09.05.2013 Views

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

—Espera sólo un día, Bill —suplicó Margo—. Aún no hay noticia.<br />

Smithback, pensativo, guardó silencio. Finalmente contestó <strong>de</strong> mala gana:<br />

—De acuerdo. La intuición me dice que me equivoco, pero te concedo un día más. Y<br />

<strong>de</strong>spués la exclusiva será mía, no lo olvi<strong>de</strong>s. Procura que no haya filtraciones a otros<br />

medios.<br />

Margo sonrió.<br />

—No te preocupes.<br />

Permanecieron callados por un momento. Por fin Margo lanzó un suspiro y dijo:<br />

—Antes me preguntabas por qué he cambiado. No lo sé. Supongo que estos<br />

asesinatos me traen malos recuerdos.<br />

—Te refieres a la Bestia <strong>de</strong>l Museo —<strong>de</strong>dujo Smithback. Atacaba sistemáticamente el<br />

cuenco <strong>de</strong> avellanas—. Fueron tiempos difíciles.<br />

—Es una manera <strong>de</strong> expresarlo. —Margo se encogió <strong>de</strong> hombros—. Después <strong>de</strong> lo<br />

que ocurrió… en fin, quería olvidar. Tenía pesadillas; me <strong>de</strong>spertaba una noche tras otra<br />

bañada en un sudor frío. Cuando me fui a Columbia, la situación mejoró. Pensé que había<br />

terminado. Pero al volver al museo empezó todo esto… —Se interrumpió. Al cabo <strong>de</strong> un<br />

instante preguntó <strong>de</strong> improviso—: Bill, ¿sabes qué ha sido <strong>de</strong> Gregory Kawakita?<br />

—¿Greg? —dijo Smithback. Había dado cuenta <strong>de</strong> las avellanas y hacía girar el<br />

cuenco entre las manos como si buscase más <strong>de</strong>bajo—. No he vuelto a verlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

pidió la exce<strong>de</strong>ncia en el museo. ¿Por qué lo preguntas? —Entornó los párpados con<br />

picardía—. No estaríais liados, ¿verdad?<br />

—No, ni mucho menos —respondió Margo con un a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> rotunda negación—.<br />

Más bien lo contrario. Competíamos siempre por la atención <strong>de</strong>l doctor Frock. Es sólo que<br />

hace unos meses me <strong>de</strong>jó un mensaje en el contestador, y no le <strong>de</strong>volví la llamada. Tuve la<br />

impresión <strong>de</strong> que estaba enfermo o le pasaba algo. Le noté la voz cambiada. El caso es que<br />

al cabo <strong>de</strong> un tiempo me sentí culpable y busqué su número en la guía, pero no aparece.<br />

Tengo curiosidad por saber si se ha marchado <strong>de</strong> la ciudad. Quizá ha encontrado trabajo<br />

en otro sitio.<br />

—Me sorpren<strong>de</strong> —dijo Smithback—. Pero Greg es <strong>de</strong> esas personas que siempre caen<br />

<strong>de</strong> pie. Probablemente habrá encontrado un puesto <strong>de</strong> asesor y estará embolsándose<br />

trescientos mil dólares al año. —Consultó su reloj—. Tengo que entregar el artículo sobre<br />

la manifestación a las nueve, lo cual significa que aún me queda tiempo para otra copa.<br />

Margo lo miró con fingido asombro.<br />

—¿Bill Smithback invitando a una amiga a una segunda ronda? ¿Cómo voy a<br />

marcharme ahora? Esto es un acontecimiento histórico.<br />

16<br />

Nick Bitterman subió briosamente por los peldaños <strong>de</strong> piedra <strong>de</strong>l Castillo <strong>de</strong><br />

Belve<strong>de</strong>re y esperó a Tanya junto al parapeto. Bajo él se extendía el Central Park, una<br />

enorme mancha oscura en la puesta <strong>de</strong> sol. Nick notaba bajo el brazo, a través <strong>de</strong> la bolsa<br />

<strong>de</strong> papel, el frío contacto <strong>de</strong> la botella <strong>de</strong> Dom Perignon. Resultaba agradable en el calor <strong>de</strong><br />

la tar<strong>de</strong>. Cada vez que se movía las copas tintineaban en el bolsillo <strong>de</strong> su chaqueta. Con un<br />

gesto mecánico, palpó la caja cuadrada que contenía el anillo. Un diamante estilo Tiffany<br />

<strong>de</strong> un quilate engastado en platino que le había costado cuatro <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s en la calle<br />

61

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!