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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

Pen<strong>de</strong>rgast y los saludó a los dos inclinando la cabeza. Vestía <strong>de</strong> nuevo su impecable traje<br />

negro, y su rostro, aunque algo ojeroso, no revelaba indicios <strong>de</strong> su reciente expedición<br />

excepto por un leve arañazo sobre la ceja izquierda.<br />

—¡Pen<strong>de</strong>rgast! —exclamó D'Agosta—. Ya era hora.<br />

—Ciertamente —respondió el agente <strong>de</strong>l FBI—. Suponía que lo encontraría aquí,<br />

Vincent. Siento haber tardado tanto en dar señales <strong>de</strong> vida. El viaje era algo más arduo <strong>de</strong><br />

lo que preveía. Podría haber venido a informarle <strong>de</strong> mi encuentro media hora antes, pero<br />

he consi<strong>de</strong>rado que era esencial ducharme y cambiarme <strong>de</strong> ropa.<br />

—¿Su encuentro? —preguntó Margo con incredulidad—. ¿Los ha visto?<br />

Pen<strong>de</strong>rgast asintió con la cabeza.<br />

—Eso, y muchas cosas más. Pero, para empezar, pónganme al corriente sobre la<br />

situación aquí arriba. Ya me he enterado <strong>de</strong> la tragedia <strong>de</strong>l metro, claro está, y he visto a la<br />

policía montada preparada como para un <strong>de</strong>sfile. Pero supongo que me he perdido<br />

muchas otras cosas.<br />

Escuchó atentamente mientras Margo y D'Agosta le informaban sobre la verda<strong>de</strong>ra<br />

naturaleza <strong>de</strong> la droga, las circunstancias <strong>de</strong> las muertes <strong>de</strong> Whittlesey y Kawakita, y el<br />

plan <strong>de</strong> inundar los túneles Astor. No interrumpió más que para formular unas cuantas<br />

preguntas cuando Margo resumió los resultados <strong>de</strong> sus experimentos.<br />

—Fascinante —comentó al final—. Fascinante, y en extremo alarmante. —Tomó<br />

asiento junto a una mesa cercana y cruzó las <strong>de</strong>lgadas piernas—. Todo eso presenta<br />

inquietantes paralelismos con mis propias investigaciones. Verán, en los túneles Astor<br />

existe un punto <strong>de</strong> reunión. Se halla en los restos <strong>de</strong> lo que en su día fue el Pabellón <strong>de</strong><br />

Cristal, la estación <strong>de</strong> tren privada situada bajo el <strong>de</strong>saparecido hotel Knickerbocker. En el<br />

centro <strong>de</strong>l pabellón, encontré una peculiar cabaña, construida <strong>de</strong> arriba abajo con cráneos<br />

humanos. Innumerables huellas convergían en esa cabaña. Enfrente había algo parecido a<br />

una mesa <strong>de</strong> ofrendas, junto con diversos artefactos. Mientras la examinaba, apareció en la<br />

oscuridad una <strong>de</strong> esas criaturas.<br />

—¿Qué aspecto tenía? —preguntó Margo casi a su pesar.<br />

—Es difícil <strong>de</strong>cirlo —respondió Pen<strong>de</strong>rgast, arrugando la frente—. No llegué a estar<br />

<strong>de</strong>masiado cerca, y el dispositivo <strong>de</strong> visión nocturna que llevaba no ofrece una buena<br />

resolución a cierta distancia. Parecía humano, o casi humano. Pero su modo <strong>de</strong> andar… en<br />

fin, no era normal. —Por lo visto, el agente <strong>de</strong>l FBI no encontraba palabras para<br />

expresarse, cosa poco habitual en él—. Al correr se encorvaba <strong>de</strong> un modo extraño,<br />

sosteniendo algo contra el pecho que probablemente se proponía añadir a la cabaña. Lo<br />

cegué con un <strong>de</strong>stello y disparé, pero el resplandor sobrecargó las gafas, y cuando<br />

recuperé la visión, la criatura había <strong>de</strong>saparecido.<br />

—¿Le dio? —preguntó D'Agosta.<br />

—Eso creo. Vi rastros <strong>de</strong> sangre. Pero en ese punto estaba ya impaciente por volver a<br />

la superficie. —Miró a Margo, enarcando una ceja—. Tengo la impresión <strong>de</strong> que unas<br />

criaturas son más <strong>de</strong>formes que otras. En todo caso, hay tres cosas indudables: son<br />

rápidas, ven en la oscuridad y su malevolencia no tiene límites.<br />

—Y viven en los túneles Astor —añadió Margo, estremeciéndose—. Todas bajo la<br />

influencia <strong>de</strong>l esmalte. Muerto Kawakita y privadas <strong>de</strong> las plantas, probablemente las ha<br />

enloquecido la necesidad.<br />

—Eso cabría pensar —dijo Pen<strong>de</strong>rgast.<br />

—Y esa cabaña que ha <strong>de</strong>scrito <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser el lugar don<strong>de</strong> Kawakita administraba la<br />

droga —prosiguió Margo—. Al menos en la etapa final, cuando la situación empezaba a<br />

escapar a su control. Pero todo eso hace pensar en un comportamiento casi ceremonial.<br />

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