Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
cerraba la escotilla. Tres lados <strong>de</strong> la cabina <strong>de</strong> observación daban al Hudson, los accesos al<br />
túnel Lincoln y el enorme generador que alimentaba los extractores encargados <strong>de</strong><br />
absorber el aire viciado <strong>de</strong>l interior <strong>de</strong>l túnel y expulsarlo al exterior por las chimeneas <strong>de</strong><br />
ventilación. Estirando el cuello, Pen<strong>de</strong>rgast vio las turbinas <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong> filtración <strong>de</strong>l<br />
túnel, retumbando justo <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ellos.<br />
El hombre, tras cerrar la escotilla, fue a sentarse a un taburete colocado ante una<br />
mesa <strong>de</strong> dibujo. No había más asiento que aquél en la pequeña cabina. Pen<strong>de</strong>rgast vio que<br />
el hombre lo miraba y movía la boca como si hablase. Sin embargo el zumbido <strong>de</strong> la<br />
chimenea <strong>de</strong> ventilación ahogaba cualquier otro sonido.<br />
—¿Cómo? —preguntó Pen<strong>de</strong>rgast a voz en cuello, acercándose a él. La escotilla <strong>de</strong>l<br />
suelo aislaba escasamente la cabina <strong>de</strong>l ruido y los humos <strong>de</strong>l tráfico.<br />
—I<strong>de</strong>ntificación —respondió el hombre—. Me dijeron que traería alguna clase <strong>de</strong><br />
i<strong>de</strong>ntificación.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast se metió la mano en el bolsillo interior <strong>de</strong> la chaqueta y le mostró su<br />
i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong>l FBI. El hombre la examinó <strong>de</strong>tenidamente.<br />
—Usted es el señor Albert Diamond, ¿no? —preguntó Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
—Al —dijo el hombre con naturalidad—. ¿Qué necesita?<br />
—Según he oído, es usted quien mejor conoce los subterráneos <strong>de</strong> Nueva York —<br />
explicó Pen<strong>de</strong>rgast—. Siempre le consultan cuando han <strong>de</strong> perforar un nuevo túnel para el<br />
metro o reparar un gasoducto.<br />
Diamond miró fijamente a Pen<strong>de</strong>rgast. Una <strong>de</strong> sus mejillas se hinchó mientras se<br />
recorría lentamente los molares inferiores con la lengua.<br />
—Así es, supongo —respondió por fin.<br />
—¿Cuándo visitó por última vez los subterráneos?<br />
Diamond alzó un puño, lo abrió dos veces y lo volvió a cerrar.<br />
—¿Diez? —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. ¿Hace diez meses?<br />
Diamond negó con la cabeza.<br />
—¿Años?<br />
Diamond asintió.<br />
—¿Por qué tanto tiempo?<br />
—Me cansé. Solicité el traslado aquí.<br />
—¿Lo solicitó? Una interesante elección <strong>de</strong> puesto. Prácticamente lo más alejado <strong>de</strong>l<br />
subsuelo sin tener que subirse a un avión. ¿Era ésa su i<strong>de</strong>a?<br />
Diamond hizo un gesto <strong>de</strong> indiferencia, sin darle la razón ni contra<strong>de</strong>cirlo.<br />
—Necesito cierta información —continuó Pen<strong>de</strong>rgast a voz en grito. Había<br />
<strong>de</strong>masiado ruido en la cabina <strong>de</strong> observación para andarse con ro<strong>de</strong>os.<br />
Diamond asintió, y el bulto <strong>de</strong> la mejilla ascendió lentamente cuando inició la<br />
inspección <strong>de</strong> los molares superiores.<br />
—Hábleme <strong>de</strong> la Buhardilla <strong>de</strong>l Diablo.<br />
El bulto <strong>de</strong> la mejilla se <strong>de</strong>tuvo en el acto. Al cabo <strong>de</strong> un instante, Diamond cambió<br />
<strong>de</strong> posición en el taburete pero permaneció callado.<br />
—Me han dicho —prosiguió Pen<strong>de</strong>rgast— que hay túneles a gran profundidad bajo<br />
el Central Park. A una profundidad mucho mayor que la <strong>de</strong>l resto. He oído que llaman a<br />
esa zona la Buhardilla <strong>de</strong>l Diablo. Sin embargo no he encontrado constancia <strong>de</strong> la<br />
existencia <strong>de</strong> dicho lugar, al menos por ese nombre.<br />
Diamond bajó la vista.<br />
—¿La Buhardilla <strong>de</strong>l Diablo? —repitió <strong>de</strong> mala gana transcurridos unos segundos.<br />
—¿Conoce ese lugar?<br />
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