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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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doña marina y el capitán malinche<br />

preguntó de su vida e cómo se llamaba y cuándo vino a aquella tierra. Y<br />

él dijo, aunque no bien pronunciado, que se decía Jerónimo de Aguilar<br />

y que era natural de Ecija […] 23<br />

El relato de Bernal nos habla indirectamente de una práctica social<br />

sometida a un proceso muy avanzado de elaboración discursiva, donde<br />

lo que se calla es aclarado, por contraste, con lo que se dice; y para dar<br />

sentido al silencio que se reserva a la mujer, así se trate de la protagónica<br />

Malinche, seguiré analizando las secuencias recurrentes donde se define<br />

lo que es un cuerpo de español como paradigma de lo civilizado.<br />

Aguilar relata lo sucedido con Gonzalo Guerrero, el español que<br />

prefirió la cultura de los que después serían vencidos. Transcribo en<br />

extenso un pasaje muy conocido:<br />

Caminó el Aguilar adonde estaba su compañero, que se decía Gonzalo<br />

Guerrero, que le respondió: “Hermano Aguilar, yo soy casado, tengo<br />

tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras: íos<br />

vos con Dios; que yo tengo labrada la cara e horadadas las orejas; ¿qué<br />

dirán de mí desque que me vean esos españoles ir desta manera? E ya<br />

veis estos mis tres hijitos cuán bonicos son. Por vida vuestra que me<br />

deis desas cuentas verdes que traéis, para ellos, y diré que mis hermanos<br />

me las envían de mi tierra”; e asimismo la india mujer del Gonzalo<br />

habló al Aguilar en su lengua muy enojada, y le dijo: “Mirá con qué<br />

viene este esclavo a llamar a mi marido: íos vos, y no curéis de más<br />

pláticas”; y el Aguilar tornó a hablar al Gonzalo que mirase que era<br />

cristiano, que por una india no se perdiese el ánima; y si por mujer e<br />

hijos lo hacía, que la llevase consigo si no los quería dejar […] 24<br />

De nuevo los cuerpos y su vestimenta: Aguilar vestido de indio pero<br />

como indio pobre, como esos indios que vienen en embajada ante Cortés<br />

vestidos con ropas modestas y con las caras “tiznadas”, embajada que,<br />

luego, el propio Aguilar y doña Marina definen como un insulto. En<br />

efecto, Aguilar ha trocado sus escasas ropas de indio y sus ademanes<br />

de esclavo (esclavo entre los esclavos, porque lo es entre los indios) por<br />

23 Ibid., pp. 68-69.<br />

24 Ibid., pp. 64-65.<br />

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