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I. Actas del I Congreso Internacional "Baltasar Gracián: pensamiento

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GESHABD POPPÍNBÍRG<br />

sonas distintas; el agrado, por consiguiente, es cosa <strong>del</strong> temple (§IV,351a). Para<br />

evitar la objeción de que con eso solamente se da otro nombre nuevo —temple—<br />

al fenómeno en cuestión, Eeijoo sigue analizando. Lo agradable de los<br />

objetos está en -la proporción y congruencia de las panes que los componen-,<br />

lo cual es un lugar común de la estética. Hermosura es proporción entendida-, el<br />

no sé qué surge frente a una proporción no entendida que, sin embargo, en<br />

modo alguno es ininteligible (§VIl,352b). Y es que hay muchas más proporciones<br />

agradables que esas pocas que los hombres han dado en declarar por hermosas.<br />

Con eso, todo queda aclarado. El misterioso -no sé qué de gracia-, por<br />

ejemplo de un edificio, es solamente una combinación de las partes fuera de las<br />

reglas comunes, y su arquitecto no es alguien quien por falta de saber no<br />

hubiera podido seguir las reglas, sino -que sabía más y era de más alta idea que<br />

los artífices ordinarios», un artífice -de alto numen-, a cuya aparente carencia de<br />

reglas y ausencia de arte —que en realidad es un -arte superior- muy bien<br />

reglado— los otros tienen que acostumbrarse y aprender a entender (§Vn,353a).<br />

Así. el monje ilustrado ha eliminado <strong>del</strong> mundo la misteriosa gracia <strong>del</strong> no sé<br />

qué y la tiene integrada en una hi.storia <strong>del</strong> progreso para la que todo no-saber<br />

es provisional. Sin embargo, para terminar aduce un no sé qué que no parece<br />

conformarse al optimismo ilustrado, ante cuya aclaración el discurso —-por<br />

algunas razones-— se interrumpe. Es lo fascinante <strong>del</strong> rostro humano, en cuya<br />

gracia se expresan -las buenas cualidades <strong>del</strong> alma-, la -hermosura espiritual-. Es<br />

el motivo de la atracción y <strong>del</strong> deseo, sobre todo si se halla en el otro sexo: la<br />

gracia suprema de la cara humana, explicable en parte por el arte fisionómico,<br />

pero que, -por más que la están contemplando cada instante, no acaban de descifrar-<br />

(§VIII,353b). Así, la misteriosa gracia se ha convertido en relación intersubjetiva.<br />

Ciento cincuenta años antes, el carmelita Juan de la Cruz había hecho <strong>del</strong><br />

fenómeno abordado <strong>del</strong> no sé qué el momento articulador <strong>del</strong> movimiento que<br />

describe en su Cántico espiritual: la experiencia interior de la mística-. Consiste<br />

en el contacto y, si cabe, en la unión con la sabiduría y el amor divino, cuya<br />

desmesura e inmensurabilidad, según el Prólogo, se traslada a las almas tocadas<br />

por ellos, de modo que esta abundancia de la experiencia influye en la expresión<br />

lingüística que, así, llega a tener a su vez algo desmesurado. El medio de<br />

este exceso es el Espíritu Santo que, para la expresión de -la abundancia de su<br />

sentido [...] habla misterios en extrañas figuras y semejanzas-. La inteligencia<br />

Juan de la Cruz, Obras completas, ed. dej. V. Rodríguez y F. Rui/ Salvador. Madrid, Kil. de<br />

Espiritualidad, 1980.<br />

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