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Cosmovisión mEsoAmERiCAnA - Universidad Mesoamericana

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246<br />

hoRaCio CabezaS CaRCaChe<br />

25 de diciembre respectivamente, es decir, solsticio de verano e<br />

invierno en el hemisferio norte), organizar el repartimiento de<br />

indios, proponer anualmente los candidatos que debían<br />

sustituir a las autoridades edilicias de los pueblos de indios,<br />

fiscalizar a los mayordomos de las cofradías, atender las<br />

escuelas parroquiales y administrar justicia. En las reflexiones<br />

que el Arzobispo hizo sobre el curato de Gotera (El salvador)<br />

ahondó más sobre el poder que tales principales exhibían a<br />

finales del siglo Xviii:<br />

En cada pueblo enseñan a tres o cuatro niños, otros<br />

tantos maestros que se dicen de coro, con lo que reducen<br />

el gobierno a tres o cuatro. Es cierto que hay más en cada<br />

pueblo, de los que se dicen principales y entran a ser<br />

alcaldes y regidores, pero todos se gobiernan por los tres o<br />

cuatro, que son sus oráculos. Con esto en cada pueblo no<br />

hay más voz, que la de estos tres o cuatro. Estos imponen<br />

a los demás en todas las máximas y pretensiones y<br />

ninguno piensa, hace más ni habla que lo que éstos<br />

quieren. Estos los imponen en que los españoles los<br />

engañan, en que la religión de sus padres es la verdadera<br />

y en cuantas cosas se les antoja de vanas observaciones e<br />

idolatrías, de que no oigan misa, ni la doctrina cristiana,<br />

etc., de suerte que no hay cosa más frecuente que venir a<br />

cualquiera pretensión los pueblos enteros, sin saber a<br />

qué, sino a lo que quieren los tres o cuatro, que hacen<br />

jurar y perjurar a los demás a su arbitrio, sin saber las<br />

más veces sobre qué asunto; a cuyo efecto les conviene<br />

que no estudien los demás y que no sean advertidos,<br />

porque de esta suerte hacen en cada pueblo un gobierno<br />

monárquico con que pocos los mueven a todos fácilmente<br />

y los persuaden a su arbitrio sin ningún embarazo. 24<br />

Es más, según Cortés y Larraz, los principales utilizaron<br />

furtivamente las escuelas parroquiales para formar a unos<br />

pocos muchachos, es decir, a los futuros sacerdotes indígenas, a<br />

los que transmitían sus conocimientos religiosos ancestrales:<br />

Este es el seminario de los calpules, de que se habla en<br />

este escrito algunas veces y de donde salen curanderos,<br />

almanaquistas, conjuradores de los tiempos y maestros<br />

de toda especie de supersticiones. 25<br />

24 Cortés y Larraz, 1978-I: 173.<br />

25 Cortés y Larraz, 1978-II: 238.<br />

26 Cortés y Larraz, 1978-I: 173.<br />

27 Cortés y Larraz, 1978-II: 57-58.<br />

28 Sáenz de Santamaría, 1981.<br />

El Arzobispo admiró la gran memoria que los principales<br />

indígenas tenían y el extraordinario celo que ponían en llevar<br />

registros escritos de los acontecimientos comunitarios<br />

relevantes:<br />

El método de conservar la memoria de sus acuerdos es<br />

incomprensible, pues en un momento dicen lo que<br />

acordaron hace cincuenta años. 26<br />

Yo entiendo que ni hacen, ni sucede cosa particular<br />

que no pongan por escrito y apuntación, lo que convence<br />

con que de cuanto se determina a súplica de ellos, lo<br />

piden por escrito y aún otras varias cosas, que aunque<br />

parece que para nada sirven, ellos las conservan<br />

ciertamente […] Y el mejor comprobante sería (a lo que<br />

alcanzo) si pudiera ocuparles de sorpresa sus<br />

apuntaciones, libros y memorias, porque entiendo que<br />

se hallarían las cosas más menudas y algunas puestas<br />

de modo que sería necesario para entenderlas, que<br />

explicaran ellos el concepto […] Entiendo que entre sus<br />

papeles se encontrarían en estos pueblos raras historias<br />

del rey del Quiché; porque estos indios tienen (a mi<br />

parecer) muy vivas esperanzas de volver a tenerlo, y yo<br />

mismo al descuido, o con algún cuidado, los he puesto<br />

con varios pretextos en que me dijeran, cómo era el rey<br />

de Quiché y hablan de esto con mucha individualidad y<br />

afición. 27<br />

Hacia 1704, Antonio margil de Jesús, fraile recoleto, realizó<br />

trabajo misionero entre los indígenas de san Antonio<br />

suchitepéquez y constató la pervivencia de un sacerdocio<br />

indígena bien organizado que realizaba en forma secreta<br />

rituales ancestrales. Eran alrededor de 600 sacerdotes, se les<br />

denominaba akunes y tenían sus propios “papas” y “obispos”.<br />

según dicho fraile,<br />

cuando se ofrecía algún gran aprieto o trabajo en el<br />

pueblo, como peste, hambre o falta de agua, entonces<br />

cada cual de estos malditos obispos congregaba a sus<br />

súbditos todos y se iba al monte con ellos a quemar<br />

copal al Señor del Monte, llamado Xaquicoxal o<br />

Tzitzimite, con grandes razonamientos y peticiones en<br />

lengua. 28

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