Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
—¡Jo<strong>de</strong>r! —exclamó D'Agosta en un susurro.<br />
—Ciertamente —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. Diamond señaló también que los tramos al norte<br />
y sur <strong>de</strong>l parque habían sido rellenados, así que mi <strong>de</strong>stino está bajo el parque.<br />
—Lo acompaño —propuso D'Agosta, sacando un cigarro <strong>de</strong> un cajón.<br />
—Lo siento, Vincent. Ahora que el resto <strong>de</strong> la policía está a punto <strong>de</strong> bajar la guardia,<br />
su presencia aquí es vital. Y conviene que usted y Margo Green <strong>de</strong>terminen la naturaleza<br />
exacta <strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Kawakita. No conocemos aún cuál fue su participación en<br />
todo esto. Por otra parte, esta vez me moveré con el mayor sigilo. Será una incursión<br />
sumamente peligrosa. Si bajásemos los dos, se duplicaría el riesgo <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>scubiertos. —<br />
Puso el tapón al rotulador y lo ajustó con un golpe <strong>de</strong> <strong>de</strong>do—. No obstante, si pue<strong>de</strong><br />
prescindir <strong>de</strong> la pericia <strong>de</strong> la sargento Hayward durante unas horas, no me vendría mal su<br />
ayuda en mis preparativos.<br />
D'Agosta arrugó la frente y <strong>de</strong>jó el cigarro.<br />
—Por Dios, Pen<strong>de</strong>rgast, el camino es largo. Pasará ahí la noche entera.<br />
—La noche y mucho más, me temo. —El agente <strong>de</strong>l FBI <strong>de</strong>jó el rotulador en el<br />
escritorio—. Si no ha tenido noticias mías <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> setenta y dos horas… —Guardó<br />
silencio por un instante. De pronto sonrió y estrechó la mano a D'Agosta—. Sería absurdo<br />
organizar una partida <strong>de</strong> rescate.<br />
—¿Y qué comerá?<br />
Pen<strong>de</strong>rgast fingió sorpresa.<br />
—¿Ha olvidado la exquisitez <strong>de</strong>l conejo <strong>de</strong> vía au vin, asado con leña?<br />
D'Agosta hizo una mueca <strong>de</strong> asco, y Pen<strong>de</strong>rgast le dirigió una sonrisa<br />
tranquilizadora.<br />
—No tema, teniente. Iré bien aprovisionado: comida, planos… todo lo necesario.<br />
—Es como el viaje al centro <strong>de</strong> la tierra —comentó D'Agosta, moviendo la cabeza, en<br />
un gesto <strong>de</strong> pesimismo.<br />
—En efecto. Me siento como un explorador a punto <strong>de</strong> salir con rumbo a tierras<br />
<strong>de</strong>sconocidas, pobladas por tribus <strong>de</strong>sconocidas. Resulta extraño pensar que se encuentran<br />
justo <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> nuestros pies. Cui ci sono <strong>de</strong>i mostri, amigo mío. Confío en po<strong>de</strong>r eludir a i<br />
mostri. Nuestra común amiga Hayward me verá partir.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast permaneció inmóvil por un momento, al parecer absorto en sus<br />
pensamientos. Por fin, el último <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s exploradores se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> D'Agosta con<br />
un gesto y salió al pasillo, reflejándose la luz <strong>de</strong> los fluorescentes en la pelusilla <strong>de</strong> seda <strong>de</strong><br />
su traje negro con un brillo apagado.<br />
31<br />
Pen<strong>de</strong>rgast subió rápidamente por los peldaños <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong> la Biblioteca Pública<br />
<strong>de</strong> Nueva York con una gran bolsa <strong>de</strong> lona y piel en la mano. Detrás <strong>de</strong> él, Hayward se<br />
<strong>de</strong>tuvo a contemplar los <strong>de</strong>scomunales leones <strong>de</strong> mármol que flanqueaban la escalinata.<br />
—No tenga miedo, sargento —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. Ya han recibido su ración <strong>de</strong><br />
comida <strong>de</strong>l mediodía.<br />
Pese al calor, Pen<strong>de</strong>rgast llevaba una larga gabardina abotonada <strong>de</strong> arriba abajo.<br />
Dentro, el vestíbulo <strong>de</strong> mármol estaba oscuro y agradablemente fresco. Pen<strong>de</strong>rgast<br />
130