Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
mediante las huellas digitales. Shasheen Walker, treinta y dos años. Con una hoja <strong>de</strong><br />
antece<strong>de</strong>ntes penales tan larga como mi brazo, drogadicto.<br />
En otras circunstancias a D'Agosta le habría parecido ridículo que un policía hablase<br />
en susurros. En aquel momento, en cambio, lo agra<strong>de</strong>cía. Se produjo un largo silencio<br />
mientras D'Agosta inspeccionaba el cubículo con su propia linterna.<br />
—¿Encontraron la cabeza? —preguntó por fin.<br />
—No —respondió Hayward.<br />
El inmundo cubil no presentaba indicios <strong>de</strong> registro policial. Pensando que habría<br />
preferido estar en cualquier otra parte, hacer cualquier otra cosa, D'Agosta alargó un brazo<br />
hacia el interior <strong>de</strong>l cubículo, agarró la esquina <strong>de</strong> una manta roñosa y tiró <strong>de</strong> ella.<br />
Algo marrón resbaló <strong>de</strong> entre los pliegues y rodó hacia el bor<strong>de</strong> exterior <strong>de</strong>l cubículo.<br />
Lo que quedaba <strong>de</strong> la boca permanecía abierto en un grito helado.<br />
—Diría que no buscaron muy a fondo —comentó D'Agosta. Oyó escapar un leve<br />
gemido <strong>de</strong> la garganta <strong>de</strong> Waxie. Se volvió hacia él y preguntó—: ¿Te pasa algo, Jack?<br />
Waxie no respondió. Su rostro parecía una pálida luna suspendida en la fétida<br />
oscuridad.<br />
D'Agosta iluminó <strong>de</strong> nuevo la cabeza.<br />
—Tendremos que hacer venir a un equipo <strong>de</strong> técnicos para realizar un registro<br />
completo —dijo, e hizo a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> sacar la radio, pero se <strong>de</strong>tuvo al recordar que allí no<br />
funcionaría.<br />
Hayward se acercó.<br />
—¿Teniente?<br />
—¿Sí?<br />
—Los topos han <strong>de</strong>jado esto tal como estaba porque aquí murió una persona. Son<br />
supersticiosos con estas cosas, o por lo menos algunos. Pero en cuanto nos vayamos<br />
limpiarán el cubículo <strong>de</strong> arriba abajo, se <strong>de</strong>sharán <strong>de</strong> la cabeza, y nunca la encontraremos.<br />
No quieren ver policía aquí abajo por nada <strong>de</strong>l mundo.<br />
—¿Y cómo <strong>de</strong>monios van a enterarse <strong>de</strong> que hemos estado aquí?<br />
—Ya se lo he dicho, teniente: están aquí, alre<strong>de</strong>dor, escuchando.<br />
D'Agosta alumbró en torno con la linterna. El pasadizo estaba en silencio y no se veía<br />
un alma.<br />
—¿Y qué propone?<br />
—Si quiere la cabeza, va a tener que llevársela ahora —aconsejó Hayward.<br />
—¡Mierda! —dijo D'Agosta entre dientes—. De acuerdo, sargento, improvisaremos.<br />
Acerque esa toalla que hay ahí.<br />
Ro<strong>de</strong>ando a Waxie, que se hallaba paralizado, la sargento Hayward cogió la toalla<br />
empapada <strong>de</strong> agua y la extendió sobre el húmedo hormigón junto a la cabeza. Luego,<br />
cubriéndose la mano con la manga <strong>de</strong>l uniforme, empujó la cabeza hacia la toalla con la<br />
muñeca.<br />
D'Agosta, con una mezcla <strong>de</strong> repugnancia y admiración, observó a Hayward juntar<br />
las cuatro esquinas <strong>de</strong> la toalla, formando una pelota. Parpa<strong>de</strong>ó, tratando en vano <strong>de</strong> alejar<br />
el nauseabundo hedor.<br />
—Vámonos. Sargento, la <strong>de</strong>jo en sus manos.<br />
—No hay problema —dijo Hayward, y levantó la toalla, manteniéndola alejada <strong>de</strong>l<br />
cuerpo.<br />
Cuando D'Agosta se puso en marcha, iluminando el pasadizo en dirección a la<br />
escalera, se oyó <strong>de</strong> pronto un silbido. Al instante una botella voló <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la oscuridad y<br />
pasó rozándole la cabeza a Waxie. Fue a estrellarse contra la pared. De <strong>de</strong>trás llegaron<br />
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