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I. Actas del I Congreso Internacional "Baltasar Gracián: pensamiento

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PABIO CUS VAS 5UBÍAS<br />

Por segunda vez la trayectoria literaria ele Salinas se ve modificada cuando se<br />

acerca a Gradan. La primera fue cuando en 1636-39 Gradan conoce las traduc­<br />

ciones <strong>del</strong> ¡oven oséense. Una vez que el jesuíta incluyó lo mejor de estas ver­<br />

siones en la Agudeza, fue perdiendo sentido la publicación independiente de<br />

todas ellas, propósito inicial <strong>del</strong> poeta. Salinas se hace célebre repentinamente<br />

al lado de un escritor genial, con lo que se trunca la que hubiera sido una tra­<br />

yectoria natural. Las traducciones no dejaban de ser para el estudiante un ejer­<br />

cicio propecléutico. Por eso, La (.'asía Susana es, en realidad, como dice con<br />

razón fray Jerónimo, «el primer trazo- de un poeta que comienza a darse a cono­<br />

cer. Kl carmelita explica bien en el prólogo las virtudes y los defectos de la obra.<br />

Por su parte (inician, en la primera carta de su polémica con el canónigo, se<br />

desmarca de este Salinas distinto al de 1646 en lo literario, y en la segunda, de<br />

réplica, le precipita, un poco —podríamos decir— como el Autor a su perso­<br />

naje". Salinas, que se había alejado de su magisterio, volvía ahora, con la obra<br />

promovida por otro mentor, a solicitar el apoyo <strong>del</strong> jesuíta. Consecutivamente<br />

contra el desdén de <strong>Gracián</strong>, responde el orgullo <strong>del</strong> Salinas humanista y, en ter­<br />

cera instancia, contra la réplica vejatoria <strong>del</strong> belmontino, la inculpación <strong>del</strong> Sali­<br />

nas jurista. En el terreno literario Gradan se reafirma en su acritud satírica y<br />

elitista. Salinas en una epidíctica de signo evangelizante^'.<br />

Por esas fechas, abril de 1652, llegó una denuncia de Ciracián ante el Gene­<br />

ral de los jesuítas, aunque hay que recordar que denuncias ya había tenido<br />

cuando comenzaba su trayectoria literaria en Huesca, en 1637, y en 1639. Se ha<br />

relacionado, con poca precisión, la polémica entre Gradan y Salinas con estas<br />

denuncias. Adolphe Coster supuso que fue un amigo de Salinas el que denun­<br />

ció a Ciracián (o/), cit., pp. 57-59). ¿Pero de quién iba a recibir el General una<br />

información sino de los propios jesuítas aragoneses, preocupados por los inte­<br />

reses de la casa oséense y por corregir las faltas de un correligionario? Para su<br />

mejor comprensión deben tenerse en cuenta ciertas circunstancias sociocultuia-<br />

les: los Salinas en 1650-1651 apoyan a los jesuítas en el nuevo intento por<br />

hacerse con la escuela de gramática pública, enfrentándose por ello a una parte<br />

Piénsese, salvadas las distancias, en el Augusto de Xii'hUi. Sobre la polémica epistolar entre<br />

Salinas y Ciracián de marzo-abril de 1652 tratamos en la conferencia -Salinas y los clásicos: el autor<br />

epistolar-, en Rosa María Marina Sáez, dir. Tradición (liisit/i t'ii Aragón I (Jnigrcsu. Huesca, 11 a<br />

Js ile noviembre de 2I7 119131, p s(>> y a Salinas. Por otra parte. Salinas, ingenuamente, abre una herida donde<br />

habla habido un distaiK¡amiento aceptado. Es sintomático que en la primera parte de E¡ Criticón<br />

encontramos en todo caso señales de un recuerdo positivo de Salinas.<br />

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