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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

luchamos los tres contra la Bestia <strong>de</strong>l Museo. Aun ahora, no es usted totalmente<br />

responsable <strong>de</strong> lo que ha ocurrido. Quizá le sea aún posible volver a la normalidad.<br />

Curaremos su mente.<br />

—¿Y arruinarán mi vida? —Frock se inclinó hacia el agente <strong>de</strong>l FBI y bajó la voz—.<br />

¿Volver a qué normalidad, si pue<strong>de</strong> saberse? ¿La <strong>de</strong> un conservador emérito inútil, caduco<br />

y un tanto ridículo? ¿La <strong>de</strong> un anciano con apenas unos años <strong>de</strong> vida por <strong>de</strong>lante?<br />

Seguramente las investigaciones <strong>de</strong> Margo han revelado que la droga tiene otro efecto<br />

secundario: elimina la concentración <strong>de</strong> moléculas radicales libres en los tejidos vivos.<br />

Dicho <strong>de</strong> otro modo, ¡alarga la vida! —Consultó su reloj—. Faltan veinte minutos para las<br />

doce. Se nos ha acabado el tiempo.<br />

De repente sopló una ráfaga <strong>de</strong> viento y pequeñas nubes <strong>de</strong> polvo se elevaron <strong>de</strong> la<br />

última hilera <strong>de</strong> cráneos <strong>de</strong> la cabaña. Casi <strong>de</strong> inmediato se oyó un penetrante tableteo, y<br />

Margo se dio cuenta <strong>de</strong> que eran disparos <strong>de</strong> armas automáticas.<br />

A continuación se produjo un extraño chasquido y luego otro, y <strong>de</strong> pronto un intenso<br />

resplandor inundó el pabellón. Alre<strong>de</strong>dor se oían alaridos <strong>de</strong> dolor. Hubo otro estallido <strong>de</strong><br />

luz, y la punta <strong>de</strong>l cuchillo <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong> su garganta. Aturdida y momentáneamente<br />

cegada, sacudió la cabeza. El canto había dado paso a un confuso griterío, y Margo oyó<br />

surgir furiosos aullidos entre la muchedumbre. Cuando tenía los ojos cerrados, se produjo<br />

una nueva erupción <strong>de</strong> luz, acompañada <strong>de</strong> más chillidos <strong>de</strong> dolor. Margo advirtió que<br />

uno <strong>de</strong> los rugosos la soltaba. Con la instintiva rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación, se revolvió y<br />

consiguió zafarse <strong>de</strong>l otro rugoso. Se lanzó al suelo y se alejó a gatas, parpa<strong>de</strong>ando<br />

frenéticamente en un esfuerzo por recuperar la visión. Cuando empezaron a disiparse los<br />

puntos blancos y negros, vio en el pabellón varias columnas <strong>de</strong> humo que <strong>de</strong>spedían un<br />

brillo inconcebible. Muchos rugosos se retorcían en el suelo, tapándose los rostros con las<br />

manos, ocultando las cabezas bajo las capas. Cerca <strong>de</strong> ella, Pen<strong>de</strong>rgast y D'Agosta se<br />

habían liberado también y corrían en auxilio <strong>de</strong> Smithback.<br />

Súbitamente se produjo una violenta explosión, y un lado <strong>de</strong> la cabaña se <strong>de</strong>splomó<br />

envuelto en llamas. Astillas <strong>de</strong> hueso salieron <strong>de</strong>spedidas como metralla hacia las<br />

primeras filas <strong>de</strong> rugosos.<br />

—Debe <strong>de</strong> haber sobrevivido algún hombre <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Operaciones<br />

Especiales —gritó Pen<strong>de</strong>rgast, tirando <strong>de</strong> Smithback hacia ellos—. Los disparos provienen<br />

<strong>de</strong>l andén contiguo al pabellón. Vamos hacia allí ahora que todavía po<strong>de</strong>mos. ¿Dón<strong>de</strong> está<br />

Mephisto?<br />

En ese preciso instante cayó otro proyectil frente a la cabaña, reduciendo a añicos la<br />

empalizada y <strong>de</strong>strozando dos <strong>de</strong> los cal<strong>de</strong>ros. Un gran charco <strong>de</strong> líquido humeante se<br />

formó en el suelo, resplan<strong>de</strong>ciente bajo la luz. Los rugosos profirieron voces <strong>de</strong><br />

consternación, y algunos <strong>de</strong> los que se revolcaban por el suelo en las inmediaciones<br />

comenzaron a lamer la preciada sustancia. Frock gritaba y señalaba en la dirección <strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong> procedían los proyectiles.<br />

D'Agosta y los otros fueron a refugiarse tras la cabaña. Margo vaciló y miró<br />

alre<strong>de</strong>dor buscando su bolso. La luz empezaba a per<strong>de</strong>r intensidad, y varias criaturas se<br />

encaminaban ya hacia ellos, protegiéndose los ojos contra el resplandor; los cuchillos <strong>de</strong><br />

pe<strong>de</strong>rnal brillaban perversamente en sus manos.<br />

—¡Doctora Green, venga <strong>de</strong> inmediato! —gritó Pen<strong>de</strong>rgast.<br />

De pronto vio el bolso, rasgado y abierto en el suelo polvoriento. Lo cogió y corrió<br />

tras Smithback. El grupo se había <strong>de</strong>tenido cerca <strong>de</strong>l arco que conducía al andén,<br />

encontrando el paso obstruido por una irregular fila <strong>de</strong> rugosos.<br />

—¡Mierda! —exclamó D'Agosta con ira.<br />

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