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Graciela E. Marcos de Pinotti<br />
Sócrates pone énfasis en que su saber lo es de una sola cosa. En ese caso se trata del reconocimiento<br />
de que la recta opinión y el conocimiento son cosas distintas. "si alguna cosa puedo afirmar que sé –y<br />
pocas serían las que afirme–, dice allí Sócrates, esta es precisamente una de las que pondría entre<br />
ellas". La distinción entre orthè dóxa y epistéme reaparece en Symp. 202a5, pasaje al que volveré<br />
luego.<br />
Reconocer que la opinión recta no constituye conocimiento, o que la sabiduría humana reside<br />
en no creer saber lo que no se sabe, son formulaciones negativas que apuntan a la precariedad de<br />
nuestro saber y dan sentido a la práctica refutativa de Sócrates, consistente en someter a prueba las<br />
opiniones y socavar la ilusoria confianza en que ya se conoce. Y bien, en Symp. hay indicios de que el<br />
conocimiento erótico que Sócrates declara poseer es un saber esencialmente negativo que funda ese<br />
tipo de práctica.<br />
Así p.e. cuando en Symp. 177d7-8, Sócrates dice no saber nada excepto las cosas del amor<br />
(oudén phemi állo epístasthai è tà erotiká), queda claro que se trata de un conocimiento singular,<br />
único, que contrasta con la vastedad de lo que ignora. La posesión de tal conocimiento no solo no<br />
contradice su habitual profesión de ignorancia, sino que se presenta como inseparable del<br />
reconocimiento de los límites del propio saber. A lo mismo apunta Sócrates al anunciar el relato<br />
acerca de Eros que oyó un día de labios de una mujer de Mantinea, Diotima, "sabia en esta y otras<br />
muchas cosas (taûtá te sophè ên kaì álla pollá, Symp. 201d3)". El contraste es claro entre las pocas<br />
cosas que Sócrates admite saber y la vastedad del conocimiento de la sabia que lo instruyó en las<br />
cosas del amor. Notemos que lejos de estar reñida con su conciencia de no saber, la declaración<br />
socrática de que posee conocimiento erótico hace hincapié en el carácter limitado de cuanto se sabe.<br />
Luego en Symp. 202d1-2, al subrayar que "Eros, por carecer de cosas buenas y bellas, desea<br />
precisamente eso mismo de que está falto", se hace explícito que el conocimiento erótico lo es de un<br />
cierto bien del que se carece y que se instituye en objeto de deseo. 3 En tanto conciencia de carencia, se<br />
trata de un conocimiento atravesado por una radical negatividad. La posterior afirmación de que Eros<br />
es necesariamente un filósofo, i.e. un amante de la sabiduría, en medio del sabio y del ignorante<br />
(anankaiôn Érota philósophon eînai, philósophon dè ónta metaxù eînai sophoû kaì amathoûs, 204b4-<br />
5), muestra que el bien que constituye su objeto no es otro que la sabiduría. Eros designa así el<br />
impulso a filosofar de quienes, como Sócrates, se aplican a la búsqueda del conocimiento que no<br />
tienen pero cuya posesión anhelan.<br />
Platón expresa en términos positivos, como conocimiento de las cosas del amor, un tipo<br />
especial de saber muy cercano al que adjudica habitualmente a su maestro. Es significativo el juego de<br />
palabras, en Symp. 199b8-c2 y e7, entre el verbo erotáo, interrogar a alguien, y el sustantivo éros,<br />
mediante el cual se expresaría que tà erotiká es tanto el arte de interrogar como el arte erótico, 4<br />
vínculo apuntado también en Cra. 398c5-e5. Si a ello añadimos que el progreso erótico es, al mismo<br />
tiempo, un progreso en la filosofía, 5 no sorprende que en Symp. Platón presente a Sócrates como<br />
alguien que domina ambos artes. Cuando éste declara honrar las cosas del amor y practicarlas<br />
sobremanera, "recomendándolas a los demás y elogiando, ahora y siempre, el poder y la valentía 6 de<br />
eros, en la medida en que soy capaz" (Symp. 212b5-8), entiendo que está refiriéndose a su práctica<br />
habitual de la filosofía. 7 En todo caso, si hasta el momento Platón supo poner el acento en el costado<br />
negativo, refutativo, del interrogatorio socrático dirigido a la liberación de la falsa presunción de<br />
saber, ahora se centra más bien en su aspecto constructivo, productivo, cristalizado en una práctica de<br />
la filosofía que redunda en el perfeccionamiento de sí. Desde la ignorancia socrática, condición de<br />
toda búsqueda, en Symp. la atención se concentra en la búsqueda misma en que consiste la filosofía y<br />
en el papel activo que asume quien la emprende. Es en este contexto donde Platón describe la práctica<br />
socrática en términos de técnica erótica.<br />
En consonancia con su profesión de ignorancia, Sócrates rehúsa habitualmente describirse a sí<br />
mismo como maestro capaz de transmitir saber alguno, insistiendo en que nada enseña. Aquí, en<br />
cambio, anuncia que dirá la verdad (Symp. 199a8, b3) sobre ello y si bien lo hará a su manera –sin<br />
3<br />
Sobre la estrecha conexión entre eros y deseo cf. Warner (1979), 330-331. Sobre la negatividad inherente a eros y su<br />
"naturaleza esencialmente temporal", cf. Roochnik (1987), 117-120.<br />
4<br />
Reeve (1992), 92-93, para quien "when Socrates claims to know tà erotiká, we ought I think to understand Plato to be<br />
doing something rather complex. He is presenting Socrates as claiming to know the art of questioning ... and at the same<br />
time that art is being identified with, or at least importantly related to, the art of love".<br />
5<br />
Cf. Osborne (1994), 93: "...the progress in love is progress in philosophy, and hence the guide will be not only an expert in<br />
love, but also a philosophy teacher".<br />
6<br />
La referencia a la valentía de Eros apunta seguramente, explica Rowe (1998), n. ad loc. Symp. 212b7-8, 202, a lo esforzado<br />
(ponoi, 210e6) del ascenso.<br />
7<br />
Sócrates habría incursionado en la filosofía, por ende habría tenido experiencia en tà erotiká, antes de su encuentro con<br />
Diotima, práctica que a la luz de la instrucción recibida posteriormente, puede ser descripta en términos de un elogio a Eros.<br />
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