Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
seguidores.<br />
—Nadie sabe exactamente cuántos viven bajo tierra —contestó Hayward—. Sólo una<br />
cosa es segura: son muchos más <strong>de</strong> los que cabría esperar. En cuanto a Mephisto,<br />
probablemente ahí abajo es el alcal<strong>de</strong> más famoso. Su comunidad es la mayor. En realidad,<br />
según he oído <strong>de</strong>cir, se compone <strong>de</strong> varias comunida<strong>de</strong>s: un núcleo <strong>de</strong> veteranos <strong>de</strong><br />
Vietnam y reliquias <strong>de</strong> los sesenta inadaptados y otras comunida<strong>de</strong>s que se unieron a ellos<br />
cuando empezaron los asesinatos. Él y los suyos tienen ocupados los túneles más<br />
profundos <strong>de</strong> la zona <strong>de</strong>l Central Park.<br />
—Lo que más me sorprendió fue la gran diversidad que advertí —continuó<br />
Pen<strong>de</strong>rgast—. Yo esperaba encontrar un tipo <strong>de</strong> personalidad trastornada predominante, o<br />
dos a lo sumo. En cambio, encontré un amplio espectro <strong>de</strong> seres humanos.<br />
—No toda la gente sin hogar baja a los subterráneos —dijo Hayward—. Pero los que<br />
temen los centros <strong>de</strong> acogida, los que no soportan los comedores <strong>de</strong> beneficencia y las rejas<br />
<strong>de</strong>l metro, los solitarios, los fanáticos <strong>de</strong> sectas… esos sí bajan. Primero prueban en los<br />
túneles <strong>de</strong>l metro, luego en zonas más profundas. Créame, hay muchos sitios don<strong>de</strong><br />
escon<strong>de</strong>rse.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast asintió con la cabeza.<br />
—Incluso en mi primer <strong>de</strong>scenso, quedé asombrado por la inmensidad <strong>de</strong> los<br />
subterráneos. Me sentía como los exploradores Lewis y Clark a punto <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntrarse en<br />
una tierra <strong>de</strong>sconocida.<br />
—Y no conoce usted ni la mitad. Existen más <strong>de</strong> tres mil kilómetros <strong>de</strong> túneles<br />
abandonados a medio excavar, y otros ocho mil kilómetros todavía en uso. Cámaras<br />
subterráneas tapiadas y olvidadas. —Hayward se encogió <strong>de</strong> hombros—. A<strong>de</strong>más, se oyen<br />
historias. Por ejemplo, sobre refugios antiaéreos construidos por el Pentágono en los años<br />
cincuenta para proteger a la gente importante <strong>de</strong> Wall Street. Según dicen, algunos<br />
conservan todavía agua corriente, suministro eléctrico y alimentos enlatados. Salas <strong>de</strong><br />
máquinas llenas <strong>de</strong> maquinaria abandonada, gran<strong>de</strong>s conductos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra usados<br />
antiguamente como cloacas. Todo un espeluznante mundo perdido.<br />
Pen<strong>de</strong>rgast se echó hacia a<strong>de</strong>lante en el sillón.<br />
—Sargento Hayward —dijo—, ¿ha oído hablar <strong>de</strong> la Buhardilla <strong>de</strong>l Diablo?<br />
Hayward asintió con la cabeza.<br />
—Sí. Algo he oído.<br />
—¿Sabría <strong>de</strong>cirme dón<strong>de</strong> está o cómo localizarla?<br />
Hayward se quedó pensativa por un largo momento.<br />
—No. La mencionaron un par <strong>de</strong> mendigos durante los <strong>de</strong>salojos. Pero se oyen tantas<br />
tonterías ahí abajo, que una presta poca atención a la mayor parte. Siempre he pensado<br />
que era una fantasía absurda.<br />
—¿Conoce a alguien que pueda proporcionarme más información?<br />
Hayward cambió ligeramente <strong>de</strong> postura.<br />
—Pue<strong>de</strong> hablar con Al Diamond —contestó, dirigiendo la mirada nuevamente al<br />
paisaje <strong>de</strong> los almiares. Era asombroso, pensó, que con unos cuantos puntos <strong>de</strong> pintura<br />
fuese posible producir una imagen tan clara—. Es un ingeniero <strong>de</strong>l puerto, una auténtica<br />
autoridad sobre estructuras subterráneas. Lo llaman siempre que hay una fuga importante<br />
a gran profundidad o quieren ten<strong>de</strong>r un nuevo gasoducto. —Se interrumpió por un<br />
instante—. Pero hace tiempo que no sé nada <strong>de</strong> él. Quizá haya hincado el pico.<br />
—¿Cómo?<br />
—Que quizá haya muerto, quería <strong>de</strong>cir.<br />
Siguió un silencio, roto sólo por el suave arrullo <strong>de</strong>l agua.<br />
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