09.05.2013 Views

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

—Los vecinos preferimos calificarlo <strong>de</strong> excéntrico —repuso Pen<strong>de</strong>rgast—. Pero a lo<br />

largo <strong>de</strong> los años muchos habrán coincidido con usted, supongo. El Dakota, así llamado<br />

porque cuando se construyó en 1884, esta parte <strong>de</strong> la ciudad parecía tan lejana como el<br />

territorio indio. Sin embargo posee una soli<strong>de</strong>z, una especie <strong>de</strong> permanencia, que me<br />

gusta. Levantado sobre un lecho <strong>de</strong> roca, con pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ochenta centímetros <strong>de</strong> grosor en<br />

la planta baja. Pero no ha venido usted a escuchar una conferencia sobre arquitectura. En<br />

realidad, me alegro <strong>de</strong> que se haya dignado venir.<br />

—¿Bromea? —dijo Hayward—. ¿Cómo iba a per<strong>de</strong>rme una visita turística a la choza<br />

<strong>de</strong>l agente Pen<strong>de</strong>rgast? En la policía, es usted una especie <strong>de</strong> leyenda, como seguramente<br />

ya sabe.<br />

—Muy alentador —comentó Pen<strong>de</strong>rgast, acomodándose en un sillón—. Pero<br />

lamentablemente la visita turística se reduce a esta habitación. Rara vez recibo a gente<br />

aquí. No obstante, me parecía el mejor lugar para nuestra conversación.<br />

—Y eso ¿por qué? —preguntó Hayward mientras seguía inspeccionando la sala. De<br />

pronto su vista se posó en la mesa lacada más cercana y, señalándola, exclamó—: ¡Eh, pero<br />

si es un bonsái, un árbol en miniatura! Mi sensei en el dojo <strong>de</strong> kárate tiene un par.<br />

—Es un Gingko biloba —explicó Pen<strong>de</strong>rgast—; «cabello <strong>de</strong> doncella» en nuestro<br />

idioma. Es el único miembro que queda <strong>de</strong> una familia <strong>de</strong> árboles muy común en la<br />

prehistoria. Y a su <strong>de</strong>recha verá una agrupación <strong>de</strong> arces tri<strong>de</strong>ntes enanos. Me siento<br />

particularmente orgulloso <strong>de</strong> su aspecto natural. Todos los árboles <strong>de</strong> esa agrupación<br />

cambian <strong>de</strong> color en distintos momentos <strong>de</strong>l otoño. Plantarlos <strong>de</strong>l primero al último me<br />

llevó nueve años. Su sensei podrá explicarle que el secreto <strong>de</strong> las agrupaciones <strong>de</strong> árboles<br />

es añadir bonsais gradualmente, y siempre en cantida<strong>de</strong>s impares, hasta que contar el<br />

número <strong>de</strong> troncos exija concentración. Llegados a ese punto, el trabajo ha concluido.<br />

—¿Nueve años? —repitió Hayward—. Debe <strong>de</strong> tener mucho tiempo libre.<br />

—La verdad es que no. Soy un apasionado <strong>de</strong> los bonsais. Es un arte que uno nunca<br />

domina por completo. Y me fascina esa mezcla <strong>de</strong> estética natural y artificial. —Cruzó las<br />

piernas, su traje negro casi invisible contra la piel negra <strong>de</strong>l sillón, y dio por finalizada su<br />

disertación con un a<strong>de</strong>mán—. Pero no me incite a hablar <strong>de</strong> ello porque no acabaría nunca.<br />

Hace un momento me ha preguntado por qué consi<strong>de</strong>ro éste el mejor sitio para conversar.<br />

La razón es muy simple: <strong>de</strong>seo conocer mejor a la gente sin hogar.<br />

Hayward permaneció en silencio.<br />

—Usted ha trabajado con ellos —prosiguió Pen<strong>de</strong>rgast—, los ha estudiado. Es una<br />

experta en la materia.<br />

—Los otros no opinan lo mismo.<br />

—Si se parasen a pensar, cambiarían <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a. En todo caso, comprendo su<br />

susceptibilidad al respecto. Y por eso mismo he creído que podía sentirse más cómoda<br />

hablando <strong>de</strong>l tema fuera <strong>de</strong> las horas <strong>de</strong> servicio, lejos <strong>de</strong> la jefatura y la comisaría <strong>de</strong><br />

distrito.<br />

Pen<strong>de</strong>rgast había acertado <strong>de</strong> pleno, pensó Hayward. Aquella sala extraña y<br />

relajante, con su silenciosa cascada y su <strong>de</strong>snuda belleza, le parecía tan lejana a la jefatura<br />

como la luna. Recostada en la embriagadora suavidad <strong>de</strong>l sofá, notó que su natural cautela<br />

se disipaba. Pensó en quitarse el voluminoso cinto <strong>de</strong> la pistola, pero se sentía <strong>de</strong>masiado<br />

a gusto para moverse.<br />

—Yo he estado en los subterráneos dos veces —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. La primera sólo<br />

para poner a prueba el disfraz y realizar un reconocimiento preliminar, y la segunda para<br />

buscar a Mephisto, el jefe <strong>de</strong> la gente sin hogar. Y cuando lo encontré, comprendí que<br />

había subestimado un par <strong>de</strong> aspectos: la firmeza <strong>de</strong> sus convicciones y el número <strong>de</strong><br />

110

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!