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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

—Primero terminamos la operación —repitió.<br />

Snow comprendió que no servía <strong>de</strong> nada discutir. Agarrando con firmeza el M-16,<br />

siguió a Donovan en la oscuridad. Poco más a<strong>de</strong>lante había un recodo en el túnel, y un<br />

resplandor trémulo proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l otro lado se reflejaba en la pared <strong>de</strong> ladrillo.<br />

—Tenga el fusil a punto —advirtió Donovan en un susurro.<br />

Snow dobló con cautela el recodo y paró en seco. El túnel terminaba allí mismo. En la<br />

pared <strong>de</strong>l fondo, una escalerilla <strong>de</strong> hierro ascendía hacia la boca <strong>de</strong> una gran tubería<br />

vertical.<br />

—¡Dios santo! —gimió Donovan.<br />

En un rincón, entre la inmundicia, crepitaba una única bengala, iluminando<br />

tenuemente el espacio. Snow miró alre<strong>de</strong>dor con <strong>de</strong>sesperación, absorto en los aterradores<br />

<strong>de</strong>talles. Numerosas marcas <strong>de</strong> balazos salpicaban las pare<strong>de</strong>s. En una <strong>de</strong> ellas había<br />

saltado parte <strong>de</strong>l paramento, quedando los contornos <strong>de</strong>l orificio quemados y<br />

ennegrecidos. Dos formas oscuras yacían <strong>de</strong>sma<strong>de</strong>jadas en el barro junto a la bengala, las<br />

mochilas y armas <strong>de</strong>sperdigadas alre<strong>de</strong>dor. Restos <strong>de</strong> cordita flotaban en el aire quieto.<br />

Donovan se había acercado ya a la figura más cercana, como para <strong>de</strong>spertarla. Pero<br />

retrocedió <strong>de</strong> inmediato, y Snow, al observar al hombre caído, vio que tenía el traje <strong>de</strong><br />

neopreno rasgado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cuello hasta la cintura, y un sanguinolento muñón don<strong>de</strong> había<br />

estado la cabeza.<br />

—Y Campion también —dijo Donovan consternado, mirando al otro cadáver—.<br />

Dios, ¿quién pue<strong>de</strong> haber hecho esto?<br />

Snow cerró los ojos y respiró entrecortadamente, intentando mantener un mínimo<br />

control.<br />

—Quienquiera que haya sido, <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haberse marchado por ahí —añadió Donovan,<br />

señalando la tubería <strong>de</strong>l techo—. Snow, coja esa bolsa <strong>de</strong> cargadores.<br />

Snow se agachó y cogió la bolsa. Casi se le resbaló, vio que estaba cubierta <strong>de</strong> sangre<br />

y sustancia blanca.<br />

—Colocaré las cargas aquí —explicó Donovan mientras extraía bloques <strong>de</strong> C-4 <strong>de</strong> su<br />

propia mochila—. Cubra la salida.<br />

Alzando el cañón <strong>de</strong>l fusil, Snow volvió la espalda a Donovan y permaneció atento al<br />

recodo <strong>de</strong>l túnel, que aparecía y <strong>de</strong>saparecía ante sus ojos en el parpa<strong>de</strong>ante resplandor <strong>de</strong><br />

la bengala casi apagada. A través <strong>de</strong>l equipo <strong>de</strong> comunicaciones oyó un susurro <strong>de</strong><br />

estática, ¿o era quizá el ruido <strong>de</strong> algo pesado arrastrado por el barro? ¿Era un débil y<br />

húmedo balbuceo lo que oía bajo los chirridos y chasquidos eléctricos?<br />

La comunicación volvió a cortarse. De reojo vio a Donovan acoplar el temporizador<br />

al explosivo y fijar la hora.<br />

—Veintitrés horas cincuenta y cinco minutos —dijo—. Eso nos <strong>de</strong>ja casi media hora<br />

para buscar al comandante y largarnos <strong>de</strong> aquí. —Se inclinó y quitó las placas <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong> los cuellos sin cabeza <strong>de</strong> sus dos compañeros muertos. Cogiendo su arma<br />

y guardándose las placas en el chaleco <strong>de</strong> goma, añadió—: Vámonos.<br />

Cuando empezaban a avanzar, Snow oyó un repentino golpeteo y algo parecido a<br />

una tos. Al volverse, vio varias figuras que bajaban por la tubería y saltaban al barro junto<br />

a los soldados muertos. Con una extraña sensación <strong>de</strong> irrealidad, Snow advirtió que iban<br />

encapuchadas y envueltas en capas.<br />

—¡Vámonos! —exclamó Donovan, y echó a correr hacia el recodo <strong>de</strong>l túnel.<br />

Snow lo siguió, impulsado por el pánico. Se alejaron <strong>de</strong> la horrible escena por el viejo<br />

túnel <strong>de</strong> ladrillo. Cuando doblaban el recodo, Donovan resbaló y cayó, rodando en la<br />

<strong>de</strong>nsa oscuridad.<br />

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