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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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de morales y morerías<br />

empezar, tendríamos en la mano uno de los cabos, pero, ¿y el otro? Si,<br />

por una parte –tal como hemos visto arriba–, se dio algún iranismo en<br />

México desde el siglo xvi y, por otra, las gafas eran de uso frecuente<br />

en el siglo xvii, ¿qué puede excluir la posibilidad de que el calco del<br />

iranismo hubiera empezado entre nosotros desde el mismo siglo xvii,<br />

o bien en el xviii, aunque el primer uso, es decir, en letras de molde,<br />

se diera hasta el xx? Esto nos da una idea de la dificultad del quehacer<br />

que tenemos delante, si hemos de cumplir los objetivos que nos propusimos<br />

al acometer la empresa del diccionario.<br />

Otro caso de calco, para mí evidente, es la palabra blanquillo; en árabe<br />

el huevo se llama bayda, que viene siendo ‘cosa de color blanco’; de ser<br />

esto así, el eufemismo quedaría excluido, cuando menos de la intención<br />

de los primeros usuarios, pues el dual baydatani, como el equivalente<br />

en muchas otras lenguas, se aplica –desde luego, por la forma, si ya no<br />

por el color– a los testículos.<br />

Hay, en fin, una palabra vulgar que no registra Santamaría, la pescuezona;<br />

en árabe el adjetivo equivalente (uno de tantos) es ustuwan. Así,<br />

en masculino se aplicará, digamos, al camello; en femenino en cambio,<br />

como se usa aquí, ustuwana designa el pene. En mi Homenaje a García<br />

Gómez doy otros ejemplos; baste aquí con los anteriores, para hablar ya<br />

de los arabismos propiamente dichos, es decir, los etimológicos.<br />

Al incluir Santamaría en su diccionario el mexicanismo redamar,<br />

anota lo siguiente: “Corrupción plebeya de derramar, lo mismo que<br />

redame por derrame. (Prieto usa mucho de la metátesis en su Musa Callejera)”.<br />

54 Algo me choca, en el caso, el adjetivo ese, “plebeyo”, en boca<br />

de un ex gobernador revolucionario; por otra parte, las corrupciones se<br />

han dado a cada paso y, en muchas ocasiones, el uso las ha consagrado<br />

y han permanecido; tal como ocurrió, digamos, con las voces candado o<br />

murciélago, derivadas del latín, o con albahaca o adelfa, que provienen<br />

del árabe. ¿A qué viene, luego, eso de que Prieto usara o dejara de usar de<br />

la metátesis? Santamaría no está aquí citando a Prieto ni a nadie como<br />

autoridad, y aunque Prieto la use mucho, no por ello cualquier metátesis<br />

54 F. J. Santamaría, op. cit., s. v.<br />

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