Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
Se oyó un chapoteo. Debido al eco, era difícil calcular la distancia; pero sin duda se<br />
acercaba. Se inclinó en la oscuridad, aguzando el oído.<br />
—¡Todavía nos persiguen! —gritó Duffy a escasos centímetros <strong>de</strong> su tímpano.<br />
Smithback lo agarró <strong>de</strong>l brazo por segunda vez.<br />
—Duffy, cállese y atienda. Si echamos a correr, nos atraparán; son más rápidos que<br />
nosotros. Tenemos que <strong>de</strong>spistarlos. Usted conoce la red; dígame por dón<strong>de</strong> hay que ir.<br />
Duffy pareció serenarse, y Smithback oyó que respiraba hondo.<br />
—Muy bien —dijo el ingeniero—. Los colectores <strong>de</strong> emergencia tienen estaciones <strong>de</strong><br />
medición en el tramo final, justo antes <strong>de</strong>l Cuello <strong>de</strong> Botella. Si realmente es ahí don<strong>de</strong><br />
estamos, po<strong>de</strong>mos escon<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong>ntro…<br />
—Vamos allá —susurró Smithback.<br />
Avanzaron por el agua en la oscuridad, el haz <strong>de</strong> la linterna oscilando <strong>de</strong> pared a<br />
pared. Llegaron a un recodo <strong>de</strong>l túnel, y al torcer apareció ante ellos una máquina enorme<br />
y antigua, una especie <strong>de</strong> gigantesco tornillo hueco engastado horizontalmente sobre un<br />
bloque <strong>de</strong> granito. Sobresalía una oxidada tubería en cada extremo, y <strong>de</strong>trás había una<br />
maraña <strong>de</strong> tubos parecida a unos intestinos <strong>de</strong> hierro. En su base, la máquina tenía una<br />
pequeña plataforma <strong>de</strong> rejilla. La corriente <strong>de</strong> agua continuaba más allá <strong>de</strong> la estación,<br />
<strong>de</strong>sviándose sólo una pequeña parte a la izquierda por un estrecho y sinuoso túnel<br />
adyacente. Cogiendo la linterna, Smithback se agarró a la rejilla y se encaramó a ella. A<br />
continuación ayudó a subir a Duffy.<br />
—Dentro <strong>de</strong> la tubería —murmuró Smithback.<br />
Empujó a Duffy hacia el interior y <strong>de</strong>spués se metió él, arrojando la linterna a la<br />
corriente antes <strong>de</strong> ocultarse por completo.<br />
—¿Está loco? Acaba <strong>de</strong> tirar…<br />
—Es <strong>de</strong> plástico —dijo Smithback—. Flotará. Espero que sigan la luz corriente abajo.<br />
Permanecieron en absoluto silencio. Las gruesas pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la estación <strong>de</strong> medición<br />
amortiguaban los sonidos <strong>de</strong>l túnel, pero al cabo <strong>de</strong> unos minutos el chapoteo se oía con<br />
mayor niti<strong>de</strong>z. Los rugosos se acercaban, y <strong>de</strong>prisa, a juzgar por el ruido. Smithback notó<br />
contraerse a Duffy <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él, y rogó por que el ingeniero no perdiese la cabeza. El<br />
chapoteo se hizo más sonoro, y Smithback los oyó respirar, un trabajoso resuello, como el<br />
<strong>de</strong> un caballo cansado. El chapoteo llegó junto a la estación <strong>de</strong> medición y se <strong>de</strong>tuvo.<br />
Percibiendo el repugnante olor a cabra, Smithback cerró los ojos con fuerza. Detrás<br />
<strong>de</strong> él, en la negrura, Duffy temblaba violentamente.<br />
Oyó el chapoteo en torno a la estación mientras las criaturas la ro<strong>de</strong>aban. Llegó un<br />
sonido grave, como un resoplido, y a Smithback se le heló la sangre al recordar el finísimo<br />
olfato <strong>de</strong> Mbwun. El chapoteo continuó. Instantes <strong>de</strong>spués, con una profunda sensación <strong>de</strong><br />
alivio, Smithback oyó que se alejaba. Las criaturas seguían túnel abajo.<br />
Respiró lentamente, contando las hondas inhalaciones. Al llegar a treinta, se volvió<br />
hacia Duffy.<br />
—¿Por dón<strong>de</strong> se va a las alcantarillas?<br />
—Por el extremo opuesto —susurró Duffy.<br />
—Pues vámonos.<br />
Con cuidado, se dieron la vuelta en aquel fétido y reducido espacio y se arrastraron<br />
hasta el extremo <strong>de</strong> la tubería. Por fin Duffy salió. Smithback lo oyó hundir un pie en el<br />
agua y luego el otro, y cuando él avanzaba ya hacia el exterior, un penetrante grito<br />
atravesó la oscuridad y algo <strong>de</strong>masiado espeso y caliente para ser agua le salpicó la cara.<br />
Retrocedió aterrorizado.<br />
—¡Socorro! —balbuceó Duffy—. No, por favor, va… ¡Dios, mis tripas! Que alguien<br />
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