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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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poesía, filosofía, metafísica<br />

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o, al menos, se equipara a la filosofía. Y entonces invaden su campo y<br />

se ponen a dictaminar en asuntos de metafísica y de ética. Y es un desastre.<br />

Es cierto que Paul Ricoeur llega a decir que el poeta es el que<br />

guarda la memoria del dolor causado por el hombre, del sufrimiento<br />

culpable, para que el ético lo prohíba, para que el moralista evite que<br />

eso se repita. Pero no es el poeta en cuanto poeta el que hace la moral,<br />

sino el hombre en cuanto moralista. Siempre la poesía será un conocimiento<br />

y una expresión más borrosa y ambigua que la filosofía.<br />

Incluso los poemas filosóficos –de los que hemos hablado– no tienen el<br />

desideratum que tiene un tratado filosófico. La poesía ayuda a la filo-<br />

sofía a darse cuenta de que no puede expresar todo con lenguaje filosófico,<br />

y a adquirir humildad. La filosofía, por su parte, ayuda a la<br />

poesía a darse cuenta de que su lenguaje no es el más perfecto en el<br />

orden cognoscitivo, de que no puede alcanzar el lenguaje filosófico, y<br />

a adquirir humildad. La poesía ayuda a la mística a decir lo que ésta,<br />

de buen grado y con santa humildad, reconoce que no puede decir,<br />

que se le escapa, que se le queda siendo mucho más. Y la mística ayuda<br />

a la poesía a reconocer, a veces a su pesar y con una humildad forzada,<br />

que se recurre a ella porque no queda otro medio de expresión,<br />

o como un balbuceo, no porque sea más perfecta que los otros medios<br />

de comunicación y de expresión. En esa humildad justamente reside<br />

la grandeza (y la miseria) de la poesía, dignidad muy alta, y con eso<br />

debemos quedar conformes.<br />

Dejemos ya el ámbito, tan odioso, de las comparaciones. Era necesario<br />

hacerlas y, en efecto, se han hecho y han causado mucho desconcierto.<br />

Mas todo es cuestión de colocar las cosas en su sitio.<br />

Hay, ciertamente, en la poesía, en la metafísica y en la mística la<br />

sensación de estar yendo a una armonía profunda, a un centro cósmico,<br />

a una paz originaria, a un punto original, de origen. Es lo que Freud<br />

llamó “sentimiento oceánico” en El malestar en la cultura. 6 Es lo que<br />

6 En Sigmund Freud, El malestar en la cultura y otros ensayos, trad. de Ramón Rey Ardid y<br />

Luis López Ballesteros y de Torres, Madrid, Alianza (El Libro de Bolsillo. Biblioteca de<br />

Autor, 630), 1999, p. 8 y ss. Es ésa, en realidad, una expresión de Romain Rolland que<br />

Freud tomó “prestada”.

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