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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

color ceniciento. Ajustó la amplitud <strong>de</strong> las VisnyTek y gradualmente el espacio don<strong>de</strong> se<br />

hallaba cobró forma ante sus ojos, iluminado por un monocromo ver<strong>de</strong> pálido.<br />

Se hallaba en un túnel largo y monótono. La inmundicia que cubría el suelo tenía un<br />

grosor <strong>de</strong> quince centímetros y era espesa como la grasa <strong>de</strong> cigüeñal. Tras concluir su<br />

inspección, se abrió el uniforme y consultó los dibujos <strong>de</strong>l forro. Si el plano era correcto, se<br />

encontraba en un túnel <strong>de</strong> servicio cercano a la vía principal. Quizá a unos quinientos<br />

metros <strong>de</strong> allí estaban los restos <strong>de</strong>l Pabellón <strong>de</strong> Cristal, la sala <strong>de</strong> espera privada situada<br />

bajo el ya olvidado hotel Knickerbocker, que en otro tiempo se alzaba en la esquina <strong>de</strong> la<br />

Quinta Avenida con Central Park South. Era la mayor sala <strong>de</strong> espera, mayor que las<br />

construidas bajo el Waldorf y las gran<strong>de</strong>s mansiones <strong>de</strong> la Quinta Avenida. Si existía un<br />

punto central en la Buhardilla <strong>de</strong>l Diablo, lo encontraría en el Pabellón <strong>de</strong> Cristal.<br />

Pen<strong>de</strong>rgast avanzó con cautela por el túnel. El olor a metano y <strong>de</strong>scomposición era<br />

nauseabundo; aun así, Pen<strong>de</strong>rgast respiró hondo por la nariz, percibiendo cierto tufo a<br />

cabra que le recordó <strong>de</strong> inmediato al hedor que había notado en el subsótano <strong>de</strong>l museo<br />

dieciocho meses atrás.<br />

El túnel <strong>de</strong> servicio confluía con un segundo túnel y torcía lentamente hacia la línea<br />

principal. Pen<strong>de</strong>rgast bajó la vista y se quedó inmóvil. En el lodo había huellas. Huellas <strong>de</strong><br />

pies <strong>de</strong>scalzos, al parecer recientes. El rastro conducía hacia la línea principal.<br />

Pen<strong>de</strong>rgast inhaló oxígeno <strong>de</strong> la mascarilla y se agachó para examinar más <strong>de</strong> cerca<br />

las huellas. Consi<strong>de</strong>rando la elasticidad <strong>de</strong>l lodo, parecían normales, aunque quizá algo<br />

más anchas y cortas. Reparó entonces en que los <strong>de</strong>dos se estrechaban y terminaban en<br />

gruesas puntas, más como garras que como uñas. Se advertían ciertas <strong>de</strong>presiones entre<br />

los <strong>de</strong>dos que indicaban la presencia <strong>de</strong> membranas interdigitales.<br />

Pen<strong>de</strong>rgast se irguió. Así pues, todo era verdad. Los rugosos existían.<br />

Vaciló por un instante y se llevó la mascarilla a la boca <strong>de</strong> nuevo. A continuación<br />

siguió a<strong>de</strong>lante, manteniéndose cerca <strong>de</strong> la pared. Cuando llegó al cruce <strong>de</strong> vías, se <strong>de</strong>tuvo<br />

por un momento, aguzó el oído, y con un rápido movimiento dobló la esquina y adoptó la<br />

postura Weaver, empuñando la pistola.<br />

Nada.<br />

Las huellas se unían a un segundo rastro, mucho más visible, en el centro <strong>de</strong> la vía<br />

principal. Pen<strong>de</strong>rgast se arrodilló para examinarlo. Lo formaban innumerables huellas, en<br />

su mayoría <strong>de</strong> pies <strong>de</strong>scalzos, aunque había también algunas pisadas <strong>de</strong> zapatos o botas.<br />

Algunos <strong>de</strong> los pies eran muy anchos, casi como palas. Otros parecían normales.<br />

Muchos individuos habían pasado por aquel sen<strong>de</strong>ro.<br />

Tras otro atento reconocimiento, continuó avanzando. Dejó atrás varios túneles<br />

secundarios, y <strong>de</strong> todos ellos llegaban huellas que convergían en el rastro principal.<br />

Semejaban, pensó Pen<strong>de</strong>rgast, la telaraña <strong>de</strong> huellas que uno encontraba al salir <strong>de</strong> caza en<br />

Botswana o Namibia: numerosos animales que convergían en una charca o una guarida.<br />

Más a<strong>de</strong>lante había una enorme estructura. Si Al Diamond estaba en lo cierto,<br />

aquello eran los restos <strong>de</strong>l Pabellón <strong>de</strong> Cristal. Al acercarse, vio un largo andén, y junto a<br />

él, ascendiendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la vía, un terraplén <strong>de</strong> <strong>de</strong>sechos, amontonados por incontables<br />

inundaciones.<br />

Con suma cautela, siguió el rastro hasta el terraplén, subió al andén y echó un vistazo<br />

alre<strong>de</strong>dor, manteniendo siempre la espalda contra la pared.<br />

Las gafas le mostraron, en severos ver<strong>de</strong>s, una escena <strong>de</strong> inconcebible <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia.<br />

Lámparas <strong>de</strong> gas en otro tiempo hermosas colgaban, ahora vacías y esqueléticas, <strong>de</strong> los<br />

azulejos agrietados que adornaban las pare<strong>de</strong>s, y un mosaico <strong>de</strong> las doce figuras <strong>de</strong>l<br />

zodíaco cubría el techo.<br />

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