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el-capital-ii

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colono, que ad<strong>el</strong>anta la renta de la tierra y los salarios correspondientes a ese trabajo. Así<br />

pues, aunque <strong>el</strong> precio d<strong>el</strong> grano pague <strong>el</strong> precio d<strong>el</strong> animal y su mantenimiento, la suma<br />

total se descompondrá inmediata o finalmente en los tres <strong>el</strong>ementos componentes de<br />

siempre: renta, trabajo” (salarios, quiere decir), “y beneficio" (libro I, cap. VI, p. 50).<br />

Es, literalmente, todo lo que A. Smith aduce en apoyo de su asombrosa doctrina. Su<br />

prueba se reduce, sencillamente. a repetir la misma afirmación. Reconoce que <strong>el</strong> precio d<strong>el</strong><br />

trigo no está formado solamente por v + p, sino también por <strong>el</strong> precio de los medios de<br />

producción consumidos para producir <strong>el</strong> trigo, es decir, por un valor–<strong>capital</strong> no invertido<br />

por <strong>el</strong> arrendatario en fuerza de trabajo. Pero los precios de todos estos medios de<br />

producción se descomponen a su vez, nos dice, en v + p, lo mismo que <strong>el</strong> precio d<strong>el</strong> trigo:<br />

A. Smith se olvida, sin embargo, de añadir: y además, en <strong>el</strong> precio de los medios de<br />

producción consumidos para producir <strong>el</strong> trigo mismo. Se remite de una rama de producción<br />

a otra, y de esta nuevamente a la primera. Para que la afirmación de que <strong>el</strong> precio de las<br />

mercancías en su conjunto se descompone “directamente” o “en última instancia”<br />

(ultimat<strong>el</strong>y) en v + p no fuese un vano subterfugio, tendría que demostrarnos que los<br />

productos–mercancías cuyo precio se descompone directamente en c (precio de los medios<br />

de producción absorbidos) + v + p resultan compensados en último resultado por los<br />

productos–mercancías que aqu<strong>el</strong>los “medios de producción consumidos” reponen en toda<br />

su extensión y que, a su vez. se producen mediante la simple inversión de <strong>capital</strong> variable.<br />

o sea, de <strong>capital</strong> invertido en la fuerza de trabajo. El precio de estos varía, entonces,<br />

directamente = v + p. De ese modo, <strong>el</strong> precio de los primeros, c + u + p, figurando c como<br />

<strong>capital</strong> constante, podría reducirse en última instancia a v + p. El propio A. Smith no creía<br />

haber aportado semejante prueba con su ejemplo de los recogedores de Scoth pebbles (24),<br />

los cuales según él, 1º no rinden plusvalía de ninguna clase: 2º no emplean ningún medio<br />

de producción (aunque parece que debieran de emplearlos, sin embargo, en forma de<br />

cestos, sacos y otros envases para <strong>el</strong> transporte de los guijarros).<br />

Ya veíamos más arriba que <strong>el</strong> mismo A. Smith echa por tierra más tarde su propia<br />

teoría, pero sin llegar a darse cuenta de sus contradicciones. Sin embargo, la fuente de éstas<br />

hay que buscarla precisamente en la tesis de que arranca. El <strong>capital</strong> invertido en trabajo<br />

produce un valor mayor que <strong>el</strong> suyo propio. ¿Cómo? Por <strong>el</strong> hecho, dice A. Smith, de que<br />

los obreros, durante <strong>el</strong> proceso de producción, infunden a los objetos <strong>el</strong>aborados por <strong>el</strong>los<br />

un valor que, además d<strong>el</strong> equivalente de su propio precio de compra, crea una plusvalía (la<br />

ganancia y la renta) que no va a parar a manos de aquéllos, sino a la de quienes se la<br />

apropian. Pero esto es todo lo que <strong>el</strong>los hacen y pueden hacer. Y lo que decimos d<strong>el</strong> trabajo<br />

industrial durante una jornada, es también aplicable al trabajo puesto en movimiento<br />

durante un año por toda la clase <strong>capital</strong>ista. Por tanto, la masa total d<strong>el</strong> producto anual de<br />

mercancías de la sociedad sólo puede descomponerse en v+ p, en <strong>el</strong> equivalente con que los<br />

obreros resarcen <strong>el</strong> valor–<strong>capital</strong> invertido en su propio precio de compra y en <strong>el</strong> valor<br />

adicional que tienen que entregar a sus patronos, después de cubierto aquél. Pero, estos dos<br />

<strong>el</strong>ementos de valor de la mercancía constituyen al mismo tiempo la fuente de las rentas de<br />

las distintas clases que intervienen en la reproducción: la primera la d<strong>el</strong> salario, o sea, la<br />

renta de los obreros; la segunda, la de la plusvalía, de la cual <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista industrial retiene<br />

para sí una parte en forma de ganancia y cede otra, en concepto de renta d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, al<br />

terrateniente. ¿De dónde puede provenir <strong>el</strong> otro <strong>el</strong>emento integrante de valor, si <strong>el</strong> producto<br />

anual de valor no encierra más <strong>el</strong>ementos que v + p? Aquí, nos movemos en <strong>el</strong> plano de la<br />

simple reproducción. Si toda la suma anual d<strong>el</strong> trabajo se descompone en <strong>el</strong> trabajo

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