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EL MUNDO INDIGENA 2016

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130 IWGIA – <strong>EL</strong> <strong>MUNDO</strong> <strong>INDIGENA</strong> – <strong>2016</strong><br />

disponible para ampliar los reducidos y deteriorados resguardos, sino porque la presión<br />

de población campesina sin tierra sobre estos territorios es creciente. Esto puede<br />

perturbar las relaciones entre los sectores rurales, que ahora se encuentran unidos<br />

para demandar una reforma agraria integral que les garantice tierra a los campesinos,<br />

se las restituya a los despojados y garantice tierra apta y suficiente a los indígenas<br />

y afrocolombianos.<br />

El problema grande es que mientras escasean los alimentos los indígenas llevan<br />

más de un año tratando de concretar el acuerdo de apoyo a la economía propia que les<br />

garantice la seguridad alimentaria. Esta situación ha creado un escenario de descontento<br />

en la población indígena, acrecentado por la condena a 18 años de cárcel al reconocido<br />

líder indígena Feliciano Valencia, la cara más visible de las movilizaciones indígenas<br />

en el Cauca. Lo curioso aquí es que se condene a este líder indígena por maltrato<br />

(20 azotes) a un cabo del ejército que se encontraba –según la guardia indígenainfiltrado<br />

en la minga indígena del 2008, mientras que cuando la guardia indígena detiene<br />

a tres miembros de las FARC por asesinato de un comunero indígena y son condenados<br />

a 40 años de prisión por la justicia indígena, el gobierno celebra esta decisión.<br />

Un caso que sería verdaderamente alarmante para los pueblos indígenas es que<br />

en los acuerdos de la Habana sobre la cuestión agraria, las FARC hubiesen recibido<br />

“ventajas” para que la población campesina y colona, que dicen representar, reciban<br />

tierras en territorios indígenas que están sin titular o que hacen parte de espacios para<br />

la ampliación de sus territorios. Esto sería un sesgo político inaceptable. Pero lo que<br />

sería un exceso de la desfachatez es que actores armados sigan ejerciendo presiones<br />

a los pueblos indígenas de varias regiones del país para que cedan sus tierras para la<br />

explotación minera, sin que en la Habana haya un pronunciamiento en contra por parte<br />

de las FARC. En varias regiones indígenas, la minería y la coca representan un escenario<br />

cada vez más probable debido a la pobreza por el deterioro de sus tierras.<br />

Según las organizaciones indígenas, lo que se decida en la mesa de conversaciones<br />

debería de ser refrendado por medio de una consulta popular a los pueblos indígenas,<br />

en cuanto esas decisiones conciernan sus territorios, porque un eventual acuerdo<br />

en ese sentido los puede afectar gravemente. Esta exigencia política tiene un fundamento<br />

ético, por cuanto se debe tener en cuenta que los indígenas, al igual que las<br />

FARC, han pedido siempre una reforma profunda en el agro colombiano, y precisamente<br />

por ello es que quieren ser participes de su diseño, pues saben que con la firma de<br />

los acuerdos de paz los combatientes desmovilizados irán a vivir en Zonas de Reserva<br />

Campesina, y tienen el temor que éstas sean creadas en zonas indígenas o aledañas<br />

a sus resguardos, y que ése pueda ser un ingrediente para la eclosión de nuevos con-

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