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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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enrique cárdenas de la peña<br />

ecuánime, le ofrece protección en su casa. “Yo no me escondo”, protesta<br />

con gentileza. Pero, luego, dándose cuenta de su respuesta desmesurada,<br />

más consciente y sereno, abandona el país por Veracruz, rumbo<br />

a Cuba. Mientras lo despide, su progenitor lo sacude en el muelle con<br />

unas cuantas palabras: “Sigue tu camino recto y ve siempre erguido a<br />

buscar la verdad y a cumplir tu deber”. 8 En el puerto salva su vida el<br />

señor Burgunder, representante de la Compañía Trasatlántica, administradora<br />

de La Navarre, quien, en alarde inequívoco de valor, estando ya<br />

Fabela a bordo, rehúsa entregarlo a los esbirros del usurpador. Lustros<br />

después, al recuerdo del cruento incidente, el mismo Fabela exclamará:<br />

“Había salvado el don divino de la vida, pero entraba en las puertas del<br />

destierro a un porvenir ignoto, imposible de prever”. 9<br />

Rememora también cómo ya desde estudiante, durante su pasantía<br />

en Jurisprudencia, da muestras de una seguridad manifiesta. Así, en<br />

cierta ocasión, mientras Jesús Urueta defiende un caso muy sonado, el<br />

licenciado don Telésforo Ocampo, implacable y severo, como presidente<br />

de debates, ordena el desalojo de la sala por la fuerza pública debido a<br />

los aplausos y las exclamaciones que el auditorio lanza en favor del reo.<br />

Fabela, desde la primera fila, lo increpa haciéndole notar que el pueblo<br />

contribuye de manera directa a que se aplique la justicia, y que él, dentro<br />

de la sala, forma parte de un grupo de estudiantes en práctica forense;<br />

exige el reconocimiento de su derecho a permanecer en el lugar, puesto<br />

que “hemos venido a estudiar los pormenores de este proceso y no por<br />

simple curiosidad”. 10 Jesús Urueta aprovecha el estupor provocado en<br />

los asistentes a la sala para intervenir en forma por demás moderada y<br />

conciliatoria. Isidro Fabela, de mirada vivaz, reconcentrado, de frente<br />

amplia, labios delgados, donde el bigote agresivo registra sobre el rostro<br />

un sello de seriedad prematura, da indicios ya de los rumbos justicieros<br />

que ha de seguir en lo sucesivo.<br />

8 C. Díaz de la Vega, op. cit., p. 79, col. 2.<br />

9 Id. En esta misma época sufren destierro, entre otros, Juan Sánchez Azcona, Alberto Pani,<br />

José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, Manuel Urquidi y Federico González Garza.<br />

10 Pedro de Alba, “Isidro Fabela y la política internacional de México”, artículo publicado<br />

en El Heraldo de México, 8 de agosto de 1966, y recogido en Homenaje a Isidro Fabela en<br />

Atlacomulco…, p. 100, col. 2.

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