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1 PORTADA COLOMBIA HOY - Comunidad Andina

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tierras a los indígenas, obligaban a un sector de éstos a vender su fuerza de trabajo, a<br />

proletizarse a entrar a la economía monetaria y a constituirse en demanda ampliada de<br />

mercancías, aunque lo que sucedió con más frecuencia fue la conversión de los<br />

indígenas en arrendatarios, colonos o aparceros. Lo segundo, porque la tierra se volvió<br />

libremente negociable y económicamente más apta para cumplir funciones de<br />

producción con destino al mercado interno y a la exportación. Esto último podía decirse<br />

también de la liquidación de ejidos y de la desamortización de bienes eclesiásticos. La<br />

abolición de la esclavitud convenía a comerciantes y artesanos por las mismas razones<br />

de ampliación del mercado y convenía obviamente a los mismos esclavos. Las medidas<br />

de libre cambio y de abolición de los estancos estaban dentro del interés de los<br />

comerciantes, pero no así el libre cambio respecto a los artesanos. La abolición de los<br />

diezmos eclesiásticos disminuía cargas a los agricultores y aligeraba el comercio.<br />

Algunas de las medidas enunciadas eran contrarias a los intereses de los<br />

terratenientes, pero otras les eran indiferentes e incluso benéficas. Es claro que para los<br />

esclavistas la abolición de esta institución les perjudicaba. Por esta razón, en las<br />

regiones donde la esclavitud era muy fuerte, hubo una estrecha ligazón entre el partido<br />

conservador y los terratenientes esclavistas que defendían, además de sus intereses<br />

materiales, el statu quo representado en una concepción jerarquizada de la sociedad<br />

que los colocaba en la cúspide y asignaba las más bajas esferas para los otros sectores<br />

raciales. A nombre de la religión y del partido conservador, el sector esclavista se lanzó<br />

a la guerra en 1851 contra el gobierno liberal que proponía la abolición de la esclavitud.<br />

La supresión de resguardos y ejidos no pugnaba con los intereses de los terratenientes<br />

e incluso les favoreció, puesto que con los comerciantes, fueron los beneficiados por la<br />

adquisición de las tierras comunales. La abolición de los diezmos eclesiásticos, aunque<br />

a algunos les creara problemas de conciencia dada su afiliación religiosa,<br />

económicamente les favorecía. Lo propio puede decirse de la desamortización de bienes<br />

eclesiásticos, pues aunque fueron liberales los que más se los hicieron adjudicar,<br />

muchos conservadores hicieron caso omiso de escrúpulos doctrinarios o partidistas con<br />

tal de ensanchar su patrimonio. En cuanto a la abolición de las tarifas proteccionistas y<br />

la implantación del libre cambio, la contradicción económica se presentó entre<br />

comerciantes y artesanos y no entre los primeros y los terratenientes. La medida en<br />

nada perjudicaba a estos últimos; antes por el contrario, ella abría posibilidades a la<br />

exportación de productos agrícolas y a la rebaja de los aranceles de importación para los<br />

bienes de lujo, que en gran parte eran consumidos por los terratenientes. No deja de ser<br />

interesante recordar que el dirigente conservador Julio Arboleda —sanguinario<br />

terrateniente esclavista del sur del país— en el discurso que pronunció para dar<br />

posesión al presidente Manuel María Mallarino (1855-1857), tras la derrota y masacre<br />

afligida a los artesanos por liberales y conservadores, recomendaba el libre cambio con<br />

la misma vehemencia que cualquier furibundo liberal. El asunto del libre cambio no sirve<br />

de línea ideológica demarcatoria entre el liberalismo y el conservatismo colombiano,<br />

pues ambos lo aceptaron o rechazaron según las circunstancias del momento. En<br />

cuanto a ciertas medidas de carácter político como federalismo o centralismo, a<br />

mediados del siglo XIX, no hubo entre ellos discrepancias fundamentales. Ambos<br />

partidos acataron el federalismo (Constitución conservadora de 1858, Constitución

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