Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
Rachlin lo miró con una vaga sonrisa en el rostro.<br />
—Me he anticipado a usted. Ya me he ocupado <strong>de</strong> eso mientras estaba abajo. Nos<br />
esperan.<br />
Dejaron caer una escalerilla <strong>de</strong> cuerda por la borda, y los hombres bajaron<br />
rápidamente al embarca<strong>de</strong>ro. Snow miró alre<strong>de</strong>dor, intentando orientarse. Recordaba la<br />
zona <strong>de</strong> las sesiones <strong>de</strong> instrucción; la sala <strong>de</strong> control no estaba lejos <strong>de</strong> allí. Guiando al<br />
equipo, Snow subió por una escalera metálica y pasó ante una serie <strong>de</strong> <strong>de</strong>pósitos <strong>de</strong><br />
sedimentación y aireamiento. El olor a metano y aguas fétidas flotaba en el aire como una<br />
bruma mefítica. Más allá <strong>de</strong> los <strong>de</strong>pósitos, Snow se <strong>de</strong>tuvo ante una puerta <strong>de</strong> metal; su<br />
vivo color amarillo contrastaba con el monótono gris <strong>de</strong>l complejo y un rótulo pintado en<br />
rojo rezaba: NO ABRIR, SONARÁ LA ALARMA. Rachlin apartó a Snow y abrió la puerta <strong>de</strong><br />
una patada, <strong>de</strong>jando a la vista un austero pasillo <strong>de</strong> cemento bañado por una luz blanca e<br />
intensa <strong>de</strong> fluorescentes. Empezó a sonar una sirena, débil e insistente.<br />
—A<strong>de</strong>lante —dijo Rachlin con calma.<br />
Snow los guió por dos tramos <strong>de</strong> escalera hasta un rellano don<strong>de</strong> se leía: CONTROL. En<br />
el rellano había una puerta <strong>de</strong> dos hojas con un sistema <strong>de</strong> apertura por tarjeta empotrado<br />
en la pared contigua. El comandante retrocedió un paso, dispuesto a abrirlas también <strong>de</strong><br />
una patada. Finalmente cambió <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a, se acercó a la puerta y empujó suavemente una <strong>de</strong><br />
las hojas. El cerrojo no estaba echado.<br />
Al otro lado se extendía una enorme sala, inundada <strong>de</strong> luz y <strong>de</strong> olor a aguas<br />
residuales tratadas. Contra las pare<strong>de</strong>s había aparatos <strong>de</strong> control y reguladores. En el<br />
centro se hallaba el puesto <strong>de</strong> control, atendido por un único supervisor. El hombre<br />
colgaba en ese momento el auricular <strong>de</strong>l teléfono, <strong>de</strong>speinado y parpa<strong>de</strong>ando, como si la<br />
llamada lo hubiese <strong>de</strong>spertado <strong>de</strong> un sueño profundo.<br />
—¿Saben quién era? —dijo, señalando el teléfono—. Dios santo, era el subdirector<br />
<strong>de</strong>…<br />
—Bien —lo interrumpió Rachlin—. Así no per<strong>de</strong>remos tiempo. Necesitamos que<br />
pare la turbina <strong>de</strong> flujo principal inmediatamente.<br />
El supervisor miró a Rachlin pestañeando como si acabase <strong>de</strong> verlo. Luego su mirada<br />
recorrió la hilera <strong>de</strong> hombres <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Operaciones Especiales, abriendo cada<br />
vez más los ojos.<br />
—¡Jo<strong>de</strong>r! —exclamó casi con tono reverente, contemplando el fusil submarino <strong>de</strong><br />
Snow—. No era broma, veo.<br />
—Dése prisa, amigo —apremió Rachlin—, o tendremos que echarlo al <strong>de</strong>pósito y<br />
usar su grueso cadáver para atascar la turbina.<br />
El supervisor se puso en pie <strong>de</strong> un brinco, corrió hasta un panel y accionó varias<br />
palancas.<br />
—No puedo darles más <strong>de</strong> cinco minutos —dijo por encima <strong>de</strong>l hombro mientras se<br />
dirigía a otra batería <strong>de</strong> controles—. Si la tengo cerrada más tiempo, se <strong>de</strong>sbordará todo al<br />
oeste <strong>de</strong> Lenox Avenue.<br />
—Con cinco minutos nos basta. —Rachlin consultó su reloj—. Llévenos al <strong>de</strong>pósito<br />
<strong>de</strong> sedimentación.<br />
Ja<strong>de</strong>ando ligeramente, el supervisor condujo al equipo <strong>de</strong> vuelta al rellano y escalera<br />
abajo. Tras <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r el primer tramo, siguió por un largo pasillo, en cuyo extremo abrió<br />
una pequeña puerta <strong>de</strong> acceso y bajó por una escalera <strong>de</strong> caracol metálica pintada <strong>de</strong> rojo.<br />
La escalera daba a una estrecha pasarela suspendida a poco más <strong>de</strong> un metro por encima<br />
<strong>de</strong> una superficie espumosa y ondulante.<br />
—¿De verdad van a meterse ahí a<strong>de</strong>ntro? —preguntó el hombre, contemplándolos <strong>de</strong><br />
229