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el-capital-ii

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egalan sus productos a los extranjeros o los arrojan al mar? Lo que hacen es venderlos, es<br />

decir, obtienen un equivalente a cambio de <strong>el</strong>los; exportan sus productos, importando a<br />

cambio de <strong>el</strong>los otros. Cuando hablamos de la realización d<strong>el</strong> producto social, <strong>el</strong>iminamos<br />

ya por este solo hecho la circulación de dinero y admitimos solamente un intercambio de<br />

unos productos por otros, pues <strong>el</strong> problema de la realización estriba también en analizar<br />

cómo se reponen, tanto en cuanto al valor como en cuanto a la forma material, todas las<br />

partes que integran <strong>el</strong> producto social. Por tanto, empezar hablando de la realización para<br />

terminar diciendo que “ya se dará salida al producto por dinero” es algo tan ridículo como<br />

si se quisiera resolver <strong>el</strong> problema de la realización d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> constante en medios de<br />

consumo diciendo: “ya se venderán”. Es, sencillamente, un burdo error lógico: esas gentes<br />

se dejan llevar d<strong>el</strong> problema de la realización d<strong>el</strong> producto global de la sociedad al punto de<br />

vista d<strong>el</strong> empresario individual, a quien sólo interesa “la venta al extranjero”. Confundir <strong>el</strong><br />

comercio exterior, la exportación, con <strong>el</strong> problema de la realización, significa rehuir <strong>el</strong><br />

problema, desplazarlo a un campo más extenso, pero sin aclararlo en lo más mínimo 2 El<br />

problema de la realización no avanzara ni un palmo por <strong>el</strong> hecho de que en vez de fijarnos<br />

en <strong>el</strong> mercado de un solo país nos fijemos en <strong>el</strong> mercado de un conjunto de países. Cuando<br />

los populistas afirman que <strong>el</strong> mercado extranjero es la “salida a la dificultad” 3 con que<br />

tropieza <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ismo para la realización d<strong>el</strong> producto, no hacen más que encubrir con esta<br />

frase <strong>el</strong> triste hecho de que <strong>el</strong> “mercado extranjero” es la “salida a la dificultad” con que<br />

<strong>el</strong>los tropiezan por no comprender la teoría. Pero no es sólo esto. La teoría que abarca <strong>el</strong><br />

mercado extranjero con <strong>el</strong> problema de la realización d<strong>el</strong> producto global de la sociedad no<br />

demuestra solamente que no se comprende lo que es esta realización, sino que encierra<br />

además una concepción extraordinariamente superficial de las contradicciones peculiares<br />

a esta realización. “Los obreros consumen <strong>el</strong> salario y los <strong>capital</strong>istas no pueden consumir<br />

la plusvalía”. Fijémonos un poco de cerca en esta “teoría” desde <strong>el</strong> punto de vista d<strong>el</strong><br />

mercado externo. ¿De dónde sabemos que “los obreros consumen <strong>el</strong> salario” ¿Qué derecho<br />

hay a suponer que los productos destinados de antemano por toda la clase <strong>capital</strong>ista de un<br />

determinado país al consumo de todos los obreros de este país resultarán realmente iguales,<br />

en cuanto a su valor, al salario de estos obreros y lo repondrán, y que, por tanto, no se<br />

planteará con respecto a estos productos la necesidad d<strong>el</strong> mercado extranjero? No existe,<br />

decididamente, ninguna razón para suponer esto, y tampoco ocurre así en la realidad. No<br />

sólo productos (o partes de los productos) que reponen la plusvalía, sino también aqu<strong>el</strong>los<br />

que reponen <strong>el</strong> <strong>capital</strong> variable, no sólo los productos que reponen <strong>el</strong> <strong>capital</strong> variable, sino<br />

también aqu<strong>el</strong>los que reponen <strong>el</strong> <strong>capital</strong> constante (y que nuestros “economistas” olvidan<br />

sin acordarse de su afinidad... con Adam Smith); no sólo los productos que existen bajo la<br />

forma de medios de consumo, sino también aqu<strong>el</strong>los que existen bajo la forma de medios<br />

de producción: todos <strong>el</strong>los se realizan siempre entre “dificultades,” a través de constantes<br />

oscilaciones, cada vez más fuertes a medida que se desarrolla <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ismo, entre una<br />

furiosa concurrencia que obliga a todo empresario a aspirar a una extensión ilimitada de la<br />

producción, rebasando las fronteras d<strong>el</strong> propio Estado y lanzándose en busca de nuevos<br />

mercados a países no absorbidos aún por <strong>el</strong> sistema de circulación <strong>capital</strong>ista de<br />

mercancías. Y así hemos llegado al problema de por qué <strong>el</strong> mercado extranjero es necesario<br />

para un país <strong>capital</strong>ista. No es, ni mucho menos, porque <strong>el</strong> producto no pueda realizarse en<br />

modo alguno dentro d<strong>el</strong> orden <strong>capital</strong>ista. Pensar esto sería disparatado. El mercado externo<br />

es necesario porque la producción <strong>capital</strong>ista implica la tendencia a la extensión ilimitada,<br />

por oposición a todos los antiguos sistemas de producción, circunscritos a los límites de la

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