Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
—Había pensado envolverlas con cinta adhesiva para evitar el tintineo, pero es mejor<br />
que se las que<strong>de</strong> usted. —De otro bolsillo extrajo su cartera e i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong>l FBI, que<br />
tendió también a la sargento—. Hágame el favor <strong>de</strong> entregarle esto al teniente D'Agosta.<br />
Ahí abajo no voy a necesitarlo.<br />
Se palpó el uniforme con las manos como para comprobar que no olvidaba nada.<br />
Después se volvió hacia la trampilla y entró con cuidado en el conducto.<br />
—Le agra<strong>de</strong>ceré que cui<strong>de</strong> <strong>de</strong> eso por mí —dijo Pen<strong>de</strong>rgast, señalando la bolsa.<br />
—No se preocupe —respondió Hayward—. Envíeme una postal.<br />
La trampilla se cerró sobre el conducto húmedo y oscuro, y Hayward corrió el<br />
pasador con un rápido giro <strong>de</strong> muñeca.<br />
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Margo permanecía atenta a la valoración, casi sin pestañear. Con cada nueva gota<br />
que veía temblar en el extremo <strong>de</strong> la bureta y caer en la solución, aguardaba expectante un<br />
cambio <strong>de</strong> color. La tranquila respiración <strong>de</strong> Frock a sus espaldas —ya que también él<br />
estaba pendiente <strong>de</strong>l proceso— le recordaba que ella contenía el aliento<br />
inconscientemente.<br />
De pronto la solución adoptó un vivo color amarillo. Margo cerró la llave <strong>de</strong> paso <strong>de</strong><br />
la bureta y marcó el nivel en el tubo graduado.<br />
Retrocedió un paso, consciente <strong>de</strong> que empezaba a invadirla una sensación<br />
<strong>de</strong>sagradablemente familiar: una sensación <strong>de</strong> <strong>de</strong>sasosiego, incluso <strong>de</strong> miedo.<br />
Quedándose inmóvil, recordó los dramáticos momentos vividos en otro laboratorio a cien<br />
metros <strong>de</strong> aquél, en el mismo pasillo, hacía un año y medio. También en aquella ocasión se<br />
hallaban ellos dos solos, pegados a la pantalla <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>nador, mientras el extrapolador<br />
genético —el programa <strong>de</strong>sarrollado por Kawakita— listaba los atributos físicos <strong>de</strong> la<br />
criatura que más tar<strong>de</strong> sería conocida como Mbwun, la Bestia <strong>de</strong>l Museo.<br />
Recordaba que casi maldijo a Julian Whittlesey, el científico cuya expedición se había<br />
perdido en la selva amazónica. Whittlesey, que inadvertidamente había utilizado fibras <strong>de</strong><br />
cierta planta acuática como material <strong>de</strong> embalaje en las cajas que había enviado al museo.<br />
Whittlesey no sabía —ninguno <strong>de</strong> ellos lo sabía— que la bestia Mbwun <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> esa<br />
planta. Necesitaba las hormonas <strong>de</strong> la planta para sobrevivir. Y cuando su hábitat fue<br />
<strong>de</strong>vastado, la bestia partió en busca <strong>de</strong> la única fuente <strong>de</strong> alimento que le quedaba: la<br />
fibras usadas como material <strong>de</strong> embalaje en las cajas. Irónicamente, las cajas se guardaron<br />
bajo llave en la zona protegida <strong>de</strong>l museo, hecho que obligó a la criatura a encontrar el<br />
sucedáneo más parecido a las hormonas <strong>de</strong> la planta, el hipotálamo <strong>de</strong>l cerebro humano.<br />
Contemplando la solución <strong>de</strong> color amarillo, Margo se dio cuenta <strong>de</strong> que, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />
miedo, sentía insatisfacción. En todo aquello había algo extraño, todavía sin explicar.<br />
Había experimentado esa misma sensación cuando se llevaron el cadáver <strong>de</strong> Mbwun tras<br />
la matanza ocurrida durante la inauguración <strong>de</strong> la exposición «Supersticiones». Se lo<br />
llevaron en una furgoneta blanca con matrícula <strong>de</strong>l gobierno, y no volvieron a saber nada<br />
<strong>de</strong> él. Aunque siempre se había negado a admitirlo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio tuvo la impresión<br />
<strong>de</strong> que no habían llegado al fondo <strong>de</strong> la cuestión, <strong>de</strong> que no habían averiguado realmente<br />
qué era Mbwun. Inicialmente Margo confiaba en ver los resultados <strong>de</strong> la autopsia, un<br />
informe forense, algo que explicase, para empezar, cómo había sabido la bestia llegar al<br />
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