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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

expresar su <strong>de</strong>cisión, estaba ya <strong>de</strong> pie y corría hacia la puerta trasera <strong>de</strong>l vagón.<br />

—¡Billy! —gritó Kolb, pisándole los talones.<br />

A sus espaldas, Trumbull oyó un golpe contra la puerta <strong>de</strong>lantera, pisadas <strong>de</strong> varios<br />

pies y el repentino grito <strong>de</strong> la camarera. Sin <strong>de</strong>tenerse ni volver la cabeza para mirar,<br />

agarró el tirador, lo hizo girar y abrió la puerta corre<strong>de</strong>ra. Saltó a la zona <strong>de</strong> enganche y<br />

abrió la puerta <strong>de</strong>l vagón <strong>de</strong> cola, seguido <strong>de</strong> cerca por Kolb, que salmodiaba:<br />

—¡Jo<strong>de</strong>r, jo<strong>de</strong>r, jo<strong>de</strong>r!<br />

Antes <strong>de</strong> que las luces <strong>de</strong> todo el tren se apagaran, Trumbull tuvo tiempo <strong>de</strong> ver que<br />

el vagón <strong>de</strong> cola estaba vacío. Desesperado, miró alre<strong>de</strong>dor. No había más iluminación<br />

que la que procedía <strong>de</strong> las débiles y espaciadas luces <strong>de</strong>l túnel y <strong>de</strong>l lejano resplandor<br />

amarillo <strong>de</strong> la estación <strong>de</strong> la calle Cincuenta y nueve.<br />

Se <strong>de</strong>tuvo y se volvió hacia Kolb.<br />

—Tenemos que forzar la puerta <strong>de</strong> atrás.<br />

En ese mismo instante un disparo resonó en el vagón <strong>de</strong>l que acababan <strong>de</strong> salir.<br />

Cuando se <strong>de</strong>svaneció el eco <strong>de</strong> la <strong>de</strong>tonación, a Trumbull le pareció oír que los sollozos<br />

<strong>de</strong> la camarera se interrumpían súbitamente.<br />

—¡Le han cortado el cuello al chico! —gimió Kolb, mirando por encima <strong>de</strong>l hombro.<br />

—¡Cállate! —susurró Trumbull. Oyera lo que oyese, no pensaba volverse a mirar.<br />

Corrió hasta la puerta trasera y agarró las pestañas <strong>de</strong> goma para intentar abrirla—.<br />

¡Ayúdame!<br />

Kolb, con lágrimas en las mejillas, tiró <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las pestañas.<br />

—¡Más fuerte, por Dios!<br />

Finalmente la puerta cedió con un silbido, y un sofocante olor a tierra inundó el<br />

vagón. Trumbull no había tenido aún tiempo <strong>de</strong> moverse cuando notó que Kolb lo<br />

apartaba <strong>de</strong> un empujón y se lanzaba a las vías a través <strong>de</strong> la estrecha abertura. Se tensó<br />

para saltar, pero <strong>de</strong> pronto se quedó paralizado. Varias figuras surgían <strong>de</strong> la oscuridad <strong>de</strong>l<br />

túnel, avanzando hacia Kolb. Trumbull abrió la boca y volvió a cerrarla, tambaleándose<br />

ligeramente, sin dar crédito a lo que veía. Las figuras se movían <strong>de</strong> una manera extraña,<br />

aterradoramente ajena. Vio cómo ro<strong>de</strong>aban a Kolb. Una <strong>de</strong> las figuras lo agarró <strong>de</strong>l pelo;<br />

otra le inmovilizó los brazos. Kolb forcejeaba mudamente en una absurda pantomima.<br />

Una tercera figura salió <strong>de</strong> las sombras, se acercó a Kolb y, con un <strong>de</strong>licado movimiento, le<br />

pasó una mano por la garganta. De inmediato la sangre manó a borbotones en dirección al<br />

tren.<br />

Trumbull retrocedió horrorizado, cayó al suelo y se apresuró a ponerse <strong>de</strong> rodillas,<br />

momentáneamente <strong>de</strong>sorientado. En su <strong>de</strong>sesperación, volvió la vista atrás, hacia el vagón<br />

<strong>de</strong>l que habían escapado. En la oscuridad, vio a la camarera tendida boca abajo, y junto a<br />

ella dos figuras en cuclillas, al parecer muy ocupadas con su cabeza.<br />

Trumbull sintió que una <strong>de</strong>solación in<strong>de</strong>scriptible le perforaba el estómago. Se<br />

volvió, saltó a las vías por la puerta <strong>de</strong> emergencia y echó a correr hacia la tenue y lejana<br />

luz <strong>de</strong> la estación, <strong>de</strong>jando atrás a las figuras inclinadas sobre Kolb. Notó una violenta<br />

arcada y se vomitó en las piernas la cena y la cerveza. Oyó tras él unos pasos rápidos y<br />

sonoros. Un sollozo escapó <strong>de</strong> sus labios.<br />

De pronto dos figuras encapuchadas aparecieron en las vías ante él, recortándose<br />

contra la lejana luz <strong>de</strong> la estación. Trumbull paró en seco al ver que avanzaban hacia él a<br />

extraordinaria velocidad. Detrás, las pisadas <strong>de</strong> sus perseguidores se acercaban. Un<br />

extraño aletargamiento le impidió mover los miembros, y notó que ya apenas podía<br />

pensar racionalmente. En cuestión <strong>de</strong> segundos lo atraparían, como a Kolb.<br />

En ese momento el breve <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> una señal luminosa alumbró el rostro <strong>de</strong> uno <strong>de</strong><br />

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