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1 PORTADA COLOMBIA HOY - Comunidad Andina

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personalizado las instituciones, en una especie de remedo del sistema político del<br />

clientelismo. Con “la guerra”, el Estado recuperó parte de la operatividad perdida, lo que<br />

lo habilitó para que el nuevo gobierno comenzara con un capital político más productivo.<br />

La segunda consecuencia de la guerra del Presidente fue el alto que hizo en el<br />

camino el proceso de descomposición de las Fuerzas Armadas. Esa descomposición<br />

puede apreciarse a través de tres vertientes. La primera, viene de tiempo atrás. Guarda<br />

relación con la compenetración de la ideología de la seguridad nacional y el<br />

anticomunismo, al corromper el desarrollo profesional de las instituciones armadas,<br />

sobre todo de las militares. La tortura, el asesinato, la degradación de la concepción de<br />

inteligencia militar, que tiende a convertirse en espionaje policivo de la vida privada, son<br />

ejemplos de la degeneración de la profesionalidad en la institución militar.<br />

Una segunda vertiente de descomposición de los cuerpos armados del Estado ha<br />

sido su alianza con los grupos paramilitares113. Comenzó en los primeros años de la<br />

década de los años ochenta, cuando se aprovechó un malhadado decreto del segundo<br />

gobierno del Frente Nacional que autorizaba a los campesinos a armarse en grupos de<br />

autodefensa frente a los bandoleros que en aquel tiempo asolaban ciertas regiones.<br />

Continuó durante la década con el equipamiento técnico en armas y entrenamiento<br />

proporcionado por el Ejército. Culminó con el narcotráfico que magnificó el problema al<br />

hacer ofensivos y terroristas a los grupos paramilitares, con sofisticados armamentos e<br />

instrucción de mercenarios israelitas e ingleses. El paramilitarismo fue legitimado con la<br />

ideología del anticomunismo. El gobierno Barco rectificó tardíamente graves errores.<br />

Con el aval de la Corte Suprema de Justicia puso en entredicho la existencia de esos<br />

grupos calificándolos de delincuentes comunes, restituyendo al menos la norma del<br />

monopolio del uso de las armas por parte del Estado.<br />

La última vertiente de descomposición militar es la corrupción derivada de la<br />

compra de conciencias por parte del narcotráfico. Había calado hondo, no sólo en el<br />

Ejército sino en la Policía. “La guerra” obstruyó el paso para su fácil difusión. La aceptación<br />

(así fuera a regañadientes y a veces simulando que se reprimía) de las Fuerzas<br />

Armadas de su papel en la lucha fue facilitado por el bajo perfil provocado por su imagen<br />

pública de corrupción y alianza con el paramilitarismo. Con anterioridad a “la guerra”,<br />

ese bajo perfil permitió al Presidente darse el lujo de tener tres ministros de Defensa:<br />

pudo cambiarlos sin traumatismos en el momento en que políticamente era importante<br />

hacerlo. Pero no todo fue bonanza para “los civiles”. El crecimiento del presupuesto de<br />

Defensa, iniciado subrepticiamente durante la administración Turbay, continuó con el<br />

gobierno de Virgilio Barco. Fue otra costosa faceta del popurrí de sus medidas políticas.<br />

La tercera consecuencia de la embestida del gobierno Barco fue el bloqueo de la<br />

tendencia de bipolarización de la contienda política observada desde el año 88. Aunque<br />

no es fácil separar en dos extremos a una sociedad regionalizada, diversificada y<br />

multipolar en sus centros de poder, la confrontación de la violencia tendía a agrupar dos<br />

bandos ideológicos intransigentes. Es difícil prever a dónde iba a llegar esa tendencia,<br />

pero su curso era peligroso. La polarización estaba animada por lo que pintaba como un<br />

proyecto político reaccionario fortalecido por el papel del terrorismo. Fenómenos como el

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