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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

noticias, y al doblar la esquina <strong>de</strong> la calle Sesenta y cinco se <strong>de</strong>tuvo en seco, sorprendida<br />

<strong>de</strong> ver ante el edificio don<strong>de</strong> vivía una familiar y <strong>de</strong>sgarbada figura apoyada contra la<br />

verja <strong>de</strong> la entrada, el tieso flequillo alzándose como un cuerno castaño sobre su rostro<br />

alargado.<br />

—¡Ah, eres tú! —dijo con la respiración entrecortada a la vez que se quitaba los<br />

auriculares.<br />

Smithback se irguió, mirándola con una fingida expresión <strong>de</strong> incredulidad.<br />

—¡Habráse visto! Bien cierto es que hiere más un amigo ingrato que el colmillo <strong>de</strong><br />

una serpiente. Después <strong>de</strong> todo lo que pasamos juntos, <strong>de</strong> ese caudal <strong>de</strong> recuerdos<br />

compartidos, ¿y sólo merezco un «Ah, eres tú»?<br />

—Hago todo lo posible por <strong>de</strong>jar atrás ese caudal <strong>de</strong> recuerdos —respondió Margo, y<br />

tras guardarse la radio en el bolso se inclinó para masajearse las pantorrillas—. A<strong>de</strong>más<br />

últimamente, cuando nos encontramos, siempre hablamos <strong>de</strong> lo mismo: tu carrera y lo<br />

maravillosa que es.<br />

—Toda una indirecta, una clara indirecta. —Smithback hizo un gesto <strong>de</strong><br />

resignación—. Está bien. Admito mi culpa. Supongamos, flor <strong>de</strong> loto, que he venido a<br />

compensarte por mis errores pasados. Permíteme que te invite a una copa. —Lanzó a<br />

Margo una mirada halagüeña—. ¡Vaya, vaya! ¡Qué buen aspecto tienes! ¿Piensas<br />

presentarte al concurso <strong>de</strong> Miss Universo?<br />

Margo se irguió.<br />

—Ahora estoy ocupada.<br />

Ro<strong>de</strong>ándolo, se dirigió hacia la puerta. Él la cogió por el brazo y dijo con tono<br />

insinuante:<br />

—En el Café <strong>de</strong>s Artistes.<br />

Margo se <strong>de</strong>tuvo y lanzó un suspiro.<br />

—De acuerdo —contestó con una ligera sonrisa, soltándose <strong>de</strong> su mano—. No soy<br />

barata, pero supongo que tengo un precio. Dame unos minutos para ducharme y vestirme.<br />

Entraron en el venerable establecimiento por el vestíbulo <strong>de</strong>l Hotel <strong>de</strong>s Artistes.<br />

Smithback saludó al maître con la cabeza, y se dirigieron al antiguo y tranquilo bar.<br />

—Tiene buena pinta —comentó Margo, señalando con la barbilla una ban<strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />

quiche listo para ser distribuido por las mesas.<br />

—Eh, he dicho una copa, no una cena <strong>de</strong> ocho platos. —Smithback eligió una mesa y<br />

se sentó bajo un cuadro <strong>de</strong> Howard Chandler Christie don<strong>de</strong> varias mujeres <strong>de</strong>snudas<br />

retozaban <strong>de</strong>licadamente en un jardín. Guiñó un ojo y, apuntando hacia el lienzo con el<br />

pulgar, dijo—: Creo que le gusto a la pelirroja.<br />

Un anciano camarero <strong>de</strong> rostro arrugado y perpetua sonrisa se acercó y tomó nota <strong>de</strong><br />

lo que querían.<br />

—Me gusta este sitio —afirmó Smithback cuando se alejó el camarero con andar<br />

pesado—. Son amables. No resisto a los camareros que te hacen sentir como un don nadie.<br />

—Advirtió una mirada interrogativa en los ojos <strong>de</strong> Margo—. Bien, llegó la hora <strong>de</strong> las<br />

preguntas. ¿Has leído todos mis artículos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la última vez que nos vimos?<br />

—Ahí tendré que acogerme a mi <strong>de</strong>recho a guardar silencio —respondió Margo—.<br />

Pero vi tus crónicas sobre Pamela Wisher. La segunda me pareció mucho mejor. La<br />

mostrabas como un verda<strong>de</strong>ro ser humano, y no simplemente como un tema al que sacarle<br />

provecho. En tu caso, supone todo un cambio <strong>de</strong> enfoque, ¿no?<br />

—Ésa es mi Margo —bromeó Smithback. El camarero volvió con sus copas y un<br />

cuenco <strong>de</strong> avellanas y se marchó <strong>de</strong> nuevo—. Precisamente ahora vengo <strong>de</strong> la<br />

manifestación. Esa señora Wisher es una mujer extraordinaria.<br />

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