Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
La cuestión es quién o qué lo dirige ahora que Kawakita está muerto.<br />
—Es posible que tuviese lugar una especie <strong>de</strong> golpe <strong>de</strong> Estado —comentó Margo—.<br />
En las socieda<strong>de</strong>s primitivas, con frecuencia el chamán era asesinado y sustituido por un<br />
rival, por lo general una figura dominante <strong>de</strong>l mismo grupo. —Siguió observando,<br />
intrigada pese al miedo y la aversión que sentía—. ¡Dios mío, si Frock viese esto!<br />
—Sí —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. Si una <strong>de</strong> esas criaturas ocupó el lugar <strong>de</strong> Kawakita,<br />
acabando a la vez con su vida, se explicaría el incremento <strong>de</strong> asesinatos y la creciente<br />
brutalidad <strong>de</strong> sus actos.<br />
—Fíjese en su manera <strong>de</strong> andar —susurró Margo—. Casi propia <strong>de</strong> patizambos.<br />
Podría <strong>de</strong>berse al incipiente escorbuto. Si sus organismos no aceptan la vitamina D, ése<br />
sería el resultado.<br />
De pronto se produjo un alboroto, un coro <strong>de</strong> voces guturales fuera <strong>de</strong>l área <strong>de</strong> visión<br />
<strong>de</strong> Margo. El grupo se disgregó. Se oyó una serie <strong>de</strong> llamadas, y Margo vio una figura,<br />
encapuchada como el resto, que llegaba lentamente transportada en un palanquín<br />
construido <strong>de</strong> huesos y tiras <strong>de</strong> cuero trenzadas. La procesión se acercó a la cabaña,<br />
incorpórea en el trémulo resplandor. Cuando el palanquín fue introducido en la cabaña, el<br />
canto cobró mayor volumen, reverberando en la enorme sala.<br />
—Parece que ha llegado el chamán —dijo Margo—. La ceremonia, sea cual sea,<br />
empezará en cualquier momento.<br />
—¿No sería mejor que nos pusiésemos en marcha? —oyó mascullar a D'Agosta—.<br />
Lamento estropearles el <strong>de</strong>scubrimiento antropológico, pero en el pasillo hay quince kilos<br />
<strong>de</strong> explosivos que no tardarán en estallar.<br />
—Tiene razón —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. Y aún nos queda una carga por colocar. —Apoyó<br />
una mano en el brazo <strong>de</strong> Margo—. Debemos marcharnos, doctora Green.<br />
—Sólo un minuto, por favor —rogó.<br />
Entre la multitud se originó un repentino revuelo, y apareció quizá una docena <strong>de</strong><br />
figuras encapuchadas, camino <strong>de</strong> la cabaña. Se arrodillaron ante la entrada y dispusieron<br />
varios objetos pequeños y negros en un semicírculo. El canto continuó cuando una figura<br />
salió <strong>de</strong> la cabaña con dos antorchas encendidas.<br />
Margo miró atentamente, intentando averiguar qué eran los objetos negros. Había<br />
seis, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí arriba parecían pelotas <strong>de</strong> goma <strong>de</strong> forma irregular. Obviamente<br />
<strong>de</strong>sempeñaban un papel esencial en la ceremonia. Recordó que en Natal la tribu <strong>de</strong> los<br />
chudzi usaba piedras redondas pintadas <strong>de</strong> rojo y blanco para simbolizar el ciclo diario<br />
<strong>de</strong>…<br />
Una <strong>de</strong> las figuras dio un tirón al objeto más cercano, la capucha negra <strong>de</strong> goma se<br />
<strong>de</strong>sprendió, y Margo retrocedió instintivamente, sofocando un gemido <strong>de</strong> consternación.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast se aproximó <strong>de</strong> inmediato a la abertura y miró hacia abajo durante un<br />
largo momento. Por fin se irguió y se echó hacia atrás.<br />
—Hemos perdido al equipo <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Operaciones Especiales —dijo.<br />
Mephisto se acercó a la trampilla y echó un vistazo al parpa<strong>de</strong>ante espacio;<br />
iluminada por el rojizo resplandor, su barba larga y enredada adquirió un aspecto<br />
mefistofélico.<br />
—Y ahora, chicos, no olvidéis que es peligroso bañarse <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una comida<br />
pesada —masculló.<br />
—¿Cree que habrán colocado las cargas antes…? —preguntó D'Agosta, y su voz se<br />
<strong>de</strong>svaneció gradualmente en la oscuridad.<br />
—Esperemos que sí —murmuró Pen<strong>de</strong>rgast mientras cerraba la trampilla—.<br />
Pongamos la última carga y marchémonos antes <strong>de</strong> que sea <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>.<br />
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