Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
Hayward encendió su radio, pero no consiguió ponerse en contacto con nadie a través <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>nso zumbido <strong>de</strong> interferencias. A lo lejos, oían toses y maldiciones, proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> los<br />
rezagados ocultos en el laberinto <strong>de</strong> túneles inferiores obligados a subir a la superficie por<br />
el gas. Hayward no tenía el menor <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> tropezarse con ellos cuando saliesen.<br />
Al llegar a la escalera, Beal se dobló <strong>de</strong> pronto por la cintura y vomitó en la máscara.<br />
Separándose <strong>de</strong> inmediato <strong>de</strong>l otro herido, Hayward arrancó la máscara a Beal. El agente<br />
agachó la cabeza y volvió a levantarla al instante al respirar el gas. Tensó los miembros, se<br />
revolvió y, soltándose <strong>de</strong> los otros dos hombres, se <strong>de</strong>splomó con la cara entre las manos.<br />
—Tenemos que seguir —gritó McMahon.<br />
—Sigan uste<strong>de</strong>s —dijo Hayward—. Yo no pienso <strong>de</strong>jar aquí a este hombre.<br />
McMahon, in<strong>de</strong>ciso, permaneció inmóvil. Carlin le lanzó una mirada iracunda. Por<br />
fin McMahon, con expresión ceñuda, cedió.<br />
—Está bien, me quedo.<br />
Con la ayuda <strong>de</strong> McMahon, Hayward levantó a Beal, que respiraba con dificultad.<br />
—O camina, o nos ahogamos todos —susurró Hayward al oído <strong>de</strong> Beal—. Es así <strong>de</strong><br />
sencillo, amigo mío.<br />
47<br />
El Departamento <strong>de</strong> Policía <strong>de</strong> Nueva York había habilitado un centro <strong>de</strong> control <strong>de</strong><br />
crisis para la operación <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagüe. Entrando <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Pen<strong>de</strong>rgast y D'Agosta, Margo vio<br />
varias hileras <strong>de</strong> equipo <strong>de</strong> comunicaciones colocado todavía en plataformas rodantes.<br />
Había numerosos policías uniformados <strong>de</strong> pie en torno a las mesas cubiertas <strong>de</strong> mapas.<br />
Por el suelo serpenteaban gruesos cables negros unidos con cinta aislante.<br />
Horlocker y Waxie se hallaban sentados ante una larga mesa, <strong>de</strong> espaldas al equipo<br />
<strong>de</strong> comunicaciones. Incluso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la puerta, Margo advirtió en sus rostros el brillo <strong>de</strong>l<br />
sudor. Cerca <strong>de</strong> ellos, un hombre <strong>de</strong> escasa estatura y poblado bigote trabajaba ante un<br />
or<strong>de</strong>nador.<br />
—¿Qué es esto? —preguntó Horlocker al verlos llegar—. ¿Un comité <strong>de</strong> damas en<br />
visita <strong>de</strong> cortesía?<br />
—Señor —dijo D'Agosta—, no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>saguar el Reservoir.<br />
Horlocker la<strong>de</strong>ó la cabeza.<br />
—D'Agosta, ahora no puedo aten<strong>de</strong>rle. Por si no tenía ya bastante, ahora para colmo<br />
<strong>de</strong>bo ocuparme <strong>de</strong> la manifestación <strong>de</strong> esa Wisher. Entretanto se lleva a cabo bajo tierra la<br />
operación <strong>de</strong> <strong>de</strong>salojo <strong>de</strong>l siglo. He <strong>de</strong>splegado a todo mi contingente. Así que si quiere<br />
<strong>de</strong>cirme algo, envíeme una carta, ¿entendido? —Hizo una pausa—. ¿Qué? ¿Han ido a<br />
darse un baño?<br />
—El Reservoir —intervino Pen<strong>de</strong>rgast, avanzando un paso— está infestado <strong>de</strong> estas<br />
peligrosas plantas. Es la especie que Mbwun necesitaba para vivir, la planta <strong>de</strong> la que<br />
Kawakita extraía su droga. Y está granando. —Arrojó sobre la mesa la planta lodosa que<br />
llevaba al hombro—. Ahí la tiene. Llena a rebosar <strong>de</strong> esmalte. Ahora sabemos dón<strong>de</strong> la<br />
cultivaban.<br />
—¿Qué <strong>de</strong>monios hace? —protestó Horlocker—. ¡Quite esa mierda <strong>de</strong> mi mesa!<br />
—Eh, D'Agosta —dijo Waxie—, hace un rato nos has convencido <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bíamos<br />
sacar a esos monstruos ver<strong>de</strong>s tuyos <strong>de</strong> las cloacas, y eso nos proponemos. ¿Qué pasa?<br />
190