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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

Al final <strong>de</strong>l andén, el rastro cruzaba bajo un arco <strong>de</strong> escasa altura. Pen<strong>de</strong>rgast se<br />

dirigió hacia allí. De pronto se <strong>de</strong>tuvo. A su olfato llegó un olor inconfundible, arrastrado<br />

por una ráfaga <strong>de</strong> aire caliente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el otro lado <strong>de</strong>l arco. Metió la mano en la mochila,<br />

buscó a tientas el flash <strong>de</strong> argón <strong>de</strong> uso militar y lo sacó. Sus potentes <strong>de</strong>stellos cegaban<br />

momentáneamente a una persona, incluso en pleno día. El inconveniente era que tardaba<br />

siete segundos en recargarse y la batería permitía un máximo <strong>de</strong> doce fogonazos.<br />

Tomando oxígeno otra vez, pasó bajo el arco con el flash en una mano y la pistola<br />

apuntada hacia la negrura en la otra.<br />

La imagen quedó en blanco por un instante mientras las gafas <strong>de</strong> visión nocturna<br />

intentaban dar resolución al amplio espacio que se extendía al otro lado <strong>de</strong>l arco. Por lo<br />

que Pen<strong>de</strong>rgast veía, se hallaba en una gran sala circular. A consi<strong>de</strong>rable altura, pendían<br />

<strong>de</strong>l techo abovedado los restos <strong>de</strong> una enorme araña <strong>de</strong> cristal, sucia y torcida. La cúpula<br />

estaba revestida <strong>de</strong> espejos, ahora resquebrajados, suspendidos sobre Pen<strong>de</strong>rgast como un<br />

cielo brillante y ruinoso. Aunque no avistaba aún el centro <strong>de</strong> la sala, distinguió unas<br />

piedras planas dispuestas en el suelo <strong>de</strong> manera irregular. Las huellas seguían esas<br />

piedras. En el centro se alzaba una estructura <strong>de</strong> contornos in<strong>de</strong>finidos, quizá un puesto<br />

<strong>de</strong> información o un antiguo quiosco <strong>de</strong> bebidas.<br />

Las pare<strong>de</strong>s curvas, divididas por columnas dóricas <strong>de</strong> yeso <strong>de</strong>sconchado, se<br />

alejaban a ambos lados, perdiéndose <strong>de</strong> vista. Entre las columnas más cercanas había un<br />

enorme mural <strong>de</strong> azulejos: árboles, un tranquilo lago con un dique <strong>de</strong> castor y un castor,<br />

montes y, en el cielo, una inminente tormenta, todo ello <strong>de</strong>teriorado por igual. El ruinoso<br />

estado <strong>de</strong>l mural y los azulejos rotos le habrían recordado a Pompeya <strong>de</strong> no ser por el<br />

tempestuoso mar <strong>de</strong> barro seco y suciedad que manchaba la parte inferior. Las pare<strong>de</strong>s<br />

estaban veteadas <strong>de</strong> inmundicia, como si un gigante se hubiese entretenido en pintarlas<br />

con los <strong>de</strong>dos. En lo alto <strong>de</strong>l mural, Pen<strong>de</strong>rgast distinguió el apellido ASTOR en una<br />

compleja composición <strong>de</strong> azulejos. Sonrió. Astor había empezado a amasar su fortuna con<br />

las pieles <strong>de</strong> castor. Aquello había sido en efecto un santuario privado para un grupo <strong>de</strong><br />

familias muy ricas.<br />

El siguiente intercolumnio contenía otro gran mural. Éste representaba, en medio <strong>de</strong><br />

un vasto paisaje <strong>de</strong> cumbres nevadas, una locomotora <strong>de</strong> vapor que arrastraba una larga<br />

fila <strong>de</strong> vagones tolva y vagones cisterna por un puente colgado sobre un <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ro.<br />

Arriba se leía el apellido VANDERBILT, un hombre que se había enriquecido por medio <strong>de</strong>l<br />

ferrocarril. Frente al mural había una vieja otomana con el respaldo roto y los brazos<br />

la<strong>de</strong>ados, el relleno enmohecido asomando por los <strong>de</strong>sgarrones <strong>de</strong> los cojines. Más allá, un<br />

intercolumnio con el apellido ROCKEFELLER mostraba una refinería <strong>de</strong> petróleo en un<br />

bucólico escenario, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> granjas, sus columnas <strong>de</strong> humos teñidas por el sol<br />

poniente.<br />

Pen<strong>de</strong>rgast avanzó un paso. Observó las hileras <strong>de</strong> columnas que se alejaban en la<br />

oscuridad, los gran<strong>de</strong>s nombres <strong>de</strong> aquella época dorada resplan<strong>de</strong>ciendo en sus gafas:<br />

Van<strong>de</strong>rbilt, Morgan, Jesup, y otros que no podía distinguir. En el lado opuesto <strong>de</strong> la sala,<br />

un pasillo con el rótulo AL HOTEL conducía a dos barrocos ascensores; las puertas estaban<br />

abiertas y manchadas <strong>de</strong> verdín, las cabinas totalmente <strong>de</strong>struidas, los cables enrollados en<br />

el suelo como serpientes <strong>de</strong> hierro. En una pared cercana, entre dos espejos agrietados,<br />

pendía un tablón <strong>de</strong> caoba, alabeado y carcomido, con un horario <strong>de</strong> trenes. La parte<br />

inferior se había <strong>de</strong>sprendido, pero arriba se leía aún:<br />

FINES DE SEMANA EN TEMPORADA<br />

Destino Hora<br />

Pocantico Hills 10.14 A<br />

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