader<br />

es enteramente circulante.” Sin embargo, la distinción entre <strong>el</strong> <strong>capital</strong> circulante y <strong>el</strong> <strong>capital</strong><br />

fijo es, como se nos dice más ad<strong>el</strong>ante, una distinción basada en diferencias esenciales que<br />

se dan dentro d<strong>el</strong> mismo <strong>capital</strong> productivo. Y es que A. Smith tiene presente, de una parte,<br />

la distinción de los fisiócratas y, de otra, se fija en las diferencias de forma por las que <strong>el</strong><br />

valor–<strong>capital</strong> atraviesa en su ciclo. Y ambas cosas se mezclan y confunden<br />

abigarradamente.<br />

Lo que no se ve en absoluto es cómo puede surgir una ganancia d<strong>el</strong> simple cambio<br />

de forma entre <strong>el</strong> dinero y la mercancía, de la simple trasmutación d<strong>el</strong> valor de una de estas<br />

formas en la otra. Y, además, su explicación resulta absolutamente inadmisible por <strong>el</strong> hecho<br />

de tomar como punto de partida <strong>el</strong> <strong>capital</strong> comercial, <strong>el</strong> cual se mueve exclusivamente<br />

dentro de la órbita de la circulación. Pero ya volveremos sobre esto. Escuchemos antes lo<br />

que A. Smith dice acerca d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> fijo: “El segundo modo de empleo [d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>]<br />

consiste en mejorar las tierras o comprar aqu<strong>el</strong>las máquinas útiles, instrumentos de comercio,<br />

u otra clase de bienes, que produzcan un ingreso o una ganancia, sin necesidad de<br />

tener que cambiar de dueño o circular ulteriormente. A estos <strong>capital</strong>es se les denomina, en<br />

consecuencia, con propiedad, fijos. Según las diferentes ocupaciones, así son las<br />

proporciones de los <strong>capital</strong>es fijos y circulantes que se emplean en las mismas... en <strong>el</strong><br />

<strong>capital</strong> de cualquier fabricante o artesano ha de haber alguna porción invertida en los<br />

instrumentos d<strong>el</strong> oficio. Esa porción es en unos más grande, y en otros más pequeña... en<br />

todos estos oficios [sastres, zapateros, tejedores, etc.] la mayor parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> circula en

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