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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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de morales y morerías<br />

provenientes de otros idiomas, digamos, v. g., codoñate del catalán, o<br />

aguacate del mexicano.<br />

Luego ocurrirá un fenómeno de contaminación para dar lugar a la<br />

forma con ll, margallate. Al llegar a confundirse en México ambos fonemas,<br />

podría haber pensado alguien que usaba un derivado del verbo rágala;<br />

además de la semejanza del sonido, pudo ligarlos una asociación de ideas,<br />

pues si raga alude a la espuma de la leche, rágala significa, según nos dice<br />

Kazimirski, ‘mamar’, propiamente el cabrito de su madre –lo que diríamos<br />

“una cabrona mamada”–. Y apareadas de ese modo por contaminación la<br />

idea de ‘mamar’ y la de ‘berrido ininteligible’, se habrá originado, además<br />

–por calco, pues, de una voz árabe–, nuestro mexicanismo mamada, en<br />

el sentido de ‘dicho absurdo o estúpido’. Y las dos cosas, en los hechos,<br />

siguen ligadas: el charlatán hace un verdadero margayate porque no se<br />

note, en la oscuridad de su expresión, que no dice más que mamadas.<br />

Pasemos a chamuco. Para él nos da Santamaría como primera fuente<br />

a Salado Álvarez. Tenemos en árabe la palabra šamu‘, ‘bromista, guasón,<br />

chancero’ (FC), del verbo šáma‘a, ‘juguetear, bromear’. De sobra sé, desde<br />

luego, que la letra ‘ayn (‘ ), tercera consonante de la raíz, es una gutural<br />

tan suave que no pasa normalmente a otro idioma en la derivación;<br />

y eso, sin duda, porque, como escribe Wright, es impronunciable no<br />

sólo para los europeos, sino aun para los iraníes y turcos. 62 Dentro del<br />

árabe mismo, sin embargo, se dan ocasionalmente para ‘ayn variantes<br />

con un sonido más fuerte y que pueden perfectamente explicar el de<br />

la palabra que estudiamos; por ejemplo, de ba‘ut, ‘pascua’, tenemos la<br />

variante bagut (K); de sil‘ama, silqama (id.), uno de tantos nombres que<br />

se dan a la loba. 63 Fonéticamente, pues, no hay problema para nuestro<br />

chamuco. Sólo añadiré que yo entiendo por tal, y así lo he oído usar,<br />

precisamente ‘un diablo juguetón y bromista’, como suena la palabra<br />

árabe, y no aquel de quien decía el autor de Pito Pérez: “¡Pobrecito del<br />

62 W. Wright, A Grammar of the Arabic Language, Cambridge, Cambridge University Press,<br />

1967, § 6 c.<br />

63 Los griegos, a veces, representaban la ‘ayn en palabras tomadas del hebreo con alguna otra<br />

gutural; v. g., en nombres propios como Gaza o Gomorra, según observa Heinrich Friedrich<br />

Wilhelm Gesenius (Gesenius’ Hebrew Grammar, ed. aumentada por E. Kautzsch, 2ª ed.,<br />

Oxford, Clarendon Press, 1966, § 32 e).<br />

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