Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
Diamond se metió la mano bajo el mono <strong>de</strong> trabajo y sacó una pequeña petaca con<br />
algo que no era agua. Tomó un largo trago y volvió a guardársela sin invitar a Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
Dijo algo inaudible a causa <strong>de</strong>l estruendo <strong>de</strong> la chimenea <strong>de</strong> ventilación.<br />
—¿Cómo? —preguntó Pen<strong>de</strong>rgast, acercándose todavía más.<br />
—He dicho que sí, lo conozco.<br />
—Hábleme <strong>de</strong> él, si es tan amable.<br />
Diamond <strong>de</strong>svió la mirada y contempló la orilla <strong>de</strong> Nueva Jersey al otro lado <strong>de</strong>l río.<br />
—Los cabrones <strong>de</strong> los ricachos —masculló.<br />
—¿Perdone?<br />
—Los cabrones <strong>de</strong> los ricachos —repitió Diamond—. No querían tener el menor<br />
contacto con la clase trabajadora.<br />
—¿Los ricachos?<br />
—Sí, ya sabe: Astor, Rockefeller, Morgan, y todos los <strong>de</strong>más. Construyeron esos<br />
túneles hace más <strong>de</strong> cien años.<br />
—No entiendo —dijo Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
—Túneles <strong>de</strong> ferrocarril —prorrumpió Diamond, malhumorado—. Pretendían<br />
construirse una línea <strong>de</strong> ferrocarril privada. Venía <strong>de</strong> Pelham y pasaba bajo el parque, el<br />
hotel Knickerbocker, las mansiones <strong>de</strong> la Quinta Avenida. Estaciones y salas <strong>de</strong> espera<br />
privadas con todos los lujos. No se privaban <strong>de</strong> nada.<br />
—Pero ¿por qué a esa profundidad?<br />
Diamond sonrió por primera vez.<br />
—Cosas <strong>de</strong> la geología. Tenían que perforar bajo los túneles <strong>de</strong> metro y líneas <strong>de</strong><br />
ferrocarril ya existentes, claro está. Pero justo <strong>de</strong>bajo había un estrato <strong>de</strong> lutita, un tipo <strong>de</strong><br />
roca sedimentaria precámbrica <strong>de</strong> pésima calidad. La lutita admite cloacas y conducciones<br />
<strong>de</strong> agua, pero no un túnel <strong>de</strong> ferrocarril. Así que tuvieron que bajar más. La Buhardilla <strong>de</strong>l<br />
Diablo está a una profundidad equivalente a treinta plantas.<br />
—Pero ¿por qué se embarcaron en semejante empresa? —preguntó Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
Diamond lo miró con expresión <strong>de</strong> incredulidad.<br />
—¿Por qué? ¿A usted qué le parece? Esos remilgados no querían compartir las vías ni<br />
las señales con las líneas <strong>de</strong> tren regulares. Perforando los túneles a esa profundidad,<br />
podían salir directamente <strong>de</strong> la ciudad, subir hasta Crotón y tener pista libre. Sin retrasos,<br />
sin mezclarse con la gente corriente.<br />
—Eso no explica por qué no hay documentos <strong>de</strong> su existencia —adujo Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
—La construcción costó una fortuna. Y no todo el dinero salió <strong>de</strong> los bolsillos <strong>de</strong> los<br />
magnates <strong>de</strong>l petróleo. Pidieron favores al ayuntamiento. —Diamond se tocó un lado <strong>de</strong> la<br />
nariz—. No suele <strong>de</strong>jarse constancia <strong>de</strong> esa clase <strong>de</strong> construcción.<br />
—¿Por qué abandonaron el proyecto?<br />
—Las labores <strong>de</strong> mantenimiento eran interminables. Al estar los túneles bajo las<br />
cloacas y los colectores <strong>de</strong> lluvias, no había manera <strong>de</strong> conservarlos secos. Se producían,<br />
a<strong>de</strong>más, acumulaciones <strong>de</strong> metano, <strong>de</strong> monóxido <strong>de</strong> carbono, etcétera.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast asintió con la cabeza.<br />
—Gases pesados que <strong>de</strong>scendían a los niveles inferiores.<br />
—Gastaron millones en esos con<strong>de</strong>nados túneles, y no consiguieron acabar la línea.<br />
En las inundaciones <strong>de</strong>l 98, cuando no llevaban abiertos ni dos años, las bombas no dieron<br />
abasto y quedó todo anegado <strong>de</strong> aguas residuales. Así que tapiaron los accesos, sin<br />
molestarse siquiera en sacar la maquinaria.<br />
Diamond se calló, y en la cabina se oyó sólo el rugido <strong>de</strong> la chimenea <strong>de</strong> ventilación.<br />
—¿Existe algún plano <strong>de</strong> esos túneles? —preguntó Pen<strong>de</strong>rgast al cabo <strong>de</strong> un<br />
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