Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
hedor <strong>de</strong> cuerpos humanos sucios, vino malo y orina rancia.<br />
—Busco a Mephisto —anunció Pen<strong>de</strong>rgast al cabo <strong>de</strong> un momento.<br />
Se produjo cierta agitación en torno al fuego. De pronto aquellos hombres parecían<br />
más cautos.<br />
—¿Quién lo busca? —preguntó con tono hostil el primero que había aceptado la<br />
botella.<br />
—Yo lo busco —repuso Pen<strong>de</strong>rgast con igual agresividad.<br />
El hombre observó a Pen<strong>de</strong>rgast en silencio, evaluándolo.<br />
—Vete a la mierda —dijo por fin, relajándose <strong>de</strong> nuevo en su asiento.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast se movió con tal rapi<strong>de</strong>z que D'Agosta, asustado, se apartó <strong>de</strong> un salto.<br />
Cuando volvió a mirar, el hombre yacía boca abajo, con la cara contra los escombros y el<br />
pie <strong>de</strong> Pen<strong>de</strong>rgast en el cuello.<br />
—¡Jo<strong>de</strong>r! —aulló el hombre.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast, <strong>de</strong> pie junto a él, apretó con mayor fuerza<br />
—Nadie habla así a Whitey —espetó con voz sibilante.<br />
—¡Era en broma, tío!<br />
Pen<strong>de</strong>rgast redujo ligeramente la presión.<br />
—Mephisto anda por la Ruta 666 —dijo el hombre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el suelo.<br />
—¿Dón<strong>de</strong> está eso?<br />
—¡Suéltame ya, tío! ¡Me haces daño! Ve por la vía 100 hasta el viejo generador. Allí<br />
baja por la escalera hasta la pasarela.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast retiró el pie, y el hombre se incorporó frotándose el cuello.<br />
—A Mephisto no le gustan los intrusos.<br />
—Él y yo tenemos un asunto que tratar —dijo Pen<strong>de</strong>rgast.<br />
—¿Sí? ¿Qué asunto?<br />
—Tiene que ver con los rugosos.<br />
Pese a la oscuridad, D'Agosta percibió repentina tensión en el grupo.<br />
—¿Qué pasa con los rugosos? —preguntó otra voz con aspereza.<br />
—Sólo hablaré con Mephisto.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast hizo una señal a D'Agosta con la cabeza, y ambos siguieron a<strong>de</strong>lante por<br />
el lóbrego túnel. Cuando la fogata no era más que un pequeño punto a lo lejos, volvió a<br />
encen<strong>de</strong>r la linterna.<br />
—Aquí abajo no pue<strong>de</strong>n tolerarse faltas <strong>de</strong> respeto —explicó en voz baja—. Ni<br />
siquiera en un grupo menor como ése. Si notan <strong>de</strong>bilidad, estás perdido.<br />
—Ha sido una maniobra admirable —comentó D'Agosta.<br />
—No es difícil <strong>de</strong>jar fuera <strong>de</strong> combate a un borracho. En mi anterior <strong>de</strong>scenso<br />
averigüé que en estos niveles superiores el alcohol es la droga predominante. En ese grupo<br />
la única excepción era el tipo <strong>de</strong>lgado que estaba más lejos <strong>de</strong>l fuego. Me jugaría algo a<br />
que ése se pinchaba. ¿Se ha fijado en que se rascaba distraídamente sin cesar? Eso es un<br />
efecto secundario <strong>de</strong>l fentanil, sin lugar a dudas.<br />
El túnel se bifurcó, y Pen<strong>de</strong>rgast, tras consultar un plano <strong>de</strong> ferrocarriles que llevaba<br />
en un bolsillo, tomó por el ramal <strong>de</strong> la izquierda, el más estrecho.<br />
—Esto va a dar a la vía 100 —dijo.<br />
D'Agosta lo siguió. Tras lo que se le antojó una distancia interminable, Pen<strong>de</strong>rgast<br />
volvió a <strong>de</strong>tenerse y señaló una máquina enorme y oxidada con gran<strong>de</strong>s poleas, cada una<br />
<strong>de</strong> cuatro metros <strong>de</strong> diámetro por lo menos. Las podridas correas <strong>de</strong> transmisión se<br />
hallaban amontonadas en el suelo. Al otro lado había una escalera metálica que <strong>de</strong>scendía<br />
hasta una pasarela suspendida sobre un antiguo túnel. D'Agosta agachó la cabeza para<br />
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