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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

Como era previsible, se distinguían diminutas partículas hexagonales, el retrovirus<br />

que el programa <strong>de</strong> extrapolación <strong>de</strong> Kawakita había <strong>de</strong>tectado en las fibras originales <strong>de</strong><br />

la planta dieciocho meses atrás. Pero allí aparecían en una concentración altísima: los<br />

orgánulos estaban literalmente saturados. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las partículas se veían vacuolas <strong>de</strong><br />

consi<strong>de</strong>rable tamaño llenas <strong>de</strong> alguna clase <strong>de</strong> secreción cristalizada, que sólo podía<br />

proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l retrovirus.<br />

Margo respiró lentamente. Aquel alto grado <strong>de</strong> concentración y la secreción<br />

cristalizada podía significar sólo una cosa: la planta, la Liliceae mbwunensis, era sólo una<br />

portadora. El virus producía la droga. Y no habían podido encontrar rastros <strong>de</strong> la droga<br />

porque se hallaba encapsulada en las vacuolas.<br />

La solución, pues, era sencilla: aislar el retrovirus, introducirlo en un medio <strong>de</strong><br />

cultivo y ver qué droga producía.<br />

«Kawakita <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> pensar lo mismo», se dijo Margo.<br />

Quizá Kawakita no había intentado manipular genéticamente la planta, sino el virus.<br />

En ese caso…<br />

Margo se sentó, <strong>de</strong>vanándose los sesos. Parecía que por fin las cosas comenzaban a<br />

encajar: la anterior investigación y la actual; la materia viral y la planta huésped; Mbwun;<br />

las fibras. Pero seguía sin explicarse por qué Kawakita había abandonado el museo para<br />

ocuparse <strong>de</strong> aquello. Tampoco entendía cómo podía haberse <strong>de</strong>splazado Mbwun <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

selva amazónica hasta allí en busca <strong>de</strong> las plantas que la expedición <strong>de</strong> Whittlesey había…<br />

Whittlesey.<br />

Llevándose una mano a la boca, se puso en pie. El taburete cayó ruidosamente al<br />

suelo <strong>de</strong> linóleo.<br />

De pronto todo resultaba perfecta y aterradoramente claro.<br />

33<br />

En aquella ocasión, cuando Smithback salió <strong>de</strong>l ascensor <strong>de</strong>l número 9 <strong>de</strong> Central<br />

Park South y entró en el recibidor <strong>de</strong>l apartamento, notó <strong>de</strong> inmediato que las ventanas<br />

<strong>de</strong>l amplio salón estaban abiertas <strong>de</strong> par en par. El sol penetraba a raudales, envolviendo<br />

en una luz dorada los sofás y las mesas <strong>de</strong> palisandro y convirtiendo lo que antes parecía<br />

una funeraria en un espacio cálido y luminoso.<br />

Anette Wisher se hallaba en el balcón, sentada a una mesa con la superficie <strong>de</strong> cristal,<br />

y llevaba un sombrero <strong>de</strong> paja y unas gafas <strong>de</strong> sol. Se volvió hacia él, sonrió y le indicó que<br />

tomase asiento. Smithback se acomodó en una <strong>de</strong> las sillas y contempló admirado la vasta<br />

alfombra ver<strong>de</strong> <strong>de</strong>l Central Park, <strong>de</strong>splegándose en dirección norte hacia la calle Ciento<br />

diez.<br />

—Sírvele un té al señor Smithback —or<strong>de</strong>nó la señora Wisher a la criada que lo había<br />

acompañado hasta allí.<br />

—Llámeme Bill, por favor —dijo Smithback, estrechando la mano que la señora<br />

Wisher le tendió.<br />

Incluso bajo la luz implacable <strong>de</strong>l verano, advirtió Smithback, la piel <strong>de</strong> la señora<br />

Wisher parecía inmune a los estragos <strong>de</strong>l tiempo. Blanca y tersa, poseía una elasticidad<br />

juvenil, sin el menor indicio <strong>de</strong> la flaci<strong>de</strong>z propia <strong>de</strong> la edad.<br />

—Agra<strong>de</strong>zco la paciencia que ha <strong>de</strong>mostrado —dijo la señora Wisher al retirar la<br />

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