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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

hacia los asesinos, quienesquiera que fuesen. Sin embargo la intuición le <strong>de</strong>cía que seguía<br />

alejándose <strong>de</strong>l lugar don<strong>de</strong> se había producido la terrible carnicería. Daba la impresión <strong>de</strong><br />

que los túneles <strong>de</strong> resbaladizas pare<strong>de</strong>s bajaban sin cesar.<br />

Las siniestras criaturas que había visto eran sin duda los rugosos, los individuos que<br />

Mephisto había <strong>de</strong>nunciado, tal vez responsables también <strong>de</strong> la matanza <strong>de</strong>l metro. Los<br />

rugosos. En unos minutos habían matado por lo menos a cuatro personas. Los gritos <strong>de</strong><br />

Waxie parecían resonar aún en sus oídos, y ya no estaba seguro <strong>de</strong> si era un sonido real, o<br />

un simple recuerdo.<br />

De pronto irrumpió otro ruido en sus pensamientos, éste muy real: <strong>de</strong> nuevo las<br />

pisadas, y a corta distancia. Aterrorizado, se volvió a un lado y a otro, buscando una salida<br />

por don<strong>de</strong> escapar. Súbitamente una luz intensa lo <strong>de</strong>slumbró, y <strong>de</strong>trás surgió una figura<br />

que se aproximaba a él. Smithback tensó los músculos, preparándose para una lucha que,<br />

afortunadamente, sería breve.<br />

Pero la figura retrocedió, lanzando un chillido <strong>de</strong> pánico. La linterna cayó a los pies<br />

<strong>de</strong> Smithback. Con profundo alivio, el periodista reconoció el poblado bigote <strong>de</strong> Duffy, el<br />

hombre que subía <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Waxie por la escalerilla. Por lo visto, milagrosamente había<br />

escapado <strong>de</strong> sus perseguidores.<br />

—¡Cálmese! —susurró Smithback, agachándose a recoger la linterna antes <strong>de</strong> que<br />

rodase túnel abajo—. Soy periodista. He visto lo que ha ocurrido.<br />

Duffy estaba <strong>de</strong>masiado asustado, o falto <strong>de</strong> aliento, para preguntar a Smithback qué<br />

hacía allí, bajo el Reservoir <strong>de</strong>l Central Park. Se sentó en el suelo <strong>de</strong> ladrillo, respirando<br />

agitadamente. Cada escasos segundos volvía la cabeza y dirigía una rápida mirada a la<br />

oscuridad.<br />

—¿Sabe cómo salir <strong>de</strong> aquí? —preguntó Smithback.<br />

—No —contestó Duffy entre ja<strong>de</strong>os—. O quizá sí. Vamos, ayú<strong>de</strong>me.<br />

—Me llamo Bill Smithback.<br />

Tendió una mano al tembloroso ingeniero y lo ayudó a levantarse.<br />

—Stan Duffy —dijo el ingeniero.<br />

—¿Cómo ha conseguido librarse <strong>de</strong> esas criaturas?<br />

—Los he <strong>de</strong>spistado en los túneles <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagüe —respondió Duffy. Una gruesa<br />

lágrima resbaló lentamente por su cara manchada <strong>de</strong> barro.<br />

—¿Por qué todos estos túneles conducen hacia abajo, y no hacia arriba?<br />

Duffy se enjugó los ojos distraídamente con una manga.<br />

—Estamos en unos túneles <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagüe secundarios. En una situación <strong>de</strong> emergencia,<br />

el agua corre tanto por el conducto principal como por estos conductos secundarios,<br />

confluyendo en el Cuello <strong>de</strong> Botella. En esta zona, todo tiene que pasar por el Cuello <strong>de</strong><br />

Botella. —Se interrumpió y abrió <strong>de</strong>smesuradamente los ojos, como si acabase <strong>de</strong> recordar<br />

algo. Luego consultó su reloj—. ¡Tenemos que salir <strong>de</strong> aquí! ¡Sólo faltan noventa minutos!<br />

—¿Noventa minutos? ¿Para qué? —preguntó Smithback, enfocando al frente la<br />

linterna.<br />

—El Reservoir va a <strong>de</strong>saguarse a las doce <strong>de</strong> la noche. Ahora ya no hay forma <strong>de</strong><br />

impedirlo. Y el agua bajará por estos túneles.<br />

—¿Cómo? —murmuró Smithback.<br />

—Quieren inundar los niveles inferiores, los túneles Astor, para <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> esas<br />

criaturas. O mejor dicho, querían. Parece que han cambiado <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a. Pero ya es <strong>de</strong>masiado<br />

tar<strong>de</strong>…<br />

—¿Los túneles Astor? —repitió Smithback, pensando: «Debe <strong>de</strong> ser la Buhardilla <strong>de</strong>l<br />

Diablo <strong>de</strong> la que hablaba Mephisto».<br />

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