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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

docena <strong>de</strong> mediciones, y pronto la larga columna <strong>de</strong> cifras comenzó a <strong>de</strong>saparecer en la<br />

parte superior <strong>de</strong> la pantalla a medida que tecleaba nuevos datos. Procuró no<br />

impacientarse con aquel tedioso trabajo y el sepulcral silencio <strong>de</strong>l laboratorio. Si Frock<br />

estaba en lo cierto y la <strong>de</strong>formación era congénita, la búsqueda para i<strong>de</strong>ntificar el cadáver<br />

se restringiría notablemente. Y a esas alturas cualquier pista era útil, pues los esqueletos<br />

<strong>de</strong>l Laboratorio <strong>de</strong> Antropología Física no habían aportado indicio alguno. Mientras<br />

trabajaba, se preguntó qué habría opinado Brambell <strong>de</strong> aquello. Pero el recuerdo <strong>de</strong><br />

Brambell la inquietaba <strong>de</strong>masiado. Pensar que lo habían atacado y asesinado… Movió la<br />

cabeza en un gesto <strong>de</strong> negación, obligándose a concentrarse en otras cosas.<br />

El súbito sonido <strong>de</strong>l teléfono la sobresaltó, impidiéndole completar una medición<br />

especialmente complicada. Volvió a sonar —dos zumbidos cortos—, y se dio cuenta <strong>de</strong><br />

que era una llamada exterior. Probablemente era D'Agosta, por algo relacionado con el<br />

doctor Brambell.<br />

Descolgó.<br />

—Antropología Forense.<br />

—¿Puedo hablar con el doctor Brambell? —preguntó una voz apresurada y juvenil.<br />

—¿El doctor Brambell? —repitió Margo. Su mente se aceleró. ¿Y si era un pariente?<br />

¿Qué podía <strong>de</strong>cirle?<br />

—¿Me oye? —dijo la voz.<br />

—Sí, sí —contestó Margo—. El doctor Brambell no está. ¿Puedo ayudarle en algo?<br />

—No estoy seguro. Se trata <strong>de</strong> un asunto confi<strong>de</strong>ncial. ¿Con quién hablo?<br />

—Soy la doctora Green. Colaboro con él.<br />

—¡Ah! En ese caso, no hay problema. Soy el doctor Cavalieri, <strong>de</strong>l St. Luke's Hospital<br />

Center <strong>de</strong> Baltimore. He i<strong>de</strong>ntificado al paciente que buscaba el doctor Brambell.<br />

—¿El paciente?<br />

—Sí, el que sufría una espondilolistesis. —Margo oyó ruido <strong>de</strong> papel al otro lado <strong>de</strong><br />

la línea—. Las radiografías que me envió son realmente extrañas. En un primer momento<br />

pensé que era una broma o algo así. Casi se me pasó por alto.<br />

Margo buscó alre<strong>de</strong>dor un bloc y un lápiz.<br />

—Mejor será que empiece <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio.<br />

—Está bien —dijo la voz—. Soy un cirujano ortopédico <strong>de</strong> Baltimore. Sólo otros dos<br />

especialistas y yo nos <strong>de</strong>dicamos a la cirugía correctiva <strong>de</strong> la espondilolistesis. Y el doctor<br />

Brambell lo sabía, como es lógico.<br />

—¿Espondilolistesis?<br />

Se produjo un silencio.<br />

—¿No es usted médica? —preguntó Cavalieri con repentino tono <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación.<br />

Margo respiró hondo.<br />

—Doctor Cavalieri, mejor será que lo ponga al corriente. El doctor Brambell… en fin,<br />

murió anoche. Yo soy bióloga evolutiva y colaboraba con él en el análisis <strong>de</strong> los restos <strong>de</strong><br />

varias víctimas <strong>de</strong> homicidio. Puesto que el doctor Brambell no está ya con nosotros,<br />

necesito que me informe <strong>de</strong> todo.<br />

—¿Murió anoche? ¡Pero si ayer mismo hablé con él!<br />

—Ha sido algo imprevisto —respondió Margo. No <strong>de</strong>seaba entrar en <strong>de</strong>talles.<br />

—¡Es una tragedia! El doctor Brambell era muy conocido en todo el país, y ya no<br />

digamos en el Reino Unido… —La voz <strong>de</strong>cayó gradualmente.<br />

Margo, sosteniendo el auricular silencioso junto al oído, pensó <strong>de</strong> nuevo en la última<br />

vez que vio al forense, en el escenario <strong>de</strong> la Sala Linneo, sus labios enarcados en una<br />

maliciosa sonrisa, sus ojos brillando tras las gafas <strong>de</strong> concha.<br />

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