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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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isidro fabela<br />

Los cinco diputados propietarios leales y los siete suplentes de los<br />

desleales en sesión urgente y secreta desaforaron a los infidentes,<br />

los cuales a la mañana siguiente se enteraron por la prensa de que<br />

la Legislatura del Estado de México, por decisión unánime de sus<br />

miembros los habían separado de su cargo. En el comunicado oficial<br />

que en mi carácter de gobernador di a los periódicos les participaba<br />

asimismo la noticia de que la Secretaría de Gobernación, al recibir<br />

aquel decreto de la Legislatura me había respondido lacónicamente de<br />

quedar enterada del desafuero de los señores diputados que intentaron<br />

desaforarme a mí. 34<br />

En Mi gobierno en el Estado de México (1942-1945), el propio Fabela<br />

señala cómo un grupo de los mismos diputados que lo han designado<br />

gobernador definitivo mediante la reforma de los artículos constitucionales<br />

81, 83 y 87 de la legislación estatal resulta burlado:<br />

los mismos Diputados desaforados acudieron a la Suprema Corte de<br />

Justicia de la Nación con demandas absurdas que les fueron desechadas<br />

por unanimidad de votos, quedando así cerrado el capítulo de la<br />

legalidad de mi Gobierno el que, por otra parte, contó desde el primer<br />

momento con el apoyo del Gobierno Federal y con la fuerza moral<br />

incontrastable del pueblo, al que he servido como he servido siempre<br />

a mi patria, con el entusiasta deseo de engrandecerla. 35<br />

Isidro Fabela, desde luego, no defrauda a quien lo ha colocado en<br />

el gobierno del Estado y menos al pueblo. Lleva a cabo una empresa<br />

civilizadora, de auténtico intelectual universitario que inspirado en el<br />

pueblo mismo, recoge la savia de éste. Gradualmente traza nuevos de-<br />

34 I. Fabela, “Para ti, amor mío…”, pp. 164-165.<br />

35 I. Fabela, Mi gobierno…, p. 6. En tal crisis, indiscutiblemente, don Isidro recibe el apoyo<br />

total de su esposa, quien, cuando él le explica que no tiene derecho a hacerla sufrir, pero<br />

que, por otra parte, no debe abandonar el puesto de honor que el Presidente le ha confiado,<br />

con entera seguridad concreta su sentir: “Tal vez tendremos que morir, pero entonces<br />

moriremos juntos; tú en tu puesto y yo en el mío, a tu lado. Pero mi deber es decirte que<br />

yo prefiero verte muerto que vencido…” (id., “Para ti amor mío…”, p. 166; las cursivas son<br />

mías). Por su parte, Manuel Ávila Camacho le reconoce su grandiosa labor: cuando Fabela<br />

le comunica que ya cuenta con un grupo para gobernar, el entonces Presidente replica con<br />

toda sencillez: “El grupo de usted, Señor Gobernador, es todo el pueblo del Estado de<br />

México” (ibid., p. 167).<br />

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