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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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el mito de narciso en tres grandes poemas<br />

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vez de modo vago, “realidad”. Debo decir aún, para introducir mayor<br />

confusión en el asunto, que la voz latina res produjo, es cierto, palabras<br />

como real y realidad, pero, de igual modo, en francés, por medio del<br />

acusativo rem, la voz que significa ‘nada’, o sea, rien. En catalán, res<br />

también significa ‘nada’.<br />

Sin embargo, dije, por otro lado, que todos los objetos de que González<br />

Rojo habla en el poema entran y salen del agua: penetran, pues, en<br />

el espejo. Que los “animales de los espejos” se hallen obligados a sólo<br />

repetir lo que sucede en el mundo “real”, como lo puso en claro Jorge<br />

Luis Borges, es la condena a la que fueron sometidos esos seres por orden<br />

del Emperador Amarillo. Hubo un tiempo en el cual, dice Borges,<br />

“el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como<br />

ahora, incomunicados”. Los dos mundos “eran, además, muy diversos”<br />

y “no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas”. Sin embargo,<br />

los dos reinos, “el especular y el humano –al decir de Borges–, vivían en<br />

paz” y hasta “se entraba y se salía por los espejos”. Pero hubo una noche<br />

en que, no sabemos por qué, “la gente del espejo invadió la Tierra”, y<br />

sólo “al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador<br />

Amarillo prevalecieron”; los invasores fueron encarcelados en los espejos<br />

y el Emperador “les impuso la tarea de repetir, como en una especie de<br />

sueño –concluye Borges–, todos los actos de los hombres”. 18<br />

Los espejos ¿repiten, como en un sueño, todos los actos del hombre?<br />

El espejo ¿es inerte? ¿Nadie entra, nadie sale de los espejos? El mito de<br />

Narciso y el poema de González Rojo muestran que el hombre entra<br />

en los espejos y que, además, si no sabe verse en ellos, puede ahogarse.<br />

La imagen del espejo es voraz: ahoga a todo aquel que no se reconoce<br />

en ella. Lo cierto es que todos entramos y salimos por los espejos.<br />

Como señala el poema de Enrique González Rojo, el espejo no es un<br />

instrumento neutro. Los objetos entran en él y se transforman, pero, a<br />

la vez, el espejo mismo se transforma. El mundo especular no se limita<br />

a repetir, como en sueños, el mundo de los hombres: si así fuera, sería<br />

18 Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, “Animales de los espejos”, en Manual de zoología<br />

fantástica, México, FCE, 1957 (Breviarios, 125), p. 14.

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