Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
—Sólo por esta vez. Pero no se lo diga a la directora Merriam.<br />
A D'Agosta se le iluminó la cara.<br />
—Será nuestro secreto —prometió.<br />
Sacó el cigarro, perforó la base con la punta <strong>de</strong> un lápiz, se acercó a la ventana y<br />
levantó la hoja corre<strong>de</strong>ra. Encendió el cigarro y exhaló satisfecho la nube <strong>de</strong> humo sobre el<br />
Central Park.<br />
«Ojalá yo tuviese un vicio que me proporcionase la mitad <strong>de</strong>l placer que ése», pensó<br />
Margo, observando <strong>de</strong>spreocupadamente a D'Agosta.<br />
—He consi<strong>de</strong>rado la posibilidad <strong>de</strong> una fuente alternativa <strong>de</strong> suministro —proseguía<br />
Pen<strong>de</strong>rgast—. Durante mi expedición permanecí atento a cualquier indicio <strong>de</strong> un jardín<br />
subterráneo. Pero no lo encontré. Una plantación así requiere agua quieta y aire libre. No<br />
se me ocurre dón<strong>de</strong> podrían ocultarla bajo tierra.<br />
Acodándose en el alféizar <strong>de</strong> la ventana, D'Agosta lanzó otra bocanada <strong>de</strong> humo<br />
azul.<br />
—Fíjense qué caos —comentó, señalando hacia el sur con el mentón—. A Horlocker<br />
va a darle una ataque cuando vea eso.<br />
Margo se aproximó a la ventana y recorrió con la mirada el exuberante manto ver<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>l Central Park, umbrío y misterioso bajo los rayos rosados <strong>de</strong>l sol poniente. A su<br />
<strong>de</strong>recha, en Central Park South, oyó el sonido lejano <strong>de</strong> innumerables bocinas. Una gran<br />
muchedumbre <strong>de</strong> manifestantes llegaba en esos momentos a Grand Army Plaza,<br />
moviéndose con el lento fluir <strong>de</strong> la melaza.<br />
—Eso sí es una manifestación —dijo.<br />
—¡Que si lo es! —repuso D'Agosta—. Y a<strong>de</strong>más esa gente vota.<br />
—Espero que el coche que llevaba al doctor Frock no se haya quedado atrapado en el<br />
atasco —susurró Margo—. No soporta las multitu<strong>de</strong>s.<br />
Dejó vagar la mirada en dirección norte, más allá <strong>de</strong> la Sheep Meadow y la fuente <strong>de</strong><br />
Bethesda, y contempló el plácido óvalo formado por el Reservoir. A media noche, aquella<br />
tranquila masa <strong>de</strong> agua vertería medio millón <strong>de</strong> metros cúbicos <strong>de</strong> muerte en los niveles<br />
más profundos <strong>de</strong> Manhattan. De pronto la asaltaron los remordimientos al pensar en los<br />
rugosos que serían arrastrados por la crecida. Pero <strong>de</strong> inmediato volvieron a su memoria<br />
las jaulas <strong>de</strong> ratones ensangrentadas, la súbita ferocidad <strong>de</strong> los B. meresgerii. Aquélla era<br />
una droga siniestra, una droga que multiplicaba por mil la agresividad natural con que la<br />
evolución había dotado a casi todos los seres vivos. Y Kawakita, él mismo infectado, creía<br />
que el proceso era irreversible…<br />
—Me alegro <strong>de</strong> no estar ahí abajo —masculló D'Agosta, fumando pensativamente.<br />
Margo movió la cabeza en un gesto <strong>de</strong> asentimiento. De reojo veía a Pen<strong>de</strong>rgast<br />
pasearse por el <strong>de</strong>spacho, cogiendo objetos y <strong>de</strong>jándolos <strong>de</strong> nuevo en su sitio.<br />
Cuando mañana vuelva a salir el sol, pensó Margo, el volumen <strong>de</strong>l Reservoir se<br />
habrá reducido en medio millón <strong>de</strong> metros cúbicos. Su mirada se posó en la superficie <strong>de</strong>l<br />
agua, don<strong>de</strong> se reflejaban los últimos rayos <strong>de</strong> sol en tonos anaranjados, rojizos y ver<strong>de</strong>s.<br />
Era una bella vista, su callada calma en contraste con el alboroto <strong>de</strong> los manifestantes y los<br />
bocinazos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sesperados conductores a veinte manzanas <strong>de</strong> allí.<br />
De pronto Margo frunció el entrecejo. Nunca había visto reflejos ver<strong>de</strong>s a la puesta<br />
<strong>de</strong>l sol.<br />
Estirándose hacia a<strong>de</strong>lante, observó con atención la superficie <strong>de</strong>l agua, que la<br />
sombra empezaba a cubrir rápidamente. En el menguante resplandor, vio con claridad<br />
opacas manchas ver<strong>de</strong>s en el agua. Una sospecha extraña y horrible cobró forma en su<br />
mente <strong>de</strong> manera espontánea. «Agua quieta y aire libre», había dicho Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
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