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I. Actas del I Congreso Internacional "Baltasar Gracián: pensamiento

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MÁXIME CHEVAUEB<br />

lia de la tradición oral en la sátira graciana de los galenos por haber absorbido las<br />

prosas y versos de Quevedo la totalidad de la leyenda <strong>del</strong> matasanos. Más claro<br />

resulla el caso de los viejos en cuya evocación se trasluce varias veces el cuento<br />

tradicional. Se manifiesta en el recuento de las capacidades de los ancianos —<br />

«pueden más, ven más, mandan más» (.Criticón. III, p. 35)—, eco de un cuento<br />

tradicional que recogen Luis de Pinedo, Melchor de Santa Cruz, el maestro<br />

Correas, y el autor <strong>del</strong> ¡•¡¡tremés de ¡os Mirones". También en las imaginaciones<br />

<strong>del</strong> sordo a quien se le antoja que sus familiares han dado en hablar más bajo<br />

(Criticón. III. p. -id), verosímilmente reflejo de un cuento tradicional que reproduce<br />

Calderón-'. También es tradicional, según hemos advertido ya. el cuento <strong>del</strong><br />

hombre a quien faltó hacienda y sobró vida (Criticón, III, p. 53)".<br />

la presencia de estos cuentos y chistes, si bien poco numerosos, no deja de sorprender<br />

bajo la pluma de (íracián. Primero porque los escritores áureos, desconociendo<br />

la realidad histórica <strong>del</strong> cuento tradicional, no le demuestran ningún respeto<br />

y menos admiración: de -cuento de viejas» lo suelen calificar, el autor <strong>del</strong> Criticón<br />

entre otros-'. Segundo porque <strong>Gracián</strong> desprecia abiertamente todas las formas,<br />

escritas u orales, que huelen a vulgaridad. Tercero porque prescribe —¡y con qué<br />

vehemencia!— «no estar siempre de burlas-, censurando repetidas veces -el maestro<br />

de cuentos, el licenciado <strong>del</strong> chiste- (Criticón, I, p. 368), -el licenciado <strong>del</strong> chiste<br />

y truhán de balde* (.Criticón, II, p. 46), -el duende de los corrillos» (Criticón. II.<br />

p. 188), -la frialdad <strong>del</strong> truhán y el chiste de la cortesana» (Criticón, III, p. 222).<br />

¿Experimentará <strong>Gracián</strong> cierta oscura desazón al manejar materiales tan vulgares?<br />

¿Por este motivo esfumará su expresión hasta hacerlos enigmáticos? No lo<br />

afirmaré, pero sí lo apunto como posibilidad. Pienso en las -mujeres tijeretas»<br />

(Criticón. III. p. 255), mención elíptica de uno de los cuentos folclóricos mejor<br />

documentados en la tradición áurea (tipo 1365 B), y también en el esfuerzo<br />

desesperado de <strong>Gracián</strong> por ennoblecer, latinizándolo, el equívoco trivial de<br />

empanada/en pan nada:<br />

con esto pudo proseguir, si no hallara falsificada la vianda, porque al descoronar<br />

la empanada hallaba sólo el eco, y <strong>del</strong> pemil el nibit(Criticón, 1, p. 259)-'.<br />

Cuentecillos tradicionales en tu España tlel Siglo de Oro, p. 318-320.<br />

•Gradan y la tradición oral», p. 342.<br />

-" ix- la miaña manera la presentación de los portugueses en El Criticón es retahila de pullas<br />

tradicionales: véase -<strong>Gracián</strong> y la tradición oral-, pp. 344-350.<br />

8 Sobre este pumo. Máxime Chcvalicr, Cuento tradicional, cultura, literatura (siglos XVI-XVO,<br />

Salamanca. Universidad, 1999, p- 2Í.<br />

-' v.\ equívoco aparece primero en La picara Justina, lo reproducen Calderón y Ana Caro Mullen-,<br />

véase Máxime Chevalier, Quevedo y su tiem/>o: tu agudeza ivrnal, Uaavlima. Crítica, 1992. p. 107.<br />

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