Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
Margo pareció adormilarse. Al cabo <strong>de</strong> un momento volvió a mover los labios.<br />
—Frock…<br />
Pen<strong>de</strong>rgast se apresuró a tocarle los labios con las yemas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos.<br />
—Más tar<strong>de</strong> —dijo—. Tendremos tiempo <strong>de</strong> sobra.<br />
Margo negó con la cabeza.<br />
—¿Cómo pudo hacer una cosa así? —murmuró—. ¿Cómo pudo tomar esa droga,<br />
construir esa espeluznante cabaña?<br />
—Resulta inquietante <strong>de</strong>scubrir lo poco que uno conoce incluso a los amigos más<br />
íntimos —respondió Pen<strong>de</strong>rgast—. ¿Quién sabe qué <strong>de</strong>seos ocultos alimentan el fuego<br />
interior que los mantiene vivos? Era imposible imaginar hasta qué punto echaba en falta<br />
Frock la posibilidad <strong>de</strong> andar. Su arrogancia fue siempre obvia. Todos los gran<strong>de</strong>s<br />
científicos son en extremo arrogantes. Debió <strong>de</strong> advertir que Kawakita había<br />
perfeccionado notablemente la droga a través <strong>de</strong> sucesivas etapas. Al fin y al cabo, la<br />
droga que consumió Kawakita era un versión posterior a la que había dado origen a los<br />
rugosos. Frock <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> sentirse muy seguro <strong>de</strong> su capacidad <strong>de</strong> corregir lo que Kawakita<br />
había pasado por alto. Intuyó las faculta<strong>de</strong>s curativas <strong>de</strong> la droga y explotó al límite esas<br />
faculta<strong>de</strong>s. Pero la versión final <strong>de</strong> la droga <strong>de</strong>formaba la mente mucho más <strong>de</strong> lo que<br />
sanaba el cuerpo. Y sus <strong>de</strong>seos más profundos, sus ansias más secretas, afloraron a la<br />
superficie, agrandados y distorsionados, y empezaron a regir sus actos. La cabaña es en sí<br />
la prueba última <strong>de</strong> esa <strong>de</strong>generación. Quería ser dios… su dios, el dios <strong>de</strong> la evolución.<br />
Margo hizo una mueca <strong>de</strong> consternación. Luego tomó aire, extendió los brazos a los<br />
costados y <strong>de</strong>jó que el balanceo <strong>de</strong> la lancha alejase aquellos pensamientos. Salieron <strong>de</strong> la<br />
Cloaca, atravesaron el Spuyten Dyvil, y los envolvió al aire limpio <strong>de</strong>l Hudson. La débil<br />
luz <strong>de</strong>l amanecer daba paso ya a un caluroso día <strong>de</strong> finales <strong>de</strong>l verano. D'Agosta<br />
contempló en silencio la estela blanca <strong>de</strong>l guardacostas.<br />
Casualmente, Margo notó un bulto en su bolsillo. Metió la mano y sacó el sobre<br />
empapado que Mephisto le había entregado en el negro túnel no hacía muchas horas.<br />
Movida por la curiosidad, lo abrió. Contenía una breve nota, pero el mensaje había<br />
quedado reducido a borrones <strong>de</strong> tinta. La nota envolvía una fotografía en blanco y negro,<br />
<strong>de</strong>slavazada y arrugada. Mostraba a un niño en un patio polvoriento con una pequeña<br />
gorra <strong>de</strong> maquinista <strong>de</strong> tren, montado en un caballo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra con ruedas. La cara<br />
regor<strong>de</strong>ta sonreía a la cámara. Al fondo se veía una vieja caravana ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> cactus.<br />
Detrás <strong>de</strong> la caravana, a lo lejos, se alzaban unas montañas. Margo contempló por un<br />
momento la fotografía, viendo en aquella cara pequeña y feliz el espectro <strong>de</strong>l hombre en<br />
que se convertiría. Volvió a guardarse con cuidado la fotografía y el sobre en el bolsillo.<br />
—¿Qué ha pasado con el Reservoir? —preguntó a Pen<strong>de</strong>rgast en voz baja.<br />
—El nivel no ha variado en las últimas seis horas —contestó Pen<strong>de</strong>rgast—. Por lo<br />
visto, el agua ha quedado embalsada.<br />
—Así que lo hemos conseguido.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast no respondió.<br />
—¿No? —insistió Margo, alarmada.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast <strong>de</strong>svió la vista.<br />
—Eso parece —dijo por fin.<br />
—Entonces ¿cuál es el problema? No está seguro, ¿no?<br />
Pen<strong>de</strong>rgast se volvió hacia ella, mirándola a la cara con sus ojos claros.<br />
—Con un poco <strong>de</strong> suerte, los túneles <strong>de</strong>splomados habrán resistido y no se habrán<br />
producido filtraciones. En unas veinticuatro horas, el thyoxin habrá <strong>de</strong>struido las plantas.<br />
Pero no existe una total seguridad, al menos todavía.<br />
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