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I. Actas del I Congreso Internacional "Baltasar Gracián: pensamiento

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MIGUE! BAI1IORI<br />

escritor <strong>Gracián</strong> no pudo recordar en sus obras Belmonte, ni sus campos, ni su<br />

río, pero siempre tuvo presente la que él apellidaba -la buena tierra de Aragón-,<br />

que en su conciencia era toda la comarca de Calatayud, la de Marcial y la <strong>del</strong><br />

marcialismo constantemente vivido y convivido. En los catálogos de su provincia<br />

jesuíta de Aragón consta casi siempre el nombre de Belmonte como el de su<br />

patria, a veces en alternancia con Calatayud. Pero fue en aquel lugar, y no en<br />

esta ciudad, donde vio la luz primera el Hombre / Andrenio que luego se metamorfoseará<br />

en la Persona / Critilo. Este no pertenecerá ya ni a Belmonte, ni a<br />

Calatayud, ni a Aragón, ni a la España de los Austrias, sino al Mundo.<br />

Mi primer contacto vital lo tuve ya con este aragonés <strong>del</strong> Barroco europeo.<br />

Como historiador me ha gustado partir siempre de la Geografía, de la tierra en<br />

que se desarrolla la Historia. Como historiador medievalista, que por aquí<br />

comencé, y como modernista y también a veces como contcmporaneísta, me he<br />

sentido siempre muy vinculado a toda la Corona de Aragón, la de aquende y<br />

allende los Pirineos, aquende y allende las riberas ibéricas <strong>del</strong> Mediterráneo<br />

occidental; esta corona de pueblos libres, con un mismo monarca, con quien se<br />

pactaba, se convivía o contra quien se rebelaban, si no cumplía lo pactado.<br />

No puedo dejar de recordar, ahora, que como historiador hice mis primeros<br />

pinitos, y han pasado ya setenta y cuatro años, en el Archivo de la Corona de<br />

Aragón, donde la documentación de sus cuatro reinos hispánicos —más exactamente,<br />

tres reinos y un principado— se entreveraba con la procedente de Sicilia,<br />

Cerdeña, Atenas y Ñapóles.<br />

Y también como jesuíta, más tarde, en el Archivo Romano de la Compañía<br />

de Jesús, los registros de la serie Aragonia abarcaban conjuntamente los colegios<br />

de aquellos cuatro Estados, según la terminología política actual. Sus problemas<br />

solían ser comunes, o específicos; a las veces, contrastantes; semejantes también<br />

a los tic los restantes reinos de España, y aun de Europa, pero con algunos matices<br />

que los diversificaban o agravaban.<br />

El <strong>Gracián</strong> histórico me iba saltando de las páginas de aquellos registros<br />

romanos; saltando, pero siempre encuadrado en su propio ambiente histórico.<br />

Así se me fue perfilando ese Hombre/Persona, ese Andrenio/Critilo de una pieza<br />

que, como he recordado varias veces, había descubierto en mis años universitarios<br />

como tema más de lectura y discusión que de estudio inmediato y directo.<br />

Mi primer <strong>Gracián</strong> fue el escritor sobre quien hablábamos y discutíamos, en el<br />

Patio de Letras y por las calles, los libros bajo el brazo, con compañeros de<br />

curso: entre los de Historia. Xavier de Salas, también gracianista; entre los de<br />

Letras. Guillermo Díaz-Plaja y Carlos Clavería, -arcadcs ambo- en la Arcadia graciana,<br />

siempre cultivada con alternante gusto.<br />

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