Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
En respuesta, la figura asintió lentamente con la cabeza.<br />
—Registrad otra vez a ése —dijo Frock, señalando a Pen<strong>de</strong>rgast—. Es muy astuto.<br />
Levantaron bruscamente a Pen<strong>de</strong>rgast, lo cachearon y lo obligaron a arrodillarse <strong>de</strong><br />
nuevo. Con una fría sonrisa en los labios, Frock los escrutó uno por uno.<br />
—Eso era su silla <strong>de</strong> ruedas, ¿no? —preguntó Pen<strong>de</strong>rgast con voz serena, mirando<br />
hacia la plataforma.<br />
Frock asintió con la cabeza.<br />
—Mi mejor silla <strong>de</strong> ruedas.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast se quedó en silencio. Reuniendo por fin fuerzas para hablar, Margo se<br />
volvió hacia Frock.<br />
—¿Por qué? —se limitó a preguntar.<br />
Frock observó a Margo por un momento y luego hizo una seña a sus lugartenientes.<br />
Los encapuchados se situaron tras los enormes cal<strong>de</strong>ros. Frock se puso en pie, saltó <strong>de</strong>l<br />
palanquín y se acercó sin ayuda al agente <strong>de</strong>l FBI.<br />
—Por esto —contestó. A continuación, con actitud orgullosa, alzó los brazos y recitó<br />
con voz clara y resonante—: ¡Como yo me he curado, os curaréis vosotros! ¡Como yo he<br />
recobrado la salud, la recobraréis vosotros!<br />
La muchedumbre respondió con un sonoro y continuado clamor, y Margo notó que<br />
no eran voces inarticuladas sino una gutural respuesta programada. «Las criaturas hablan<br />
—pensó—. O lo intentan.»<br />
El clamor se <strong>de</strong>svaneció lentamente, dando paso otra vez al canto. El redoble<br />
monótono y grave <strong>de</strong> los tambores se reanudó, y las filas <strong>de</strong> rugosos comenzaron a<br />
aproximarse al semicírculo <strong>de</strong> cal<strong>de</strong>ros. Los lugartenientes sacaron <strong>de</strong>licadas copas <strong>de</strong><br />
arcilla <strong>de</strong> la cabaña. Margo miraba con atención, incapaz <strong>de</strong> establecer una conexión entre<br />
aquellos receptáculos bellamente mo<strong>de</strong>lados y la siniestra ceremonia. Las criaturas se<br />
a<strong>de</strong>lantaron una por una, cogiendo entre sus manos <strong>de</strong> uñas largas y duras las copas<br />
humeantes y llevándoselas a la boca. Margo apartó la vista, asaltada por un profundo asco<br />
al oír sus sorbetones.<br />
—Por esto —repitió Frock, volviéndose hacia Margo—. ¿No se da cuenta? ¿No<br />
compren<strong>de</strong> que nada en el mundo pue<strong>de</strong> igualarse a esto? —En su voz se advertía un tono<br />
casi implorante.<br />
Por un momento Margo no entendió a qué se refería. Luego lo vio con claridad: la<br />
ceremonia, la droga, las piezas <strong>de</strong> la silla <strong>de</strong> ruedas, la alusión <strong>de</strong> Pen<strong>de</strong>rgast al santuario<br />
<strong>de</strong> Lour<strong>de</strong>s y sus faculta<strong>de</strong>s milagrosas.<br />
—Para po<strong>de</strong>r andar —susurró Margo—. Todo esto sólo para po<strong>de</strong>r andar.<br />
La expresión <strong>de</strong> Frock se endureció al instante.<br />
—¡Qué fácil es para usted juzgarlo! —reprochó—. Usted, que ha caminado toda su<br />
vida sin pararse ni un solo momento a pensar en ello. ¿Cómo pue<strong>de</strong> imaginar siquiera qué<br />
es verse privado <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> movimiento? Ser un inválido <strong>de</strong> nacimiento es ya<br />
bastante malo, pero conocer ese don y per<strong>de</strong>rlo cuando uno tiene aún por <strong>de</strong>lante los<br />
mayores logros <strong>de</strong> su vida… —La miró—. Para usted, claro está, fui siempre el viejo<br />
doctor Frock. Pobre doctor Frock, qué mal <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> pasarlo al contraer la polio en aquel<br />
poblado africano <strong>de</strong> la selva <strong>de</strong> Ituri; qué <strong>de</strong>sgracia que tuviese que abandonar sus<br />
investigaciones <strong>de</strong> campo… —Acercó su cara a la <strong>de</strong> ella y añadió entre dientes—: El<br />
trabajo <strong>de</strong> campo era mi vida.<br />
—Así pues, continuó la obra <strong>de</strong>l doctor Kawakita —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. Terminó lo<br />
que él había empezado.<br />
Frock <strong>de</strong>jó escapar un bufido <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio.<br />
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